«Aula: 001»
Leí el cartel sobre la puerta, aunque la sala era muy amplia, estaba abarrotada.
Me vi rodeada de chicas agolpadas las unas contra las otras en busca de una mesa. Era difícil que todas nosotras entráramos en esa clase, la prueba de acceso sí era importante después de todo.
Conseguí llegar hasta una de las mesas en la última fila y descubrí horrorizada que estaba limpia, este instituto no tenía nada que ver con el que antes era el mío, echaba de menos el detector de metales en la entrada, ahora tenía ambientadores con olor a jazmín.
Eran las 9:02 cuando llegó la profesora con los exámenes, para entonces ya llevaba dos minutos en paro cardíaco.
Traía todo lo necesario: fotocopia del DNI, el impreso de matrícula, la copia de la carta de pago...
«Roxane Storm» escribí en la parte de arriba de la hoja en blanco. Todavía no nos habían entregado la parte con las preguntas pero ya estaba mordiendo el boli por los nervios.
—Hey, tranquila.—a mi izquierda se sentaba una chica con una mezcla poco común de ojos azules y piel oscura, me pareció guapa incluso a mí.- Toma esto, sabe mejor que el boli.- me ofreció un chicle de menta y una sonrisa, yo respondí con otra.
—Gracias.— susurré antes de que dejaran las hojas en nuestras mesas.
Escribí mi nombre de nuevo y comencé a masticar el chicle, desatando otro tic que consistía en mover el pie dando golpecitos en el suelo.
Creí estar destinada al fracaso cuando escribí «Roxane Storm» en el espacio para el nombre y después descubrí que había otro hueco para el apellido.
Sin embargo, cada pregunta que contestaba era más fácil que la anterior, era un examen hecho para aprobarlo, servía para hacer creer a los padres que sus bellas hijitas habían logrado algo.
Salí bastante más calmada, tuve que despedirme con un gesto de la chica de la mesa de al lado porque mi madre se acercaba para avergonzarme.
—Vamos, quiero ver cómo está Fylgja.— la intercepté como a una pelota y la mandé de vuelta al coche.
—¿Qué tal?—levanté los pulgares, no iba a destrozar su ilusión de tener una hija inteligente. Ya solo tendría las preocupaciones de ser la nueva en el lugar sin conocer a nadie.
—¿Os quitáis del medio?— ni siquiera estaba hablando conmigo, pero su voz llegó hasta dónde yo estaba.
No sabía quién era, sin duda destacaba al ser el único chico que no tenía edad para ser uno de los padres.
Me pareció bastante alto,claro que yo mido 1,63 y todos me parecen altos.
Aunque el resto de su cuerpo también estaba algo musculado, su espalda era impresionante, todo un reclamo para mis hormonas descontroladas.
Su pelo era castaño con reflejos más claros,y liso aunque estuviera despeinado.
Tenía unos ojos azules grandes y algo almendrados, los labios carnosos y el puente de la nariz salpicado con pecas que se extendían por los pómulos.
Su ropa parecía sacada de tumblr, un pantalón vaquero n***o con rotos, botas militares de otro tono de n***o más brillante, una camiseta básica blanca y una chaqueta vaquera con un parche de «where is my mind?» en la espalda. Me gustaba el toque grunge.
Había conseguido intrigarme, con solo una orden en tono borde a un grupo de padres de alumnas.
—Gracias.—añadió sarcástico al pasar entre sus miradas por encima del hombro.
Le seguí con los ojos, mi madre estaba charlando con las otras señoras que acababa de conocer, maldije lo sociable que siempre era ella, por culpa de ello estaba sola cuando le vi avanzando por el pasillo.
Apartaba a todo aquel en su camino con comentarios tan afilados como garras clavándose en la piel de sus víctimas.
Estaba a un par de metros cuando yo me aparté de su trayectoria, era tan agresivo que no quise probar su paciencia.
Al pasar frente a mí, dirigió un barrido completo desde la punta de los zapatos hasta el último pelo de mi cabeza.
Tragué saliva con un miedo totalmente irracional pero aún así ese extraño deseo.
No dijo nada, simplemente continuó su camino y yo volví a respirar, había dejado una estela de olor a incienso flotando en el aire.