Un pequeño incidente.
El tráfico en la avenida principal se había vuelto insoportable y, yo con esas terribles ansias de llegar pronto a casa, no ayudaba mucho.
No quería seguir esperando más para darle la noticia a Sam, pero ese maldito embotellamiento me tenía atada.
Mis dedos tamborileaban sobre el volante tras dejar escapar un suspiro intentando controlar mis nervios.
Nunca creí que realmente viviría esa dicha.
Poco a poco fui avanzando hasta que, por fin logré salir de la carretera principal.
Bajé emocionada del auto en cuanto estacioné en el aparcamiento, pero sentía que algo me faltaba y me regresé; tenía el sobre dentro del bolso, el cual olvidé en el asiento del copiloto.
Eso me tenía torpe pero feliz.
Por un segundo pensé que subir por las escaleras me haría llegar mucho más rápido así que, caminé hacia ellas, pero me detuve apenas pisé el primer peldaño. Coloqué instintivamente mi mano sobre mi vientre y, sonreí mordiéndome el labio inferior.
Definitivamente no debía subir por las escaleras, debía hacerlo por el ascensor evitando el más mínimo riesgo.
Miré los números ir en cuenta regresiva hasta que llegó al estacionamiento. Subí y presioné el botón con el número cuatro para intentar esperar sin tanto desespero mientras ascendía.
En cuanto el ascensor abrió las puertas, salí apresurando el paso, pero al instante lo disminuí.
Tenía las manos tan sudadas que, hice una pausa para agitarlas al aire con la intención de secarlas. Respiré hondo, y entré al apartamento.
Caminé despacio hacia la habitación encontrándome la puerta entreabierta. Lentamente la empujé observando el cuerpo de Sam desnudo de la cintura hacia arriba.
Un brazo delgado lo rodeaba, y pude sentir mi mundo desmoronándose.
Mi mano dejó caer el bolso al piso emitiendo un ruido amortiguado por la alfombra gris.
Ella asomó la cabeza sin sorprenderse por mi presencia.
Mi corazón comenzó a latir con tal desespero que, el oxígeno comenzaba a sentirse ausente.
―Llegaste antes… ―mencionó con pesadez en su voz, recargándose un poco sobre el torso de Sam con intención de despertarlo.
Él pareció no captar lo que sucedía. Me vio confundido y, después volteó a verla a ella.
―Buenas noches, bombón ―dijo recostándose a un lado de él―. Fue tan intenso, que te has ido de largo con el sueño.
―¡Carajo! ―exclamó Samuel al verme nuevamente.
Mi hermana no fingió sorpresa alguna, tal parecía que ese asunto la tenía sin cuidado.
Sam se levantó, pero aún estaba con vestigios de sueño y, por consecuente, tropezó cayendo al piso.
Retrocedí varios pasos, pero entonces recordé que, en el bolso traía el sobre con los resultados del sanguínea y me regresé para tomarlo.
Al agacharme pude ver una pequeña gota de sangre que se deslizaba por mi pierna. Levanté la vista y vi a Sam colocarse la ropa torpemente, mientras que ella, mi hermana, permanecía en la cama desnuda observando los torpes movimientos de mi esposo.
Salí del lugar a toda prisa sin detenerme encaminándome hacia las escaleras sin importarme el intenso dolor que se centró en mi vientre.
―¡Espera, cariño! ―gritó Sam sujetando mi brazo en cuanto me dio alcance―. Puedo explicarlo. No estaba haciendo nada, en serio.
―No me pareció que no estuvieras haciendo nada, Sam ―dije con la voz quebrada―. ¡Estaban desnudos! ¡Ambos! ¡Sobre mi cama!
―Te lo juro que no la toqué ―aseguró.
Sin vergüenza.
―No me interesa saber los detalles. Déjame tranquila ―zanjé retomando mi camino tras zafarme de su agarre.
―Cariño, estás sangrando ―mencionó con preocupación.
Me detuve por un momento para bajar la mirada y verificar lo que decía. El miedo comenzó a invadirme me invade y bajé con prisa los peldaños.
―¡Déjame tranquila! ―espeté molesta, al escuchar sus pasos detrás de mi.
―¡Espera, por favor! ¡Entiende que no pasó nada! ―insistió, pero yo seguía sin querer escucharlo.
―¡No me sigas! ¡Regresa con ella! ―grité aumentando la velocidad de mis pasos.
―¡Cariño, por favor! ―suplicó―. ¡No te ves bien, espera! ¡Carajo!
De pronto sentí que el piso se movió y todo se puso n***o para mí.
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Primer borrador 01/10/2019