―Volveré en un minuto ―susurró, abriendo la puerta―. Espere aquí. Archie hizo lo que le pidió, preguntándose cuánto cobraba su compañera por su repostería. Así continuó la siguiente hora, Florence Wheeler haciendo entregas en ciertas residencias mientras el vicario esperaba en el exterior. A veces entregaba una simple hogaza, en otras ocasiones un pie de cereza o manzana, pero nunca tardó más de unos pocos segundos y Archie no escuchó ningún intercambio de voces. ―¿Siempre ha trabajado una panadería? ―preguntó el Reverendo Matthews de forma casual mientras caminaban de regreso por las calles con canastas vacías mientras el sol empezaba a brillar a través de los árboles. Florence lo miró con cuidado. ―¿Una panadería? ―repitió. Archie sintió el calor subir a sus mejillas, tal vez el ne

