Elena sintió ahogarse mientras la opresión en su pecho crecía y amenazaba con tragársela, no sabía exactamente la razón de aquel sentimiento. Únicamente podía sentir como su corazón era arrancado sin piedad y clemencia de su cuerpo.
—André —susurró mientras su mundo era sumergido en el mundo de los sueños.
«Elena sonrió al sentir la calidez de aquel beso sobre su frente. Su cuerpo gritaba adolorido producto del reciente encuentro con André, hasta horas atrás un completo desconocido.
—Creí que seguías dormida.
—¿Quién podría dormir contigo a su lado? —respondió con voz sensual.
—Eso es un halago, o…
—Tómalo como mejor te parezca André, pero creo que una noche no será suficiente para mí contigo.
—¿Te has enamorado de mí? —bromeó André con los ojos brillantes de deseo.
—¿Realmente?, no lo sé, hace mucho tiempo le cerré las puertas al amor, cupido se ha equivocado conmigo muchas veces —susurró acomodando su cuerpo sobre el cuerpo masculino. Elena deseaba más de ese calor.
—Vaya, al parecer ambos sufrimos el mismo mal. Esta noche no iba con intención de amanecer con ninguna mujer, pero míranos aquí tú y yo —sonrió y Elena correspondió esa sonrisa que sin saberlo le estaba robando el corazón.
—Nunca falta un roto, para un descosido —bromeó Elena y el sonido de la carcajada de André le calentó el corazón, su aventura de una noche amenazaba con convertirse en algo más y la idea le fascinó tanto como le causó temor.
¿Crees en el amor a primera vista? —preguntó.
Era una tontería hacer esa pregunta, ella, con varias relaciones fallidas a cuestas, pero sentía que André era el hombre indicado. La razón por la cual sus anteriores relaciones habían fracasado, porque ninguno de esos hombres era el hombre que ella necesitaba en su vida.
Elena recordó a algunos de sus ex parejas, luego de unas semanas parecía ser que el hechizo de amor se rompía, encontraba siempre un defecto en ellos que terminaba por alejarla y poner fin a sus relaciones.
André era todo lo contrario, no lo estaba buscando, había llegado solo y accidentado. Sonrió al recordar cómo había terminado a horcajadas encima de él.
—No —André hizo una pausa —. No creía en el amor a primera vista Elena, pero contigo pasó exactamente eso.
André se giró sobre la cama para que sus ojos se encontraran con los de Elena, que esperaba expectante las palabras que André fuera a decirle.
—Me robaste el corazón a primera vista, cuando sentí tus hermosas y redondas nalgas sobre mi… sentí que había encontrado el lugar perfecto.
Elena se sonrojó al escuchar las palabras de André. No era una niña, ni una virgen en su primera vez. Pero era así como se estaba sintiendo con las palabras del hombre.
Se sentía en casa, era el clic que tanto había deseado sentir e incluso había buscado por mucho tiempo, pero bien dice el dicho que antes de encontrar al príncipe tendría que besar muchos sapos.
—¿Estás seguro que solo han sido por mis redondas y hermosas nalgas? —provocó perdiendo la vergüenza nuevamente.
—No, no ha sido únicamente tu cuerpo Elena, ha sido algo mucho más que eso.
Elena sonrió con la esperanza de que su aventura no terminara esa mañana al despedirse de André, esperaba volver a verlo y tal como era su deseo, había sido así».
—Elena, cariño por favor reacciona.
Elena sintió dos pequeños golpes sobre su rostro y una compresa de agua fría sobre su frente. Abrió los ojos para darse cuenta que no estaba en la cama con André, sino en su habitación en casa de sus padres.
—¿Qué ha ocurrido? —preguntó sintiendo que el corazón se le volvía a estrujar.
—Te has desmayado cariño, gracias a Jeda que te sostuvo a tiempo no terminaste sobre la grama —la voz de su madre mostraba preocupación.
—Estoy bien, lamento causarles preocupación —dijo bajando la mirada, no sabía siquiera porque lo hacía.
—Ya creo que estas bien, el doctor te ha revisado y ha pedido que te realices algunos exámenes para descartar cualquier problema de salud y estoy de acuerdo con él. Mañana mismo iremos al hospital —dijo sin darle oportunidad de negarse.
—Claro mamá iré a donde tú quieras, pero por ahora quiero dormir, me siento aun mareada —dijo cuando en realidad quería llamar a André, estaba desesperada por escuchar su voz, sentir el calor de su piel junto a su cuerpo que parecía estar enfriándose con cada minuto que pasaba.
—Por supuesto querida, descansa —dijo su madre con evidente preocupación.
Elena esperó a que su madre abandonara la habitación para coger su móvil, que había dejado olvidado sobre su mesita de noche. Su corazón latió emocionado al ver el mensaje de André.
«Te amo»
Era un corto pero profundo mensaje. Revisó nuevamente el móvil para darse cuenta de las llamadas perdidas que tenía se sintió terriblemente culpable por su descuido, marcó el número de André sin ninguna respuesta de su parte. Observó la hora y comprendió que a esa hora no le respondería, pues pasaban de las dos de la mañana. Decidió dormir.
La mañana llegó y con ella la desazón, pues André no respondió ninguna de las llamadas hechas por Elena.
La intranquilidad se apoderó de ella, se lamentó profundamente no haberle pedido el número de su oficina, pero no quería parecer una novia tóxica y ahora lo que parecía era ser una novia irresponsable, no tenía un número de emergencia a donde llamar para saber sí él estaba bien o no.
