Comienza

2089 Palabras
Me asignaron un escuadrón de 18 soldados y a mí como capitán. Transcurrimos un buen trozo de camino en aquellas ruinas, sentíamos ojos viéndonos por todos lados y teníamos las armas preparadas para cualquier ataque que llegase a presentarse. De un momento a otro ya no sentíamos aquella fatiga por avanzar y decidimos acampar en el medio del camino con esperanza de llegar al amanecer en el punto de meta, montamos el campamento, nos dispusimos a comer y beber, todo para recuperar fuerzas y pasar un buen rato juntos como equipo. Pero no duro mucho como todo en esta vida, escuchamos unos pasos y no eran suaves de aquellos que suenan ligeros como si tuvieses zapatos de porcelana. Y, la verdad me impresiono mucho cuando vi que realmente eran zapatos de porcelana, ligeros, hermosos y elegantes. De una oscuridad inmensa sobresalió una figura femenina, su cabello desprendía fuego azul de aquel que muestra ser noble pero a la vez implacable,  era muy esbelta y bella. Su altura no era común para una mujer, podría llegar a medir dos elfos adultos pero eso no dejaba que fuese el prospecto de chica que cualquier humano de sexo masculino desearía. Ella, detuvo su paso a unos 5 metros de nosotros. Ya todos estábamos listos para desenfundar las espadas y caernos en ciclo como dicen nuestros antepasados. Pero aquella mujer nos preguntó: – ¿Qué hacen aquí, elfos? –. Junto sus manos como si rogara por algo importante – ¡no tienen nada que hacer aquí! –Dijo–, con sus armas y en busca de pelea, saben muy bien que no ganaran por más que lo intenten! No supimos que sucedió, y de un momento a otro uno de nuestros compañeros que era muy fuego salvaje, la ataco… solo desenfundo su espada y se dispuso a atacar, aunque era veloz y ágil, no fue suficiente para ella. Sus manos pasaron de una súplica a la creación misma. En nuestras vidas nos enteramos de que alguien podría crear de su propio cuerpo un arma. Si, así es un arma y no era cualquier arma pues a metros de distancia se notaba era legendaria, de aquellas que contaban los ancianos que eran capaces de escoger a sus dueños y hasta podían hablar con ellos o les brindaban habilidades en la batalla. Aquello era realmente increíble de ver, no solo increíble si no fantástico. Aquello, paso de ser algo interesante y hermosos a un espectáculo de horror, la sangre de mis compañeros fue cayendo de uno en uno, no importaba si saltaran con las mejores espadas hechas con la mejor energía en dirección directo a la yugular, o que los mejores tiradores con sus arcos creados de los mejores materiales existentes apuntaran en todas direcciones con sus habilidades, nada funcionaba, ella solo los atravesaba, cortaba, desmembraba y desangraba. Como si fueran caramelos melosos de mermelada, solo que no en un tono apetitoso. Recuerdo sus ojos rojos mirándome fijamente cuando ya no quedaba ni uno de mis compañeros en pie, esos ojos con sed de sangre y sin una pizca de sentimientos. Esa mujer de verdad debió pasar por mucho dolor o un entrenamiento sumamente difícil como para no sentir nada al matar, lo único que veías le dolía era las palabras que repetía mientras empuñaba su espada reluciente y de filo inigualable capaz de cortar lo que se interpusiera en su camino. Aquellas palabras, jamás se me olvidaran pues serian mi dolor más grande. Cuando llego mi turno de morir, ella paro su ataque, se me acerco e intento sonreír, yo realmente no sabía qué hacer. El miedo me petrificaba y mis labios no se separaban, sentía unas ganas inmensas de orinar que no sabía si era el miedo o aquellas copas de vino tinto que Andrue me ofreció y con gusto acepte. –Espera un momento, ¿te orinaste encima? –. Pregunte en tono burlón. –Si Katlie, me orine encima–. Apretó un poco sus manos al igual que sus labios – Y, no fue lindo ¿sabes? Realmente sentía mucho miedo. Pero tu madre