Amy salió del baño desnuda y sonriente. Sus pechos perfectos se movían con cada paso. Se había puesto un enema en el baño y se había insertado un tapón anal... con una cola de zorro. Ella giró y sacudió la cola hacia él. Él sonrió y rió. —Ven aquí, zorrito —ofreció—. Déjame acariciarte un poco. —Sonrió con picardía. Se metió en la cama y empezó a besarlo. Frotando su resbaladiza hendidura de arriba a abajo por su pierna. Dejando un rastro de su semen resbaladizo. Ella susurró... "En unos minutos tendré un consolador largo. De cuarenta y cinco centímetros. Me vendaré los ojos y quiero que saques mi linda colita y me folles lentamente con el consolador. Y... quiero decir... muy despacio". "Vale... ¿Y se siente bien? ¿Este consolador?" Con mucho lubricante, sí. Es un bien diferente. Una

