Era mi primera vez entrando a una casa abandonada, yo no soy este tipo de persona, solo que mis amigos terminaron por convencerme.
—Lo juro, lo leí en internet, internet nunca se equivoca —mencionó Mike mientras bajamos las escaleras que nos conducían hasta el sótano de la casa. —La historia comenzaba así: Todos los jugadores deberán poner su nombre en cada una de las casillas.
—Wow, internet es muy sabio, jamás supe que para eso se usaban las ruletas —exclamó Eduardo riendo.
—Callate idiota, está era una ruleta diferente, con un pasado diabólico, seguiré, y sin interrupciones, por favor.
Estaba algo asustado, pues yo también había leído esa historia, pero más aún, porque los tres estábamos en busca de esa misteriosa ruleta.
—La historia decía que al poner los nombres en la ruleta, estarías jugando con tu propia vida.
—No creo en eso, tan solo son cosas sin chiste de gente sin que hacer, solo quieren asustar a los idiotas que buscan porquerías —dijo Eduardo algo asustado.
—Claro que no Eduardo, es real, esa ruleta de la qué hablan en la historia está aquí, la foto que venía en el post, son de esta casa, aquí fue donde ocurrieron los hechos.
Estaba cada vez más asustado, levanté mi linterna, el sótano estaba lleno de telarañas.
Mi respiración comenzó a acelerarse cuando la vi, era la ruleta, la misma ruleta que venía en la foto.
—Aquí está —dije asustado.
—Esperen, ¿Que pasaba con las personas que eran señaladas? —preguntó Eduardo.
—La ruleta describe que juegas con tu vida, porque en realidad es así, cada que giras, estás jugando con la vida de todos los participantes, es lo que dicen, si te toca, mueres de una forma extraña, por eso la llaman la ruleta de la muerte.
Me acerqué a ella, se miraba como cualquier ruleta, común y corriente, está ya no tenía nombres pegados.
Mire que Eduardo dejó su mochila en el suelo, y saco una libreta.
—Veremos si es real o no.
Eduardo comenzó a escribir nuestros nombres en pedazos de papel, luego sin más se acercó a la ruleta y los pegó en tres de los espacios.
—Hazlo Damian, gira la ruleta —dijo Eduardo mientras reía.
Estás cosas no pueden ser reales, tomé la ruleta y decidí girarla, pero antes de hacerlo, Mike me detuvo.
—Espera, tengo una mejor idea.
Quitó los pedazos de papel y los tres nombres los puso solo en una casilla de la ruleta.
—Ahora si, hazlo, gira la ruleta.
La tomé y la gire, está comenzó a dar vueltas, cada giro que daba, un gran escalofrío recorrió mi cuerpo.
Después de unos segundos está se detuvo, para nuestra mala suerte se detuvo en nuestros nombres.
—¿Es real lo que leíste? —preguntó Eduardo asustado.
—Me temo que si, y ahora mori...
Mike fue interrumpido pues la puerta del sótano se cerró de golpe.
Rápido solté mi linterna u comencé a correr a las escaleras.
—¡Ayudaaaaaa! —grite asustado.
Unos gritos desgarradores provenientes de Mike y Eduardo hicieron presencia en el sótano, todo para después de unos segundos cesaron.
—¿Chicos?
Comencé a bajar las escaleras, esperando una respuesta de mis amigos.
Comencé a sentir que me faltaba el aire, no podía respirar, luego tan solo caí al suelo, encajando un cortacesped en mi cuello.
Lo último que alcancé a visualizar fueron unos pies que se dirigían hasta mi.