Anoche había sido sin duda la peor noche de mi vida.
Aún recuerdo las manos de Silver tocándome como si tuviera algún derecho de hacerlo. Luego de aquel beso sentí como me estaban robando una parte de mi. Ahora entendía aquella frase “Ser un objeto”. Eso fui, un objeto que estaba a su merced y que no dudó en ningún momento en poseerlo. Durante toda la noche no dejé de soñar con su aliento y aquella mirada despiadada.
Bea: ¿Todo bien?
Reviso el mensaje de Bea. Lo recibí a las 3:57 am. Ella había sido la segunda opción para llamarla. Sabía que Bea solo me escucharía y me dejaría llorar sin tener que causar algún pleito. en ese momento me sentí confiada y pensé que había sido la mejor opción.
Ya despierta y con grades bolsas oscuras de bajo de mis ojos, estoy lista para ir a la universidad. Las clases seria mi refugio y justo ahora lo necesito.
Para cuando llego ya entro a la clase de mi tercer periodo. Tomo asiento donde siempre mientras espero a que llegue la profesora. Me recuesto en mi asiento y observo aquellas personas entrar y fijar su vista en mi. Siento un leve cosquilleo, mi paranoia me lleva a creer que sus susurros llevan mi nombre. Froto mis manos contra mi suéter aterciopelado gris. Aquella suave sensación logra calmarme un poco, pero era sofocante acaparar tantas miradas. Cojo la capucha con orejas de gato y la subo por completo. Quiero pasar desapercibida y quizás escuchar algo sobre física en clases.
-¿Qué haces aquí, Leah?-La voz de sana tiene cierto tono condescendiente. Su mano se apoyó de mi espalda suavemente.
-Vengo a clases-alzo mi rostro y veo al par de gemelas desconcertada.
Sana salta un asiento para sentarse a mi lado, su brazo me rodea y no le cuesta nada acariciar mi cabello.
-¿Cómo estás?-pregunta preocupada e inclina su cabeza contra la mía.
-Bien…-tartamudeo. Aquel efusivo abrazo de su parte era bastante extraño de su parte. por un momento pensé en que Bea había hablado con ellas, pero sabía que no era así. Bea era confiable y no rompería una promesa.
-¿Cómo vas a estar bien?-chilla Katty sentándose al otro lado-Vimos la foto y los comentarios. Pasamos a tu casa y no estabas y tu teléfono sale apagado.
Si. No me había preocupado por cargarlo y lo había dejado en la mesa de noche de mi cama.
-¿Qué pasa?-pregunto un tanto insegura. Las gemelas lucían realmente preocupadas por mí.
-¿En dónde está Leah Cooper?-alguien gritó en la entrada.
Tessa caminaba junto a su sequito de seguidoras con los puños cerrados, pero sin perder aquel movimiento coqueto que la caracterizaba. Sus tacones repicaban con un ritmo furioso contra el suelo hasta que se detuvo.
Sana y Katty se levantaron de su asiento y me rodearon, pero no le basto a Tessa.
-Eres una zorra, Leah Cooper-grito tan fuerte que todos nos estaban viendo. Quizás eran como unas 50 personas que estaban entrando y todas se congelaros atentos.
Trague fuerte tras sus palabras. Quiero levantarme, pero mis piernas me habían traicionado y el miedo fue como una capa de frio cubriéndome.
-Quítate-ella empuja a Katty quien cae al suelo sobre su trasero.
-Oye-logro decir y cuando intento levantarme ya tenía a los golpes de fuego de Tessa Williams sobre mí.
Sus uñas buscaban mi rostro y mi cuello, luego sus dedos de enredaron en su cabello mientras dábamos vueltas hacia abajo. La conmoción me tenía confundida. Estaba siendo golpeada y veía a la vez como Katty y Sana regresaban los golpes de las otras dos amigas de Tessa. Puedo sentir miles de celulares sobre nosotras y también aquellas voces animando a Tessa a que acabe conmigo sin tener ninguna oportunidad de defenderme hasta que su cuerpo solo vuela lejos de mi. Mas brazos anónimos separan a las otras chicas y eso es todo. Veo machas de sangre en mi suéter y luego también en sus uñas con manicura francesa.
-Te odio, Leah Cooper. Eres una zorra roba novios.
