¡Bueno, la mañana en París se despertó como toda una obra de arte, ¿no? Alexandra y Daniel se levantaron en un apartamento que más parecía un escenario post fiesta. La onda de Emily aún flotaba en el aire, pero con la luz del día, decidieron encarar lo que tenían entre manos y el futuro que les esperaba. La ciudad estaba lista con sus encantos de siempre, pero esta vez, la pareja se aventuró por territorios inexplorados. Se agarraron unas bicis y se perdieron por las orillas del Sena mientras el sol jugueteaba sobre el agua. El río, testigo mudo de sus charlas sinceras, escuchó risas y confesiones mientras intentaban entender en qué punto estaban en este nuevo capítulo de su historia. El destino los llevó a un rinconcito olvidado del viejo París. Un café chiquitito al borde de una plaza

