Abril Desperté aterrada por un golpe horrendo, me senté en la cama y unos brazos me recibieron, envolviéndome con fuerza. Quise resistirme, pero cuando me di cuenta de con quién estaba, Joseph, lo abracé más fuerte todavía y lloré sin vergüenza. ―Ya pasó, princesa, tranquila, ya pasó ―me dijo al tiempo que acariciaba mi cabello con excesiva suavidad―. Sht, tranquila, mi niña, tranquila, princesa, ya pasó, ya pasó. ―No… Está enojado… Yo no quiero… Va a venir por mí. ―No podía evitar estar aterrada. ―No, princesa, no. ―Sí… Está enojado, ese golpe ya lo he sentido antes y estoy segura de que él lo provocó y es porque está enojado. ―Sí, está enojado, pero no contigo. ―Pero yo no quiero que me vuelva a… ―Los sollozos no me dejaron continuar. ¡Tenía tanto miedo! Quería gritar,