Sus palabras fueron un flechazo sobre mi pecho. Puedo escuchar gritos de asombros y risas antes sus acusaciones.
-yo no…-intento defender.
-Vi su foto en las redes. Mientras que nosotros estamos en la cena, tú estabas revolcando con mi novio.
«Falso. Todo era falso».
Intento defenderme, pero mis gritos son ahogados con la ola de abucheos. Todos estaban de su parte, nadie iba a creerme que yo no quería provocarlo. Yo no…
Me giro hacia la derecha y ahí estaba David con su rostro lívido y en silencio. Doy un paso hacia él y me detengo. Todos me tienen rodeada y mi única salida es solo correr.
Corro hasta que siento el fuego en mis pulmones y mis piernas débiles caen sobre la tierra húmeda. Las lágrimas desciende por mis mejillas como un gran caudal que parece no terminar. Me desplomo y sigo llorando. Estoy desorientada y perdida hasta este punto. Aun siento las heridas palpitando de dolor, ellas me recuerdan la brutal fuerza de Silver y los golpes de Tessa defendiendo a su hombre.
-Leah-alguien pronuncia mi nombre.
Siento como sus manos me ayudan a levantarme. Como puedo estoy de pie, con la cabeza aun gacha y muriéndome de la vergüenza, de la rabia que tenía por dentro pero no podía dejarla consumir.
-Leah-pronuncia mi nombre-sus dedos toman mi barbilla y me obliga a verlo.
Alex abre sus ojos cuando ve la herida de mi rostro y mi ropa con varias gotas de sangre, todas mías, por supuesto. Yo no tuve ni un gramo de valor para defenderme, solo deje que Tessa se abalanzara con aquella fuerza y me aplastara sin poder defenderme.
-¿Estas bien?-solo logra pronunciar luego de estar en silencio.
Hago una negativa con mi cabeza. No se me apetecía hablar. Solo quería huir lejos y perderme.
Alex me toma de la mano y me conduce por aquellos pasillos desolados. Sorprendentemente no había nadie en el camino, lo cual era un enorme alivio. No quería tropezarme con más miradas acusadoras.
La oficina de Alex quedaba en una especie de sótano. Tenías que agarrar unas escaleras oscuras hacia la parte baja del edificio. Poco a poco sentía como se ahogaban los sonidos salvo el de nuestros propios pasos.
Como un autómata lo sigo hacia una diminuta y oscura habitación. La nariz me pica al sentir el olor a humedad y aceite para maquinas. Me siento en un sofá café horrendo, a mi lado están una caja de herramientas pesadas. Todo parece pulcro, reluciente a pesar de las paredes grises y frías.
-Debo tener algo por aquí-lo escucho decir mientras hurga en unos cajones en la pared-Lo encontré-sonríe por su gran hazaña.
El viene hacia mí. Deja sin esfuerzo la caja pesada en el suelo y toma asiento a mi lado. Con el botiquín de primeros auxilios en sus piernas consigue alcohol y algodón. Luego con mucha suavidad sube lo más que puede la manga de mi suéter. Las marcas de las uñas de Tessa seguían impregnadas, eran largas y algo profunda. Quizás exageraba, pero el ardor que escuecen cuando siento la mota húmeda de algodón incremente más mi dolor.
-Mierda-dejo salir y cierro mis ojos. Esto no había terminado. Tenía aun mi otro brazo con sus marcas y creo que también el cuello y parte de mi cara.
Todo había sido tan rápido que no había reparado cuánto daño había recibido.
-Ya casi termino-susurra con mucha dulzura.
Me recuesto levemente. Dejo que Alex termine mientras me concentro en el sonido de su respiración. Tan solo sentir su presencia me calmaba. Se sentía como si nadie pudiera contra mí.
-¿Cómo te sientes?-su pregunta me toma un poco por sorpresa.
-Como si el mundo se viniera a mis pies-y ahí de nuevo estaban mis quisquillosas lágrimas, saliendo cuando yo se lo impedía.
