
Maldije una vez más, la espada de doble filo en mi mano se sentía pesada. Me abrí camino hacia un barranco, pero era otra trampa. Un espejismo para los que intentan irse. Ya conocía estos lares y me sentía como en casa, pensé que yo seguiría siendo parte de todo esto... El trato me salvó de seguir aquí.
"Seras parte de nosotros, por la eternidad. No tendrás escapatoria, no tendrás esperanzas, no veras la luz, no sabrás lo que es vivir con un alma... A menos claro que..." —sentí un nudo en mi garganta. Estaba tan nerviosa, ¿a menos qué? Eso era lo último que me salvaría la vida. —"Hagamos un trato, bonita".
