Melissa llevaba dos días en el apartamento y aún no había habido ningún movimiento por parte de Damien, estaba comenzando a preocuparse de haber tomado una mala decisión.
Ella seguía la rutina de una persona normal, incluso iba a "trabajar" en una pequeña veterinaria creada por la agencia como fachada.
Al cuarto día, cuando casi se daban por vencidos, derrepente tres hombres vestidos con trajes negros llegaron al pequeño local con un imponente doberman atado a una correa.
—Buenos días caballeros, ¿Cómo puedo ayudarlos? — saludo profesionalmente Melissa.
—El perro está enfermo, no quiere comer — respondió uno de los hombres como si eso fuera lo primero que llegó a su mente.
Melissa sonrió sabiendo de qué se trataba. Se agachó e inspeccionó un poco al animal para luego ofrecerle un comestible que el precioso ejemplar aceptó gustoso.
—Está perfecto, ¿cual es la base de su alimentación?
El hombre no sabía qué decir ¿Cómo iba a saber que les daban de comer a los perros?
—Croquetas — respondió sin mas.
A Melissa le resultaba la escena incluso graciosa, aun no descifraba qué era lo que estaban tratando de hacer.
—Ya veo, tal vez sea necesario cambiarle la dieta.
—La dieta de Hades es perfecta, tal vez usted no sepa de lo que habla después de todo.
Cuando Melissa escuchó aquella voz ronca y varonil se le erizó la piel ¿qué diablos le pasaba? Ella estaba acostumbrada a tratar con todo tipo de personas y esta clase de reacción no era normal en ella. Recobró la compostura y volvió a su posición erguida para responder.
—Si se atreve a cuestionar mi profesionalismo, es libre de llevar a Hades a otro lado. — su voz sonó autoritaria y segura tal como quería.
Damien arqueo una ceja ante aquella respuesta.
—No lo haré, seguiré su recomendación, tal vez funcione.
—Bien, eso sería todo. — puntualizó Melissa
—Mia, ¿correcto? Quisiera invitarte a cenar esta noche y disculparme por el mal entendido del día que nos conocimos.
—No es necesario sr. Knapp, es algo sin importancia.
Aquella mujer lo estaba sacando de quicio, había una fila de chicas deseando ser invitadas por él y ella se daba el lujo de rechazarlo.
—No aceptaré un no por respuesta.
—Y ¿que hará al respecto?
—Te llevaré en mi hombro si sigues negandote.
—Eso no sería propio de un importante Ceo. — Melissa estaba dudando y luego de un par de segundos respondió — Está bien, acepto su invitación.
—¿Entonces funcionas bajo amenaza? Que importante dato acabo de obtener. — dijo Damien con una media sonrisa para después marcharse.
Melissa soltó el aire, no se habia dado cuenta de que lo estaba reteniendo. Esta noche tendría una nueva oportunidad de acercarse más a él, su plan inicial había funcionado.
Ese día volvió temprano al departamento, dedicaría tiempo a su aspecto, quería impresionar.
Ella miraba todo lo que le habían dejado en aquel lugar mientras se mordía el labio con dudas.
Al final eligió una falda satinada en color n***o, suéter de mangas largas blanco y un sobretodo hasta las rodillas color café, se veía muy bien, tomó unos botines de piel en color n***o y por ultimo maquillo su rostro suavemente. Dejaría su cabello suelto para tener un aire mas casual.
—No me veo como una súper modelo pero espero que sea suficiente — decía Melissa viéndose en el espejo.
Su misión apenas estaba comenzando, no podía perderla tan pronto y sin nada obtenido.
A las 9 pm en punto Damien Knapp llegaba al departamento para recoger a Melissa, ella salió y él se encontraba recostado de un vehículo n***o, estaba solo. Se veia impecable vestido con traje de tres piezas.
—Buenas noches, señor Knapp. — saludo Melissa
—Solo Damien, por favor. Tuteame.
—No recuerdo haberte dado mi dirección, Damien. — Melissa ya sabía que la habían seguido pero quiso hacer notar aquel detalle.
—Tengo mis propios métodos de investigación.
Damien era un hombre posesivo, había pensado en aquella pequeña descarada desde el día de la fiesta y sus hombres la habían estado observando; tenía un enorme deseo por follarla, tal vez así la calentura por fin desaparecerá de su cuerpo, una vez cumplido su capricho podría seguir adelante.
Media hora mas tarde se encontraban sentados frente a frente dentro de un reservado en un lujoso restaurante de comida mediterránea en un conocido hotel, les habían servido vino y deliciosos platillos.
Charlaban tranquilamente sobre sus vidas, Melissa trataba de conseguir información pero aquel sujeto era muy cuidadoso con sus palabras. Por su parte, Damien ya sabía todo lo que debía saber sobre ella y solo pensaba en llavarsela a la cama. Estaba aburrido de tanta charla.
—Mia, te ves un poco estresada ¿hace cuanto tiempo no te dan una buena follada?
Melissa casi se atraganta, jamás esperó aquellas palabras. No podía creer lo desvergonzado que era Damien.
—Supongo que eso es algo muy personal como para contarlo en una primera cena. — ella se sentía avergonzada
—Al parecer es mas tiempo del que pensé — Damien se saboreaba.
—Basta, estás cruzando el límite — Melissa estaba temiendo lo peor, él quería llevarla a la cama y ella tendría que ceder.
—Cruzar el límite es lo mío — se acercó peligrosamente a ella, quedando a centímetros de su rostro. — y tú no me estás dejando opción.
Melissa se mordió el labio en señal de nerviosismo, ¡Joder! Se ve excitante, pensó Damien. Él no pensaba soportar más, así que la tomó de la nuca para acercarla y la besó, devoró sus labios con ansias. Ella respondió el beso y por mas que intentó que no le gustara, no podía negar lo innegable.
Damien estaba perdiendo la cabeza, así que la tomó en brazos sin importarle quien lo estaba mirando y salió del lugar para dirigirse al ascensor del hotel.
—¿Qué estas haciendo? — chillaba Melissa horrorizada. Tenía que ser profesional, se repetía una y otra vez.
—Lo que quiero, siempre hago lo que quiero — respondió el con la voz mas ronca que lo normal.
El corazón de Melissa palpitaba estrepitosamente, ella no quería estar con ese hombre, pero su misión estaba en riesgo.
—¿No crees que te estás apresurando? — casi se ahoga cuando sintió la enorme mano de él por debajo de su falda. Maldijo.
—Para nada... Ya deja de hacerte la difícil, sé que tú también lo deseas.
Damien acercó su rostro al de ella y le mordió el labio inferior, Melissa dejó escapar un gemido involuntario.
El entró con ella en brazos a una suite y rápidamente la tiró en la cama, no fue suave, estaba dejando ver su lado salvaje y varonil.
Damien estaba cegado de deseo, el aroma de aquella mujer lo estaba volviendo loco, se sentía atraído a ella como una polilla al fuego y por fin podría saciar su sed de ella.
Por su parte, Melissa se encontraba en un punto que pensó podría retrasar mas tiempo, pero subestimó a su objetivo y ahora tendría que entregarse a él si no quería perderlo. Esta sería la primera vez que se metería en la cama con el enemigo, nunca mejor dicho.