Capitulo 1
—Tu nueva piscina es preciosa, Terry. Gracias por invitarnos a estrenarla.
—Cathy, siempre disfruto de tu compañía—, le respondió Terry a su cuñada. —Cuando tú y Richard quieran volver... para relajarse un poco... llámenme. Los dos son siempre bienvenidos.
—Nos estás malcriando, Terry—, reflexionó Richard. —Esos viajes rápidos de fin de semana que ofreces. Volarnos en tu jet de ida y vuelta a casa. Gracias.
—De nada. No es ninguna molestia. Los recogí al volver de Florida y, en cuanto tenga gasolina, me voy a Kansas City por otros asuntos—, respondió Terry. Luego hizo una pausa. Ladeó un poco la cabeza. —Soy yo quien debería decir "gracias". Me he sentido muy solo desde que murió Mary. Cathy, sabes que me recuerdas mucho a ella, y... bueno... es muy agradable estar contigo. Espero que lo entiendas.
Cathy dio un paso adelante y abrazó a su cuñado con un abrazo firme y amoroso.
—Sé que ha sido duro, Terry—, le susurró al oído. —Ha sido duro para todos. Sobre todo para mí. Fue duro perder a mi hermana. Sara y Bobbi Jo sienten lo mismo—. Lo soltó y le tomó la mano. —Sé que dijiste que no has salido con nadie, pero... han pasado tres años, Terry. Esfuérzate un poco más, ¿vale? Encuentra a alguien. Alguien que te haga feliz. No me digas que algunas mujeres no han intentado llamar tu atención. Eres demasiado guapo para ignorarlo.
Terry bajó la barbilla, le apretó la mano y asintió suavemente. No respondió con palabras.
—Gracias de nuevo, Terry y feliz cumpleaños—, dijo, mientras le acariciaba la mejilla.
—De nada. Y gracias. Adiós, Cathy... Richard, gracias por visitarme este fin de semana.
Ellos asintieron y se giraron para abandonar el edificio FBO (Operador de base fija).
—Señor Woods, su Citation M2 está repostado... Jet-A.
—Gracias, Bill—, respondió Terry, mientras se giraba hacia el cargador de combustible de Premier Aviation. —¿Pagar en recepción?
—Sí. Oye, esos alerones que pusiste se ven geniales. ¿Cuánto ahorras en combustible?
—Es casi un 25%. Un gran ahorro para mi empresa. Nos vemos en la próxima parada.
—Puedes apostar.
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—Buenos días, señor Woods.
—Buenos días, Lynn. ¿Va todo bien por aquí?—, respondió Terry, al pasar por su escritorio para visitarla. —Llevas casi dos meses con nosotros.
—Hasta ahora, todo bien. La Sra. Morrison facilita el trabajo.
—Genial. ¿Hay algún drama por aquí que necesite saber?— Terry arqueó una ceja e inclinó la cabeza.
—Nada jugoso que valga la pena contar—, rió Lynn. —Ayer escuché a la Sra. Morrison hablando con Jim Garrett. Los concesionarios están al 97% de su objetivo y la ocupación de los apartamentos está al 88%. El distribuidor de cerveza de Omaha batió un récord para marzo.
—Nada jugoso, ¿eh?—, reflexionó Terry con una amplia sonrisa.
—Tengo los oídos abiertos—, respondió con un guiño.
—¿Traci me está esperando?
—Sí, señor. Dijo que entrara enseguida.
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—¡Terry! ¡Te ves genial!
—Gracias, Traci. Te ves mejor que nunca. Me encantan tu vestido y tus zapatos. ¿Nuevos?
—Sí, y gracias. Siéntate y hablemos.
Mientras Terry tomaba asiento, pensó que Traci se veía mejor que nunca... Treinta y siete años, divorciada y madre de tres hijos, con un MBA Summa c*m Laude de la facultad de negocios de la Universidad de Pensilvania. Rápida como un rayo. Guapa. Rubia. Ojos azules. Labios carnosos con brillo labial rosa esta mañana. Unas cuantas pecas bonitas en las mejillas y la nariz. 1,62 m, unos 60 kg. Curvilínea. Y en los lugares adecuados. Llamaba la atención tanto de hombres como de mujeres al entrar en una habitación.
Había regresado a Kansas City después de su divorcio y había solicitado trabajo con Terry tras el nacimiento de su tercera hija. Cuando Terry descubrió que su esposo la engañaba mientras estaba embarazada, su primer pensamiento fue... idiota.
Traci estaba guapísima cuando la contrató a los 32 años. ¿Cómo podía alguien engañarla?, pensó. La contrató como ejecutiva junior para los concesionarios de autos que tenía en Kansas, Nebraska, Iowa y Misuri. En dos años, la ascendió para que gestionara todos sus negocios en la zona de los cuatro estados. En seis meses, sus ingresos, gastos y ganancias mejoraron. Y desde entonces han ido mejorando constantemente.
Hoy, como siempre, llevaba el pelo recogido en una coleta despeinada, y estaba guapísima con ese peinado. Llevaba un vestido rojo roto de manga corta y tacones a juego. Collar y pendientes de plata a juego.
—¿Cómo pasaste tu cumpleaños? ¡El Gran Cinco! Espero que te hayas divertido—, dijo Traci, sentándose a su lado.
