Capítulo 4

1125 Palabras
Las familias fuertes nunca mueren, generación tras generación, aunque muchos siempre perecen, cada grimorio encuentra un sucesor. Revisé el grimorio varias veces con la seguridad de que algo había salido mal en alguna parte, tal vez en las letras pequeñas, si es que existían. Analicé el título, convocar un ser protector, miré la imagen y noté una inscripción debajo de esta, había encontrado las letras pequeñas. Me acerqué a la página un poco más para leer mejor, la escritura venía realmente en miniatura. —¿Hasta cuándo vas a dejar de ignorarme, niña? —el gato habló de nuevo, era un tanto gruñón y puede que hasta grosero. —Estoy ocupada —le dije y lo miré de reojo para asegurarme que se encontrara en la cama, justo donde lo había dejado. Sus ojos me miraban con cierta desconfianza e impaciencia, ya empezaba a conocer su carácter. —Podría ayudarte —dijo y se lamió una pata, entonces al darse cuenta de lo que hacía se detuvo de golpe y miró la pata con enfado. —Calla, intento leer —le dije. —Tardas mucho —dijo y lo vi levantarse en sus cuatro patas para acercarse de forma sigilosa hacia mí, sentada en el suelo con mi espalda apoyada contra la pared. El gato se metió sobre mi regazo como si nada y se sentó allí, frente a las páginas del libro. —¿Ser protector? —leyó indignado —, vaya, me parece que te han dado un pésimo servicio. —¿Puedes leer? —¿Si puedo hablar, por qué no podría leer? —No, me refiero a mi libro, solamente yo puedo leerlo por mi sangre, mi linaje… mi conexión por el libro. —Estamos vinculados, ¿recuerdas? Aquí lo dice muy claro… ¿Te suena contrato vinculador…? —explicó molesto. —Áireán —susurró al leer. —¿Qué? ¿Qué significa? —pregunté. —¿Hiciste esto sin saber qué signifi…? No debería sorprenderme —dijo decepcionado, moviendo su cabeza con indignación y molestia por todo lo ocurrido. —Invocaste un ser nocturno, me invocaste a mí… Aquí en la inscripción dice que cambiaras aquella palabra para dar más precisión a lo que deseabas, pero, tal parece tu familia tiene más conexión con los seres nocturnos; sin embargo, no creo que con ello se refirieran a un ser como yo —comentó pensativo mientras se giraba para darme una mirada. —¿Qué clase de ser eres? — le pregunté. —Uno muy peligroso… —O muy adorable —dije al ver su carita esponjosa. —Adorable mi… —se detuvo y entonces gruñó —, tienes que arreglar esto. —Aquí no dice nada sobre cómo arreglarlo —confesé. La campana de la hora de dormir se escuchó y me levanté en un salto, tomando por sorpresa al gato que corrió fuera de mi regazo. Necesitaba ponerme mi camisón blanco para dormir y pararme fuera de mi puerta para la revisión diaria, se aseguraban que todos estuviéramos en la casa. —¿Qué haces?  —Necesito que te escondas… debajo de la cama, no pueden verte —le dije. —Ahora, soy tratado como un amante —dijo indignado —pero, sin acción… —¿A qué te refieres? —pregunté confundida mientras buscaba el camisón en la vieja cómoda donde tenía mi ropa. —¿Entonces, tu familia no te deja tener mascotas? —cambió el tema por completo. —No, no es bueno crear relaciones afectivas, te debilitan y yo no sé qué otras cosas. Madre siempre lo repite, pero mi mente se pierde en algún momento de la conversación —dije y encontré el camisón blanco —. Bastian, date la vuelta —le pedí y él con cierta burla se metió debajo de la cama. Me puse el camisón y salí al estrecho pasillo Blanca y Carmen ya estaban allí, mi puerta era la última y las de ellas las primeras, mis dos vecinas habían muerto el mes pasado en una misión en la que se toparon con un demonio de sangre, según dijo Madre. No pudimos encontrar sus cuerpos y francamente lo agradecía, muchas sufrían cuando revivían, empezaba a ver la muerte como una forma de liberarse de esta casa; pero, yo no la deseaba de ningún modo. Me gustaba vivir, sentir el aire en mi piel y ver los atardeceres, aprender hechizos y sentir mi corazón palpitar con fuerza cuando la emoción me llenaba de alegría y sorpresa. —Ailish —Madre dijo mi nombre y me trajo de regreso a la realidad —hazte a un lado, revisaré tu habitación, nada de animales esta vez —no tuve tiempo de responder, ella entró de inmediato y dio dos toques al suelo con su bastón. Se supone que algo apareciera; pero, estaba libre de evidencias. —¿Madre? —Ella me miró aún con sospecha. —Nada de mascotas, Ailish, espero finalmente entiendas cuán verdaderas son mis palabras —me dijo con ojos penetrantes que me hicieron sentir indefensa. Entonces se fue y me dejó en el pasillo con las miradas llenas de sospecha de mis silenciosas vecinas, nada amables. —Buenas noches —dije y corrí al interior de mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí, necesitaba tener una buena noche de descanso. Pero, antes… Miré debajo de la cama en busca del gato n***o y no estaba allí. —Ya se fue —me volví a la pequeña ventana de mi habitación y allí estaba él. —Muy inteligente, Bastian —pensé, por eso no lo habían encontrado. —La anciana que vino no me agrada —dijo él —huele mal. —Pero, si usa los mejores perfumes… —No me refiero a eso —comentó —. Bueno, acuéstate a dormir, luces cansada, niña. —Me llamo Ailish —le dije. —No luces como una Ailish, no puedo llamarte así —dijo molesto y bajó al suelo con cierta gracia, ya parecía haber empezado a manejar muy bien su nuevo cuerpo, fuera lo que fuera antes de volverse un gato por mi culpa. —Ya, como sea —no hice más conversación y fui directo a la cama —. Bastian… —¿Qué? —preguntó molesto. —Ten cuidado cuando camines por ahí, algunas chicas aman los sacrificios por esta zona —murmuré medio dormida y creí ver sus ojos abrirse de par en par. Mis párpados empezaron a caer y los sonidos de su respiración y los árboles moviéndose fuera de mi ventana se alejaron de a poco, antes de dormir creí escucharle decir. —Por eso odio las brujas.
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