Nick
Extendí la mano para apagar el despertador, refunfuñando me puse en pie, me estrujé los ojos para acostumbrarme a la luz, necesitaba unas cortinas urgentes para las ventanas y poner orden aquel desastre de cajas y cosas por todos lados. Caminé hasta el pequeño baño y hice mis necesidades matutinas para posteriormente darme una ducha rápida y bajar a la cafetería, este lugar era un desastre, había que trabajar mucho en él antes de abrir al público. Me puse a limpiar los gabinetes donde irían las tazas, pasaron pocos minutos cuando escuché un auto detenerse, mirando sobre mi hombro vi a Katy y a su madre desmontarse de su coche. Me gire y las mire, no sabría decir cual de las dos era más atractiva, cualquier hombre de mi edad elegiría a Katy por ser joven, pero a mí me gustaban las chicas mayores. Desde joven era así, aunque sin parecer pretensioso, podría estar con la mujer que quisiera. Salí a encontrarme con ellas, para ayudarlas a cargar las cajas que traían en las manos.
–Buenos días– las salude– déjame ayudarte– Katy me dejo las cajas que traía y volví rápidamente dentro, las deje a un lado y nuevamente salí.
–¿Puedes llevar las latas de pintura?
–Sí, Brooke– ella abrió la cajuela del coche para que tomara la pintura.
–Muchas gracias, Nick. – ella me sonrío, pero esa no le llego a los ojos. Esa mañana los tenía hinchados y rojos, como si se hubiera pasado horas llorando antes de salir de casa.
–No hay de que. Para eso estamos– le devolví la sonrisa y atasque la puerta con mi hombro para que pudiera entrar– he estado limpiando los gabinetes esta mañana.
–¡Oh! Gracias– deje la pintura en el suelo. –Hoy pretendía pintar, mañana me entregan las mesas y sillas y lo demás que hace falta. También vendrán unos proveedores.
–Perfecto, podemos comenzar a pintar.
Pasamos la mañana pintando, limpiando y poniendo cosas en su lugar, cuando a media mañana me quité el suéter pude observar como las mujeres que pasaban por la calle se quedaban mirando, me miraban a mí medio desnudo, le sonreía coquetamente y las saludaba como quien no quiere la cosa. De reojo miraba a mi jefa que organizaba las tazas y los utensilios detrás de la barra junto a su hija que no dejaba de hablar. Ella también me miraba a veces, en algunas ocasiones la descubrí mirándome y rápidamente apartaba la vista, al tiempo que sus mejillas de porcelana se le encendían. Katy también me miraba, pero no era tan discreta como su madre.
–Hey, Nick– Katy se acercó, en ese momento me encontraba agachado poniéndole la tapa a la lata de pintura.
–¿Qué hay? – termine lo que estaba haciendo y me puse a mi altura.
–Quería invitarte a cenar esta noche a nuestra casa, así no tienes que quedarte aquí solo… si no tienes ningún plan para esta noche– parecía nerviosa, me quede meditándolo unos minutos, levante la mirada y vi a Brooke agacharse, para la edad que debía de tener, era una mujer muy guapa y se conservaba bastante bien, eso me excitaba, se echó el cabello a un lado, dejando ver su cuello y algo de piel de sus hombros, llevaba una simple blusa roja de tirantes y unos jeans ajustados. Así, sin arreglar no podía evitar mirarla. –¿Qué dices? – mire nuevamente a Katy.
–Si a tu mamá no le molesta, está bien. – ella sonrió de oreja a oreja. Iba hacer un problema. Ella parecía muy entusiasmada conmigo y con la atención que le daba.
–Por supuesto que no, nosotras también estamos solas y es un asco– cambié mi peso de una pierna a otra, quise preguntar, pero mejor no, no quería parecer entremetido.
–Yo encantado de hacerles compañía. – me toco el brazo por más tiempo de la cuenta. Luego se alejó en dirección a su madre, que seguía agachada, respire hondo. Aquellas dos mujeres iban a traerme problemas.
…
Estacione la moto frente a la cochera de la casa de Brooke y Katy, era una hermosa casa típica americana, pintada de blanco, con jardín delantero. Fui hasta la puerta y toque con cuidado, me eche el cabello hacia atrás, estaba un poco ansioso. Solo había pasado unas dos horas desde que se fueron de la cafetería y ya quería volver a verla. Hoy se había mantenido distante y alejada. Apenas si me había dirigido la palabra, necesitaba saber más de ella, por eso acepte la invitación. Brooke abrió la puerta, le sonreí son mostrar los dientes.
–Buenas noches– la salude.
–Buenas noches, Nick– me hizo espacio para que pasara, le mostré la botella de vino que traía en la mano– he traído este vino para la cena.
–¡Oh! – ella parecía sorprendida– no tenías porqué hacerlo.
–No fue ninguna molestia. Como no sabía que cocinarías traje este vino tinto que le da buen sabor a cualquier cosa con que lo tomes.
–Es bueno saberlo– tomo la botella. –¿Puedes cerrar la puerta?
–Sí– la cerré con cuidado y luego la seguí por la casa. Era una casa bastante bonita, organizada pulcramente, estaba decorada al estilo romántico, de colores claros, muebles de colores pasteles y las paredes a juego, había papel tapis de flores en el comedor. –Muy linda tu casa– ella me miro sobre su hombro.
–Muchas gracias– la cocina era bastante amplia, moderna y rustica.
–¡Wuao! – silbe, ella dejo el vino en la nevera. –que hermosa cocina, podría cocinar todos los días aquí.
–Es mi obra de arte, la diseñé y remodelé yo misma– se quedó de pie junto a la nevera, mientras yo recorría la cocina.
–¿Eres diseñadora de interiores?
–No– se encogió de hombros– pero era lo que quería estudiar en la universidad.
–¿Por qué no lo hiciste?
–Me quede embarazada a los 18.
–¡Oh! – me quedé mirándola por un largo rato, hasta que vi como sus mejillas se pusieron rojas por la vergüenza.
–¿Sucede algo? – dijo tímidamente, yo la intimidaba, sonreía levantando la comisura de mis labios.
–No, nada. Solo que no puedo evitar mirar algo hermoso– le coquetee, todo su rostro se puso rojo, se echó el cabello hacia atrás. Abrió la boca para decir algo, pero la cerro sin decir ni una palabra.
–Hola, Nick– me gire en busca de Katy.
–Hola, Katy– se acercó hasta ponerse a mi lado, era bastante bajita, al igual que su madre. –¿En qué puedo ayudar? – me ofrecí antes que se hiciera un silencio incomodo.
–En nada, ya la cena esta lista. Como no sabía que te gustaba hicimos pasta a la boloñesa, pan de ajo y ensalada.
–No es justo, el chef soy yo.
–Eso es porque no has probado la comida de Boo– Katy volvió a tocarme el brazo, era la segunda vez aquel día.
–¿En serio?
–Oh, sí. Mamá cocina delicioso– la aludida se dio la vuelta, a diferencia de esta mañana, ahora llevaba un vestido hasta las rodillas, le quedaba suelto, aunque se ajustaba en su escote. Me mordí el labio. El cabello castaño oscuro le caía un poco más abajo que los hombros, liso totalmente, quería acariciarle el cabello, se veía sedoso. ¡Vamos, hombre! Contrólate, a diferencia de su madre, Katy era aún más pálida, su cabello castaño claro le llegaba hasta la mitad de la espalda, compartían algunas características físicas, como la nariz, la forma redonda de la cara, el color café oscuros de ojos, la estatura, la forma de su silueta.
–Puedes ayudarnos a poner la mesa– Brooke saco algunos platos del estante, fui rápidamente hasta ella y le quité los platos de la mano. Katy me ayudo a poner la mesa y a llevar la comida. Nos sentamos en el comedor de seis sillas, yo frente a ellas, estábamos comiendo en completo silencio cuando una nueva voz nos sobresaltó.
–Buenas noches– los tres miramos en esa dirección, un señor en traje oscuro se encontraba de pie en la puerta del comedor, con los brazos cruzado a la altura de su pecho.
–Adam, ¿Qué haces aquí? –Brooke hablo sin ninguna emoción en su voz. Se puso en pie y recorrió su plato de la mesa, me quede observándola, se había tensado en segundos.
–Esta sigue siendo mi casa, Brooke. No puedes echarme todos los días– él la siguió a la cocina.
–Esta ya no es tu casa– la voz de Brooke se perdió por la distancia, mire a Katy que miraba fijamente su comida, le toque su pierna con la mía por debajo de la mesa.
–¿Sucede algo? – le pregunte en susurro, ella levanto la mirada lentamente.
–No, bueno… – se interrumpió cuando los gritos nos llegaron desde la cocina.
–No, no es su novio– al parecer estaban hablando de mí– y no tienes porque meterte, no es tu asunto.
–¿Por qué dejas que nuestra hija salga con un tipo que anda en una motocicleta? – me ofendí por el comentario.
–Ya te dije que no es su novio– grito Brooke– que no me toques– volvió a gritar.
–¿Sera lo más prudente que me vaya? – eche el plato a un lado, la cena había estado delicioso, tal como lo dijo.
–No, no– Katy se adelantó y me toco la mano sobre la mesa– siempre discuten… ellos se están divorciando y las cosas están muy tensas– mire en dirección a la cocina cuando los gritos se volvieron a escuchar.
–De eso solo tendrías tú la culpa. ¿Cuál es el ejemplo que le has dado?
–¿Sucedió algo muy feo? – cuestione.
–Ni te imaginas, mamá llego una tarde a casa y encontró a papá con su amante en su propia cama– abrí la boca indignado, que hijo de puta.
–No me hables así, sigo siendo tu esposo– las cosas se estaban acalorando bastante en la cocina.
–Eso debió de ser horrible.
–Ya tú ves, papá le había sido infiel antes. Varias veces, pero ella siempre lo perdonaba– se le fue apagando la voz, jugo con la comida que le quedaba en su plato– pero aquello fue horrible. Todos en el pueblo lo sabían y hablaban a nuestras espaldas. Ella se imaginaba algo, se lo reclamaba y él solo decía que estaba paranoica y volviéndose loca, así que un día le dijo que se fuera de fin de semana con su mejor amiga para que se relajada, pero mamá volvió antes a casa– se calló, la alenté tocándola bajo la mesa con mi pierna.
–¿Tú qué piensas? – levanto la mirada, sus ojos estaban llenos de lágrimas que no dejo salir.
–Estoy tan enojada con él por eso. Por dejar que todos hablaran de mamá por meses, de meter a otra mujer en nuestra casa y de hacerle creer que ella era la que estaba mal.
–Es entendible– yo no sabía que se sentía pasar por ese tipo de cosas, mis padres habían envejecido juntos, nunca los vi discutir ni faltarse al respecto. –Todo mejorara, siempre lo hace.
–Ese es el problema. Papá no quiere divorciarse, se niega y ahora quiere vender la casa si Boo sigue con los planes. Sé que lo hace para que mamá se doblegue y se rinda con lo del divorcio.
–Por eso es por lo que la cafetería es tan importante.
–Sí, mamá necesita el dinero. Se niega a seguir recibiendo dinero de él. – me recosté de la silla. Ellos seguían discutiendo en la cocina. Quise entrar allí y darle un buen derechazo por ser un imbécil. Katy no tuvo que decirme, me imaginaba que la amante era una chica joven, risueña.
–Será mejor que me vaya– me puse en pie, ella me imito.
–No, él de seguro se ira pronto. Solo viene a molestar a Boo. – sonreí por la forma en que llamaba a su madre.
–¿Segura? – asintió, recogimos la mesa, unos pasos se acercaron.
–Kat, podemos hablar en privado. – hablo, pero en ningún momento sonó como una pregunta.
–Ya– dejo los platos en la mesa y siguió a su padre fuera. Organice los platos uno arriba de otro y los lleve a la cocina. Brooke estaba junto al fregadero, de espaldas, le temblaban los hombros, con cuidado me acerque para dejar los trastes en el fregadero.
–¿Estas bien? – ella se sobresaltó, pero no se giró.
–Sí, lamento que tengas que presenciar eso– la voz le sonaba ronca, estaba llorando, le puse las manos sobre los hombros.
–No tienes que disculparte– lentamente se giró, tenía el rostro rojo y los ojos llenos de lágrimas. –hey– me atreví a limpiarle las mejillas con los dedos, se quede de piedra bajo mi toque.
–Eh– la mire a los ojos, ¡madre, santa! Deseaba besarla en ese momento, pero no era tan atrevido, así que me limite a ofrecerme ayudarla a lavar los platos. –gracias, no tienes que hacerlo.
–No es problema. – nos volvimos al mismo tiempo y mientras yo fregaba, ella enjuaga y secaba.