—Calma Elena, las malas cosas siempre son las primeras en saberse —se dijo, para consolarse. Tenía una cita con el doctor y su madre no la dejaría faltar por nada del mundo.
El sonido de los toques a la puerta le hicieron centrarse en el presente.
—¿Cómo estás? —preguntó Jeda con una ligera sonrisa en los labios.
La mujer se había preocupado ante el desmayo de Elena y sobre todo por la cortada que se había hecho en las manos que ella parecía ignorar.
—Preocupada, André no responde las llamadas, temo que algo malo le suceda —dijo llevándose una mano al pecho.
—Tonterías, ¿qué puede pasarle? —soltó Jeda en tono molesto.
La preocupación de Elena no le permitió ver el gesto de su amiga.
—Quiero verlo Jeda, necesito saber que está bien, pero ahora debo asistir a la cita con el doctor o mi madre no me dejará tranquila. Podrías tratar de buscar en el directorio su número, necesito llamarle después de la consulta —dijo atropelladamente.
—Lo haré por ti, ahora baja tu madre espera —dijo con una sonrisa forzada.
—Gracias.
Elena salió de su habitación seguida por su amiga. Tenía hambre, demasiada que sería capaz de comerse todo lo que en la cocina estuviera preparado, pero su madre le dijo que debía ir en ayunas y tendría que aguantar, solo esperaba no terminar desmayada nuevamente por la falta de azúcar en su cuerpo.
—¿Estás lista, cariño? —preguntó Eleonor al ver a su hija bajar las escaleras.
—Sí, tengo hambre, pero supongo que debo soportar un poco más —dijo con una sonrisa —. ¿Nos vamos?
Elena no podía apartar la sensación de miedo de su cuerpo, no discutió con su madre por ir con el chofer, por primera vez lo agradecía. Las manos le temblaban y su visión era borrosa por momentos, culpo a la preocupación y la falta de cafeína en su sistema.
Llegaron a Strong Memorial Hospital, luego de varios minutos, Elena realmente no se preocupó del tiempo, tenía el estómago revuelto y las náuseas amenazaron con dejar su garganta. Era una sensación espantosa, sumada a todas las emociones se sentía terriblemente mal.
—Vamos hija el doctor Anderson espera —urgió su madre.
Elena salió del auto, observó el hospital y el cuerpo le tembló. No entendía la razón, sin embargo el frío recorrió su cuerpo de pies a cabeza.
—¡Necesito un baño! —dijo antes de salir corriendo en busca de un servicio.
Mientras tanto en una habitación de ese mismo hospital. André sintió un terrible dolor de cabeza que abrir sus ojos le fue imposible, pensó que jamás una borrachera le había dejado tan mal. Se llevó una mano a su cabeza tratando de recordar, su cuerpo también dolía y… sintió la venda alrededor de su cabeza.
—¡André! —la voz de su madre captó su atención, sin embargo vendado como estaba no podía orientarse.
—¿Mamá? ¿Qué ha pasado? —preguntó mientras intentaba mover uno de sus brazos, pero se sentía tan pesado que le fue imposible.
—No cariño, no te muevas, tienes el brazo fracturado —dijo con apremió.
—¿Qué?
—Cariño, ¿no recuerdas nada? —preguntó Christine, tenía los ojos irritados de tanto llorar y por pasar la noche en vela, desde que fue notificada del accidente de su hijo, sintió que había envejecido veinte años más y que su alma moría un poco más.
—No, lo último que recuerdo fue haber hablado contigo, ¿Dónde estoy? ¿Por qué tengo vendado los ojos? —preguntó para volver a tocar la venda por encima de sus ojos.
—Sufriste un accidente cariño, un vehículo pesado se saltó un alto y fue a impactar con tu auto.
El recuerdo se abrió paso en la mente de André, el miedo que sintió al ver al vehículo de carga pesada venir directamente hacía él.
—¡Elena! —gritó al recordar que ella había sido su último pensamiento.
Christine imaginó que Elena era la mujer con quien su hijo pensaba casarse y a quien no le había informado del accidente, pues no la conocía, su hijo aun no la presentaba formalmente y el móvil se había perdido en el traslado de André a la clínica.
—Lo siento cariño, no tengo su número y tu móvil se ha perdido, ¿puedes recordarlo para llamarle? —preguntó, André asintió se sabía el número de memoria, sin embargo su respuesta fue interrumpida por la presencia del doctor.
—Buenos días, soy el doctor Roberts del hospital Eye Center Of New York —se presentó el hombre de bata blanca.
—No entiendo, ¿por qué necesito un oftalmólogo? —preguntó André.
—Señor Miller, lamentablemente el accidente sufrido le ha provocado traumatismo ocular, necesitamos hacerle una serie de estudios para ver en qué grado se verá afectada su visión.
André sintió su cuerpo enfriarse.
—Quíteme las vendas doctor —pidió.
—No puedo hacer eso señor, yo…
—¡Que me las quite! —gritó llevando su mano sana hacia la parte de atrás de su cabeza.
—Por Dios, hijo cálmate —pidió Christine ante el comportamiento de André.
—¿Doctor? —preguntó André antes de apartar la venda de sus ojos por su cuenta.
—Hasta ahora el pronóstico no es definitivo señor Miller, pero existe la posibilidad de haber perdido la vista.
André sintió como si le hubiesen dado un golpe sacando todo el aire de su cuerpo, él podía haber quedado… ¿ciego?