tenía otro destino para mí. – ¿Cuál? –Ser su amiga… –Solo guarde silencio total. Luego de sentir esa agobiante falta de respiración en mis pulmones y que mi tráquea se iba rompiendo poco a poco así como mis vértebras cervicales, sentí que desvanecía mi visión y solo llego una imagen a mi mente…mi querida hija y mi amado esposo, no podía dejarlos solos, ellos dependían de mí y mi katlie me esperaba con esa flor en aquella vasija así que definitivamente no podía decepcionarla. Puse mis dos pies en su estómago, me dispuse a recordar perfectamente aquellos ojos rojos que habían devorado a mis compañeros  con tanta hambre y penuria, estire mis piernas y golpee su vientre con mucha fuerza, repetí ese proceso alrededor de 15 veces, no logre hacerle ningún daño en su cuerpo era como golpear hierro firme y seguro… pero ella se fijó en eso con mucha más anterioridad, empezó a lanzarme y abatirme consecutivamente hacia las paredes de las ruinas cada vez con más fuerza que la anterior hasta hacer un desgaste en ellas logrando así un leve desmoronamiento en los lugares donde me lanzo, sangraba hasta por los oídos y no podía más, sentía que mi cuerpo se vendría abajo en cualquier momento, pero vio que no moriría de forma sencilla, así que solo tomo otra decisión… Podía matarme con su espada, haber cortado mis brazos y piernas de un tajo o simplemente romperme el cuello lo más pronto posible; que no era imposible por su cantidad de fuerza impresionante, pero no, ella solo me soltó y poso su mirada en mí. Como si tuviera curiosidad por saber que escondía tras mi valentía y por qué no use armas contra ella. Ella no me inspiraba algún tipo de sentimiento maligno, de aquellos que siempre me hacían querer borrar todo rastro de maldad. Todo lo contrario, de ella no sentía absolutamente nada. Era como tratar con un objeto inanimado, sin calor, sin gestos, sin ningún tipo de sentimiento. En todos mis siglos de vida, jamás había visto nada igual y me generaba mucha curiosidad saber más sobre ella. En unos segundos estaba en el suelo, tratando de recuperar el aire que aquella mujer me había robado con tanta facilidad, ella abrió su boca para hacer un llamado, no sentí miedo, no lo tenía y nunca lo tendré. Ella era luz, resplandor de una mañana recién nacida. Solo con unas palabras aquellas runas que parecían el calabozo más tenebroso, la cueva más peligrosa, el bosque oscuro en el que sabes no sobrevivirás; pasarían a ser aquello que no puedes explicar con palabras porque es lo más bello que ha hecho la madre naturaleza. – Tu madre–. Sonrió tontamente – era una creación hermosa, una creación que algún ser perfecto decidió poner hay para proteger lo que él o ella haya considerado valioso y lo hacía a la perfección. –Admire aquella sonrisa que por su parte poco la había visto, realmente no sabía que decirle. –Ella se llamaba Flow, significaba “Fluir”. – ¿Flow…? no es un poco extraño ese nombre? –¿Acaso Katlie te suena común? – Refunfuño arqueando un poco su ceja izquierda – No, ¿verdad? Y aprende algo niña tonta; de los nombres que tienen las personas en el mundo entero, ni uno solo es normal y eso es bueno, pues cada persona es especial y ocupa un lugar en el universo que hace valor a lo que fue dispuesto. No importa si se repite el nombre siendo igual al de otro ser, en otro plano ese mismo nombre tiene otro significado y así con cada cosa que tiene un orden. –Vale, gracias Klei–. Dije sonriendo – sigue contándome más de mi madre, por favor. –Asintió con una sonrisa. Flow era alguien con un corazón muy grande, pero también podía ser fuerte y soportar grandes retos de la vida. Nos sentamos alrededor de una fogata que hice después de haber pasado un tramo de camino en el interior de las ruinas, todo era hermoso y muy colorido tal como pasar por el medio de un arcoíris, pero el frio era increíble. Pedí un momento