Prólogo

709 Palabras
Prólogo A mis 21 años había oído y vivido tantas cosas inesperadas; sin embargo, aquello que acababa de escuchar no solo no tenía sentido, era algo impensable, una completa locura. —¿Entonces, cuál es tu respuesta? —¿Que cuál es mi respuesta? —dije incrédula ante su insistencia—. ¿Ha bebido, verdad? De lo contrario, no encuentro otra lógica para entender la razón de su pregunta. —No necesitas encontrar la razón, pequeña. Simplemente es una propuesta. Su forma de referirse a mí hizo que la sangre me hirviera y tensara los puños ante su insolencia. —Luna —le aclaré con firmeza—, ese es mi nombre. No soy ninguna "pequeña". Tengo 21 años, una profesión culminada y me gradué como la mejor de mi facultad. Así que, al referirse a mí, hágalo con respeto. ¿De acuerdo? Ante mi respuesta, él levantó una ceja, manteniendo sus dedos entrelazados y los codos apoyados sobre su escritorio, mientras su espalda descansaba en el respaldo del asiento. Pude notar cómo sus ojos me repasaban de pies a cabeza en absoluto silencio. Era como si analizara mi expresión y postura, pero también había algo más, algo que hacía que sus ojos brillaran. —De acuerdo, Luna. Entonces, ¿cuál es tu respuesta ante mi propuesta? Sintiendo el fastidio correr por mis venas, lo miré furiosa y le respondí: —Casarme con usted sería lo último que haga en la vida. ¿Me escuchó? ¿Qué le hace creer que me desposaré con el hombre responsable de la muerte de mi padre? ¿Acaso está completamente loco? ¿O tal vez sus millones finalmente le fundieron el cerebro y ya no es capaz de razonar? —espeté con indignación. Sin embargo, él ni se inmutó. —Tengo las manos limpias. Que tu padre haya tomado un arma y decidido volarse los sesos no es problema mío. Ante su respuesta fría, lo miré como lo que realmente era: un ser detestable y horrible. —Ni siquiera muestra remordimiento… —¿Por qué tendría que sentir remordimiento? Solo tomé lo que era mío. Así son los negocios. Sintiendo un profundo odio, acomodé mi bolso sobre el hombro. —Me largo de aquí. Di media vuelta con la intención de dirigirme a la puerta. Sin embargo, cuando estaba a punto de salir, él finalmente se levantó de su escritorio y me llamó: —Luna, mi propuesta sigue en pie. Si cambias de opinión, estaré aquí. Entonces volteé. Al estar ambos de pie, pude notar la diferencia de altura entre nosotros. Cuando lo vi sentado, pensé que teníamos la misma estatura, pero al verlo de pie, era clara la ventaja de él. Su cabello oscuro, sus ojos azules, la mandíbula perfilada… Estaba totalmente vestido de n***o, como si llevara el luto en su ser. Lo admitiré: era bastante atractivo. Sin embargo, a mí no me engañaba. Esa apariencia solo era una de sus tantas armas para sus actos llenos de frialdad. —No entiendo qué es lo que pretende. Ya le quitó lo único que tenía a mi padre, ¿y ahora no se conforma con eso? ¿Qué quiere, atormentarme obligándome a ser su esposa? —Estás completamente equivocada. Yo no obligo a nadie. Quiero que seas mi esposa, pero no por obligación. Deseo que sea por elección. —Llámelo como le dé la gana, pero el fin es el mismo. ¿Qué es lo que quiere de mí? ¿Acaso desea humillarme, burlarse de mí, o tal vez acabar con lo último que le quedaba a mi padre? —Tus suposiciones están muy lejos. Sin embargo, mi propuesta se mantendrá. Sé que cambiarás de opinión y, al final, vendrás a mí. —¿Pero quién se ha creído? ¡De ninguna manera! Eso no ocurrirá ni en esta, ni en ninguna otra vida. ¿Me escuchó? ¡Nunca! Métaselo en la cabeza: nunca seré su esposa. Y sin darle más tiempo a responder, salí furiosa de su despacho, encontrándome en la puerta con un hombre que custodiaba la entrada. Tan pronto como salí de la casa de ese hombre, abordé mi pequeño pero cómodo auto, el cual encendí sin pensarlo dos veces. —Víctor Viteri, nunca me casaré contigo.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR