Capítulo 1: La Propuesta que Voló mi Mente
Capítulo 1: La Propuesta que Voló mi Mente
En esos rascacielos que decoran el skyline de la ciudad, ahí estaba yo, Alexandra, una ejecutiva que ya pasaba de los treinta, embutida en la rutina de mi vida laboral. Mis días eran puro trámite, llenos de negocios millonarios y acuerdos estratégicos. Hasta que un día, mi jefe, el astuto Jonathan Parker, me lanzó una propuesta que ni en mis sueños más locos habría esperado.
En la sala de reuniones de la ostentosa oficina, con vistas panorámicas de la ciudad que competían con la intensidad de la charla, Jonathan soltó la idea de un matrimonio de conveniencia. La cosa era así de sencilla pero también de impactante: casarme con mi colega Daniel para cerrar un trato que iba a cambiar el destino de la empresa. La idea de sacrificar mi independencia personal por el bien de la compañía chocaba con todo lo que creía, pero la perspectiva de mantener mi posición y frenar a la competencia me hizo titubear.
Así que, entre el brillo del acero y vidrio de la sala de reuniones, accedí a la propuesta, cerrando un trato que iba a hacer que mi vida diera un giro inesperado. El siguiente paso: organizar una boda de mentira que convenciera a los inversionistas de que este matrimonio era más sólido que una roca, y así, cerrar ese trato que cambiaría el rumbo de la empresa.
La boda fue un evento sacado de portadas de revistas, con detalles meticulosamente elegidos para mantener la farsa. Mientras caminaba hacia Daniel por el pasillo, mi colega de apariencia distinguida, me preguntaba cómo esta farsa afectaría mi vida personal. Pero la sorpresa real vino después del intercambio de votos ficticios, cuando me di cuenta de que, entre tanto teatro, algo genuino estaba naciendo.
Con los flashes de las cámaras iluminando mi camino, sentí la mirada de Daniel, y en ese instante fugaz, algo más que actuación se asomó. La tensión, la sorpresa y un poquito de complicidad se reflejaron en sus ojos. Este matrimonio de mentira, pensado como un simple movimiento empresarial, empezó a hilar conexiones invisibles que nos unían de una manera que ni en mis sueños más locos hubiera imaginado.
Así que, en pleno jolgorio de la celebración, Daniel y yo, ahora enredados en la danza de una mentira que se volvía cada vez más complicada, nos aventuramos en un territorio desconocido donde la realidad y la ficción se mezclaban, prometiendo desafíos y sorpresas que ninguno de los dos pudo haber visto venir. ¡La vida, amigos, siempre tiene sus giros inesperados!