y monte la fogata, ya no aguantaba aquel frio infernal, ella solo se sentó a mi lado y empezó a preguntarme cosas como: ¿Qué hacia allí?, ¿porque iba con personas de mal corazón?, ¿venía con intenciones de formar un caos en la balanza o solo por curiosidad? Y si deseaba ser su amiga, obviamente lo deseaba pues ella me daba un montón de curiosidad y quería saber más. Respondí a todas y cada una de las preguntas que me hizo, con la calma y tranquilidad debida, ignorando el frio y el hambre que tenía. Pero, luego ella pregunto: –Tu familia, ¿de dónde saco el conocimiento de la cura a través de las palmas? – ¿De las palmas? –. Pregunte – explícate mejor es que no comprendo. Se acercó a mi juntando sus manos, sentí miedo, pues fue igual que al momento de invocar aquella espada que asesino a todos y cada uno de mis compañeros. Mi sorpresa sobresalió cuando vi que era la misma técnica de mis antepasados, no invoco una espada, no fue más que el inicio del movimiento de invocación junto a otro que por lo visto, significaba la curación pues vi rosar sus manos en mis heridas casi sin tocarlas. Y, efectivamente me curo. Ella sonrió muy ampliamente como loca, solo porque ya no tenía lecciones, al menos no graves. Luego me miro y con voz suave afirmo que se refería a esa habilidad. No respondí nada, pero si pregunte por qué quería saberlo. Soltó una  pequeña lágrima, y me comento que aquella habilidad había sido de su padre, él lo había anotado en su diario de sueños, pero este había sido robado por un duende que ayudo hace miles de años atrás. Era su mejor amigo, y en avaricia por conocer el secreto que pregunto tantos años con hambre. Tomo el diario mientras padre descansaba en su plano y corrió fuera de estas ruinas. Como ya debes suponer, padre despertó y cayó en un huracán de enojo, desplomando todo a su paso y aun con madre abogando por su bienestar solo no quiso escuchar. Decidió expulsar a aquellos seres quienes fueran diferentes a nuestra procedencia, sin importar cuan valientes y determinados fueran en sus batallas. Miles murieron luego de padre retirar su apoyo en que ganasen las batallas contra otros reinos, nunca madre naturaleza vio caer tanta sangre y desesperación sobre sus tierras. Para parar todo, madre le grito a padre que todo aquellos seres que nacían de sus manos y su gracia, ya no yacían en su poder y por lo tanto padre no tenía control alguno sobre los seres que habitaban el planeta. Madre amaba a padre y le dio el beso más dulce que jamás le había podido dar, y entonces, padre durmió durante muchas décadas, todo volvió a ser como cuando él estaba en mando. Y nunca nadie se enteró que madre fue quien hasta hoy día, gobierna el mundo y que padre lleva el título de honor en todo.  Después de aquel día lleno de miseria y dolor; me comento un dato sobre mi r**a que nunca había pensado escuchar, siempre creí que mis antepasados habían sido seres de luz pura y que solo habían ayudado a la humanidad pero no era así, una parte de eso era mentira. Aquel duende que había sido tan cruel con su padre, dio el diario a mis antepasados, a cambio de que le proporcionaran una gran cantidad de monedas de oro, lo suficiente para vivir por el resto de su vida encerrado y mandando como los reyes mismos. Entonces, los ancianos aprendieron aquella habilidad hasta llevarla a cabo perfectamente y con el pasar de los años, en menos de lo que ellos esperaban, ya la habían dominado y estaba en circulación por todos los pueblos y aldeas, con la meta de serle útil a aquellos elfos que quisieran aprender sobre la curación y ser tanto eficaces como útiles en la batalla. Aquel don que podía aprenderse solo poniendo tiempo y dedicación, había sido corrompido y robado por alguien que claramente no esparciría de quien provenía realmente el conocimiento.
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