NARRA KAI SPENCER —¿Por qué lo hiciste? —me reclama furiosa, por lo que pasó en el comedor—. ¿Acaso quieres que nos descubran? ¿Quieres que se den cuenta de lo que hay entre nosotros? Ni lo niego, ni asiento. Simplemente sonrío. —¡Deja de sonreír como estúpido! —ruge, rabiosa. La tomo de la muñeca, trata de soltarse, pero la jalo y termina sentada en mis piernas. La silla de ruedas se mueve unos centímetros hacia atrás y luego regresa a su posición inicial. —Me encanta cuando te enfureces —susurro, mordiendo el lóbulo de su oreja—. Me la pones dura. Se retuerce queriendo soltarse y ponerse en pie, pero lo que provoca es que su culo me roce la v***a, que de verdad está semi dura gracias a su escenita de rabia. —Muévete más, mi vida, que se siente demasiado rico. —Eres un hijo de pu

