Cap. 15

1057 Palabras
El deseo y las ganas entre ellos era Palpable, Damien llevó a Melissa hasta la habitación, posandola sobre la cama con suavidad acomodandose encima de ella. Besaba su boca suavemente, disfrutando de cada sensación. Ella enroscó sus piernas alrededor de la cintura de él, lo sentía diferente, estaba siendo delicado como si no quisiera romperla, como si ella fuera una pieza frágil. La desnudó y besó cada rincón de su cuerpo con devoción, definitivamente algo en él había cambiado. Damien también se quitó la ropa, quería sentir el contacto con su piel desnuda. —Eres preciosa. — susurró él mientras besaba su cuello. —Tú me haces tocar el cielo... —Te bajaría las estrellas si me lo pidieras. Melissa estaba disfrutando aquel momento, nunca se había sentido como ahora. Las palabras, la forma en que la estaba acariciando, se sentía cómo nunca antes y no sabía que le ocurría pues sentía mariposas en el estómago. Damien estaba duro como roca y rozaba su hombría contra ella, mientras susurraba cosas en su oído, sintiendo cómo movía las caderas exigiendo más así que decidió dárselo. Con una lentitud tortuosa comenzó a hundirse en su centro húmedo y caliente que se abría para darle paso. Melissa por fin se sentía llena, la sensación de tenerlo dentro de ella era indescriptible. Él la embestía lento y profundo mientras besaba su boca, masajeaba sus pechos erguidos, se deleitaba con su cuerpo perfecto. Quería hacerla suya de todas las formas posibles. Las embestidas se fueron haciendo mas rápidas y fuertes, los cuerpos chocaban llenando el ambiente de gemidos. —Di mi nombre, joder. Necesito escucharlo. — exigió él. —Damien... Oh Damien. —Gemia ella obediente —¿Qué quieres? Pídemelo... —Que me hagas tuya una y otra vez. —Lo haré, es una promesa. Damien se acercó a su cuello y la marcó, ella lo mordió en el hombro cuando sintió su cuerpo tensarse ante el inminente orgasmo, estaba cegada por el placer, temblaba bajo el cuerpo de él mientras la follaba. —Eso cariño, te ves hermosa mientras te corres. Melissa le dió una sonrisa leve recuperándose del climax. Ella lo abrazó dándole la vuelta para quedar sentada a horcajadas sobre él, quería montarlo. Acarició su pecho marcado por el ejercicio, pasaba su lengua por el lóbulo la oreja y Damien se estremecia por la forma en que ella lo excitaba mientras cabalgaba sobre su m*****o, él le sujetaba con una mano la cadera y con la otra masajeaba sus senos para luego llevárselos a la boca y morder sus pezones. —Me vuelves loco... — él estaba a punto de alcanzar su punto máximo. Ella al notar su voz y cómo se le tensaban los músculos, comenzó a mover más rápido sus caderas, subiendo y bajando sin parar a un ritmo constante que llevaba a Damien cada vez mas cerca del límite, hasta que con un gemido ronco y profundo se vació en el interior de ella llenandola por completo con su liberación. —¡Joder! — él apretaba la mandíbula sintiendo los espasmos hasta que su cuerpo se relajó. Melissa bajó el ritmo hasta detenerse por completo y dejarse caer sobre el, sus respiraciones agitadas por toda la actividad s****l. Damien, aun dentro de ella, acariciaba su cabello con mimo y sentía que había hecho el amor por primera vez en mucho tiempo. Ella era una mujer increíble. —¿En qué piensas? — preguntó ella sacándolo de sus pensamientos. —No te lo diré. — respondió él con una sonrisa y ella levantó la cara para mirarlo. —Creo que no te había visto sonreir, deberías hacerlo más seguido. —Follarte me hace sonreír, así que depende de tí. — respondió con falsa inocencia. —Damien... — sonrió ella también ante la respuesta. —¿Dónde quieres que te folle ahora? ¿En la tina o en la cocina? — preguntó con ganas de más. —En la piscina... — respondió ella que también quería más. Él sonrió con la respuesta, satisfecho, la levantó para cumplir con su deseo. La mañana siguiente ambos amanecieron felices pero pronto la tensión se instaló en ellos. Era el día, atacarian el cargamento de Lucien para debilitarlo y esperaban tener éxito. —Los hombres que mandé a vigilar dicen que todo está tranquilo, en unas horas los demás iremos tomando posición.— informa Damien a Melissa. —No hubiese pensado que Lucien recibiría un cargamento en plena luz del día. —A él no le importa nada, solo que su negocio marche bien. —Damien, ¿estás seguro de que la información que te dieron es veraz? —Sí, además yo ya tenía conocimiento previo de esa entrega. Melissa no estaba del todo convencida pero tendría que confiar en Damien. Un par de horas después ambos se preparaban, chalecos antibalas, armas, radios y otros elementos de defensa. —Nunca imaginé que terminaría entre una guerra de Narcos. — dijo Melissa, pero luego se dió cuenta de su error. —Si tanto le ofende, Agente, puede retirarse y volver a su agencia de mierda. — respondió Damien con evidente molestia en su voz. —Sabes que no puedo... —Ese no es mi problema, fuiste tú quien quiso involucrarse en esto. —Damien, lo siento. —No, no lo sientes, te creías superior por creer que luchabas contra los malos hasta que te tocó ser una de ellos. Ni siquiera sé si de verdad puedo confiar en tí. —No digas eso, porque no lo permitiré. —Ya cállate, antes de que me arrepienta de haberte traído. — Damien le dió la espalda y caminó hacia sus hombres. Melissa se quedó allí mirandolo, quien lo entendía, un día decía una cosa y al otro lo opuesto. Pero ella tenía la culpa, no debió decir eso en voz alta, a fin de cuentas Damien la estaba ayudando porque si regresaba enfrentaría la carcel con toda seguridad. Ella se acercó al grupo, todo estaba listo, los hombres tenían instrucciones claras de matar a quien se cruzara además iban a incendiar todo el cargamento. Salieron hacia las camionetas y Melissa tomó a Damien de la mano, él le daba seguridad, la apretó suavemente cómo forma de decirle que allí estaba. Todo estaba dicho, las cartas echadas sobre la mesa, pero la sorpresa les aguardaba.
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