Alex me toma entre sus brazos. Dejo salir un suspiro y con ello todas mis lágrimas. Con el orgullo roto y el alma herida solo me dispongo a refugiarme en su cuerpo. El sonido del latido de su corazón era como una mágica sinfonía que me trasladaba a ese lugar feliz, a mi zona de confort. Aquello resultaba curioso. Ahora entiendo la frase “eres mi refugio”. Alex de la forma más inexplicable se había convertido en mi propio refugio. Sus manos acarician mi cabello y lo dejo. Sus suaves toquen poco a poco menguaron mi tristeza e hicieron que mis parpados se sintieran pesados.
.-.-.-.-.-.-.-
Sentí que había dormido por horas. Cuando mis ojos se abren me veo en aquella pequeña oficina y sobre mi descansa la chaqueta de Alex. La estrecho sobre mi cuerpo y como una psicópata inhalo su delicioso aroma.
-No hagas eso o pensaré que te has vuelto loca-una voz dice y automáticamente arrojo a un lado la chaqueta.
-Que grosera, vas a ensuciarla-Alex intenta no reírse, toma la prenda y se incorpora a mi lado.
De nuevo nos quedamos en un tranquilo silencio. Él se coloca casi frente a mí en el sillón, sus dedos retiran el exceso de cabello en mi frente y luego me mira fijamente.
-¿Qué?-pregunto nerviosa.
-Estas horrible-deja salir-Déjame buscar algo-se inclina al cajo al lado del sofá. El sonido metálico de las cosas hace que me duela un poco la cabeza mientras seguía hurgando.
-Aquí está-logra decir y me enseña un retazo de espejo. Su tamaño era lo suficientemente grande para observar como había quedado.
Mi piel estaba rojiza, había algunas marcas de uñas cerca de mi ojo y el labio tenía una ligera hendidura.
-Por Dios-dejo salir-Soy un fenómeno.
-Lo eras antes de la paliza-el bromea un poco.
-Cállate, Alex. Esto es…-sigue viendo más líneas hinchadas en mi cuello junto a las viejas marcas de los dedos de Silver.
-Yo no merecía esto-exhale mientras de nuevo los recuerdos venían.
Vistes las fotos…
«Las fotos. Las escuche decir que había fotos.»
Las gemelas me hablaron sobre unas fotos en las redes ¿Cómo no lo vi venir?
-Alex-me giro hacia él-Préstame tu teléfono.
-No lo sé-duda-Será mejor que te mantengas alejada.
-Alex-mi tono de voz es mas fuerte-Préstame tu teléfono o tendré que buscarlo en otro lugar.
No estaba con juegos. Quería saber que era lo que tenía aquella maldita foto.
De mala gana, él me entrega su teléfono. Lo tomo y me meto en i********:. Paso una a una cada publicación hasta que me aparezco con ella. Silver me tenía en sus brazos como si se tratase de un flamante beso. La distancia y la forma en como tomaron aquella foto no me favorecía. Peor, la persona que me tomo esa foto de seguro me había visto luchando y le importo un comino lo que Silver trataba de hacerme.
-Solo deberías de dejar eso hasta aquí-el me arrebata su aparato-Ya estas metidas en muchos problemas, no hagas que esto empeore.
-¿Crees que yo soy la que esta metida en problemas?-grito sin darme cuenta. Por fin puedo verlo, sus ojos y esa forma en como mueve sus dedos nerviosos.
Él no me cree.
-Por Dios-dejo salir levantándome.
-¿A dónde crees que vas?-me sujeta la muñeca.
-No me toques, Alex.
-No. Ahora mismo eres un desastre andante. Tienes que calmarte, Leah. Todos vieron esa foto donde besabas al novio de Tessa y ella te dio una…
-Yo no lo besé-grito mas fuerte y logro librarme de su agarre violentamente-y lo sabrías si me hubieses contestado la llamada anoche-de nuevo vienen mis lágrimas-Te necesitaba, Alex. Más que nunca necesitaba a alguien que me comprendiera y tu solo ignoraste mi llamada. Por eso no sabes como son las cosas.
-¿De que hablas?-pregunta intentado avanzar hacia mi, pero retrocedo.
-El intento abusar de mi-al fin lo digo.
Esa frase, aquella maldita frase broto como un nido de avispas saliendo de mi boca. Aprieto mis puños. Quiero golpear a Alex, deseo hacerle daño para que sufra como yo, pero como siempre soy una cobarde.
Soy Leah Cooper, la miedosa.