—Davina, piensa con la cabeza fría —le rogó Valeria, con una mezcla de desesperación y miedo en los ojos. Pero Davina negó con firmeza, sus manos temblaban ligeramente, y en sus ojos había una decisión casi trágica. —Entiende, Valeria, si me niego a lo que el CEO Rinier quiere... —Su voz se quebró un instante antes de continuar, recuperando el tono áspero—. ¿Qué crees que pasará? Me va a enviar a la cárcel. ¿Cómo crees que podría salir de ahí? No importa cuánto dinero tengas, ningún abogado podrá contra él, y tú lo sabes tan bien como yo. Davina sostuvo la mirada de su hermana con una mezcla de resignación y determinación que hizo que Valeria titubeara. —Dime, ¿de dónde conseguiste el dinero? —preguntó Davina, sus ojos escrutadores captaron el destello de culpa en el rostro de Valeria.

