El demonio que me guarda
POV Isadora Valente
La noche sabía a pólvora.
Salí del restaurante con los hombros en alto, la espalda descubierta aún ardía del roce del vestido carmesí, como si el fuego de lo que acababa de ocurrir aún me lamiera la piel. Matteo Alighieri había querido doblarme. Someterme. Amenazarme. Y yo, como buena loba vestida de gala, le dejé una marca. No en el cuerpo, sino en el alma. Él sabe que no me doblego.
Me detuve bajo la tenue luz de un farol. El tacón-cuchilla de mis sandalias resonaba con precisión militar. Elevé la barbilla y eché una última mirada al interior del restaurante, como si esperara que alguno de esos malditos tuviera el coraje de salir corriendo detrás de mí.
Nada.
Todo en orden.
O eso pensé.
Sentí la presión justo detrás. Un brazo rodeándo
