Anabella suspiró cuando los labios de Alex recorrieron su cuello expuesto. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan bien y feliz hacia tanto tiempo que casi había olvidado el sentimiento de pertenencia. Los labios de Alex recorrieron el pecho desnudo de Ana, mientras sus manos acariciaban sus costados, sus muslos internos hasta llegar a su sexo húmedo. —¡Ah! —Ana curvo su columna para tener más de aquel suave toque sobre su monte de venus. —Te amo, lo eres todo para mí —susurro Alex a su oído mientras se abría paso en su interior. Era la entrega más sublime que podía haberse imaginado. No recordaba si quiera como habían llegado a su habitación después del beso apasionado en la pista de baile. No recordaba siquiera la mirada de los invitados y de sus padres cuando se marcharan en mitad d