—Fue divertido—, respondió. —Pasé por Fort Worth a recoger a mi cuñada y a su esposo, antes de regresar a Brenham. Ya te lo dije, pero mandé instalar una piscina. Se ve genial. Cathy y Richard la estrenaron—. Se rió entre dientes. —Ahora, con Terry Jr. y Emilia con hijos, pensé que los nietos la disfrutarían, junto con otros familiares y amigos.
—¿Cómo está Emilia? Acaba de tener a su hijo, ¿verdad? Y Terry ya tiene tres hijos, ¿verdad?
—Sí... Cuatro nietos. —Terry hizo una pausa y bajó la barbilla. Mary entró en sus pensamientos y Traci lo supo.
Traci se inclinó y le tocó el brazo. Él levantó la vista y ella asintió con una gran sonrisa. —Cathy es la hermana gemela de Mary, ¿verdad?—, preguntó en un susurro. Él asintió.
—Ella estuvo allí este fin de semana a propósito, ¿no?
—Sí... Lo planeé. Cathy se parece mucho a Mary. Solo necesitaba... Bueno, la verdad es que no sé qué necesito.
Traci hizo una pausa para dejar que Terry reflexionara.
—¿Quieres algo de beber? ¿Tu agua embotellada de siempre?
Terry asintió. —Gracias. Me llamaste por algo. Normalmente no haces esto a menos que sea algo serio.
Traci le pasó la botella de agua y suspiró mientras se sentaba.
—Terry, estoy a punto de tomar medidas contra unos empleados que te están robando.
Terry acababa de beber un trago de la botella de agua. Tragó con un gesto de la cabeza. Rápidamente pensó que ya había oído eso muchas veces, así que no le sorprendió demasiado el anuncio de Traci.
—Está bien, ¿y?
—Es el concesionario Chevrolet y Cadillac de Overland Park. El gerente de repuestos y varios empleados venden piezas por la puerta trasera. Literalmente... por la puerta trasera.
Él asintió. —Continúa.
—Un contador de aquí encontró cifras sospechosas hace unos tres meses y le comunicó el asunto a Bill Wheeler. Me lo comunicaron ese mismo día. Me ocupé de ello inmediatamente, Terry. Saqué a Bill del asunto, y Carrie, la contadora que encontró las discrepancias, empezó a trabajar en ello, reportándome directamente a mí. Cuando decidí que las cifras eran sospechosas, contraté a una agencia de detectives especializada en este tipo de cosas. Instalaron un sistema de falsa alarma contra incendios en el departamento de repuestos. Cámaras, micrófonos, etc. El video y el audio se enviaban de forma inalámbrica a una computadora y un DVR en la sala de máquinas. El detective a cargo venía cada tres días y descargaba las grabaciones de vigilancia. Tenemos los rostros y las matrículas de quienes compraban en la puerta trasera del departamento de repuestos. Todo parecía ser en efectivo.
Traci hizo una pausa para que Terry asimilara la información. Él suspiró y asintió.
—Son unos 1,75 millones de dólares, Terry. Según las cifras de Carrie.
—Está bien. ¿Qué más? —Cuestionó con indiferencia.
—Le dije al detective que empezara a colaborar con la Policía de Overland Park para realizar arrestos. Lo harán esta tarde, justo antes del cierre de la sección de repuestos. Solo el detective y yo lo sabemos. Ahora, tú...
—Maldición —suspiró Terry, reclinándose en su silla—. Buen trabajo, Traci. Quiero ver a Carrie y darle las gracias también antes de irme.
—Sé que este no es el regalo de cumpleaños que esperabas de mí —suspiró.
Terry se levantó de su asiento y despidió a Traci con la mano tras el comentario sobre el regalo de cumpleaños. Se acercó a la ventana de su oficina, que iba del techo al suelo, y contempló Kansas City desde su oficina en el quinto piso.
Un momento o dos después, Traci estaba junto a él y miraba también por la ventana.
—Me encantaría invitarte a almorzar. Por tu cumpleaños. ¿Por favor?
Terry asintió mientras seguía mirando por la ventana.
Traci esperó unos instantes antes de volver a hablar. —Tengo un prospecto para un centro comercial en Omaha. También hay una buena oportunidad para una franquicia de Pizza Magic en Kansas City, Columbia, Des Moines, Iowa City, Ames y St. Louis. Un concesionario John Deere está a la venta en Lincoln. Los libros de contabilidad son buenos. Podemos revisarlos después de comer.
—Claro... Eso suena bien. Sabes... Estoy pensando—, dijo, volviéndose hacia ella. —¿Les gustaría a ti y a tus hijas venir a mi casa a nadar? Traigan a alguien si quieren.
Traci arqueó las cejas, sin esperar semejante invitación. Solo había estado en su casa una vez.
—Me encantaría, Terry. ¿Tienes alguna fecha en mente?
Terry se enfrentó a Traci para responder a su pregunta. —Este fin de semana. Te recogeré a ti y a las niñas el viernes por la tarde cuando vuelva de Denver. Regresaré el domingo por la tarde. Necesito estar en Nashville el lunes por la mañana.
Traci lo miró intentando interpretar sus intenciones. No era propio de Terry invitarla personalmente a su casa.