—Te lo juro Elena, lo que leí es verdad —dijo Nahuel un poco nervioso. —Investigue a fondo y tres niños murieron.
Nahuel sigue insistiendo en que en nuestra pequeña ciudad, hay una ruleta asesina, sí claro, como si fuera a creerle.
—Deberías alejarte de internet, te está haciendo daño —mencionó Paola mientras reía.
—Estoy hablando enserio, al menos déjenme contarles lo que leí.
—Bueno, cuéntanos y después no quiero escuchar otra palabra más de esa estúpida ruleta, ¿Ok?
—Pues si quieres, pero créanme que van a terminar por aceptar querer jugar —dijo Nahuel. —La historia comenzaba así; la ruleta tenía un pasado ligado a rituales, sacrificios, era usada para asesinar, destruir personas.
Todo esto me resultaba un tanto sacado de una mala película, una ruleta asesina, me parece que Nahuel nos está jodiendo, eso no puede ser real.
—¿Enserio? —preguntó José intrigado.
—Dejen de interrumpir, quiero escuchar la historia completa —dijo Juan molesto.
—¡Por Dios! ¿En verdad quieres que te creamos? —preguntó Victoria.
—No los estoy obligando a creerme, yo creo lo que leí, ustedes juzguen lo que quieran, pero antes déjenme terminar de contar la estúpida historia —dijo Nahuel molesto, lo pude notar en su expresión. —El juego consiste en que los que estén dispuestos a jugar con sus vidas, tendrán que poner su nombre en un papel, luego tan solo tendrán que pegarlo en la ruleta.
Se ve a como algo que yo haría, en verdad no le veo nada del otro mundo, pero bueno, mejor terminaré de escuchar.
—Al girar, es cuándo estarás tomando la decisión de tu vida, estarás entre la vida y la muerte, porque en un dado caso que seas elegido, tienes menos de 5 horas para morir, o quizá no un segundo.
—Jajaja, si claro, Nahuel, te creemos, es muy convincente tu estúpida historia —dijo José mientras se reía.
—Vale, admito que esto suena un poco descabellado, pero les propongo un trato —dijo Nahuel, su cara expresaba que estaba muy nervioso esperando nuestras respuestas.
—¿Que trato? —preguntó Victoria.
—Acepto, igual creo saber qué es lo que quieres ofrecernos —mencionó Juan.
—Elena, ¿Tú qué dices?
Comencé a recordar todas esas películas en donde todos aceptaban hacer algo, pero luego se lamentaba, pero esto no es una película, ni una historia, esto es la vida real y esas cosas no existen, quizá esos niños de los que hablo Nahuel, murieron a causa de otra cosa.
Mire a los demás, todos estaban ansiosos esperando mi respuesta.
—Si te refieres a buscar esa ruleta, con la cual estás obsesionado, digo que sí, te ayudaré, con tal de que no la vuelvas a mencionar en tu puta vida —dije sonriendo.
—Bueno, hagámoslo ahora mismo, sé muy bien donde estuvieron esos niños de los que les hable, muy cerca —dijo Nahuel, él se miraba entusiasmado por lo que estábamos por hacer.
—Los niños muertos, ¿Eran de aquí? —pregunte confundida.
—Si, de hecho, uno de ellos era hermano de Pablo Gómez, el chico raro de la escuela, por eso te digo que la historia es real.
¡Dios! Esto comienza a darme mala espina, pero igual no creo en cosas sobrenaturales, no lo haré, no creeré en esas cosas absurdas de gente ignorante.
—Victoria, ¿Nos acompañas? —preguntó Nahuel.
—Obvio que sí, estoy ansiosa por poner el nombre de Milena y Airam en esa ruleta, esas perras se merecen lo peor —dijo Victoria riendo.
—No olvides a Dylan y a César —mencionó Paola.
—Y no estaría de más poner a toda la clase, digo, no estaría nada mal que esos idiotas murieran —dije mientras reía.
Salimos de mi sótano, es donde nos reunimos todas las tardes para hablar mal de las personas de la estúpida ciudad, cuando es mayor me iré a New York y jamás regresaré aquí, tan solo me olvidaré de todo esto.
Mamá estaba haciendo la cena, mi hermana Jane estaba viendo televisión como siempre, no sé porque no se lleva con mis amigos, tan solo soy mayor que ella por año, pero parece más grande, por su forma de actuar.
Nos adelantamos a la puerta principal y salimos, faltaba más o menos una hora y media para que el sol se oculte, tenemos tiempo, aunque estoy un poco asustada de entrar en una casa abandonada.
—Esto será increíble —dijo Nahuel sonriendo.
—Claro que sí, pero solo quiero decirte que cuando empecemos a morir, todo es tu culpa —dijo José.
—No hablen de muerte idiotas, menos cuando vamos a una casa abandonada —dije molesta.
—Es broma Elena, no te lo tomes a mal, todo estará bien, estas cosas no son reales —respondió José mientras me observaba.
Al llegar a la casa abandonada, nos fuimos por la parte trasera, pues si alguien nos veía entrar, seguro llamarían a la policía, es una maldita ciudad que se preocupa por lo mínimo.
—¿Cómo se llamaban los otros dos niños? —pregunte un poco nerviosa.
—Era Mike, que era el hermano de Pablo, el otro era Eduardo y creo que Damián.
—No recuerdo haber escuchado nada de ellos, bueno escuché que fueron atacados por un animal, pero no dijeron nada de la ruleta —dije confundida.
—Era algo obvio, Elena, ¿Cómo le explicarías a la gente que tres niños murieron a causa de una ruleta? No se puede —dijo Nahuel.
José y Juan se adelantaron y abrieron la puerta, lo cual no fue un problema, ya que esta casa es muy vieja.
Entramos a la casa, todo se miraba muy mal, y había un mal olor, no podía describirlo, pero era horrible, en el suelo había demasiado polvo, lo típico de las casas solas.
Nos dirigimos al sótano, al bajar las escaleras lo único que miraba eran telarañas.
Saqué mi celular para alumbrar el sótano, lo que vi me dejó sorprendida, ahí estaba, la ruleta en un estante al centro del sótano.
—Es real —dijo Nahuel sorprendido.
Nos fuimos acercando más y más, hasta el punto en que alcance a leer los nombres en ella, Mike, Damián y Eduardo, los tres en una sola casilla.
La puerta se cerró de golpe, por lo cual me sobresalté, mi corazón comenzó a latir demasiado fuerte.
—¡Ahhhhhh!