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¡Devuélveme a Mi Hijo!

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el amor después del matrimonio
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Oficina/lugar de trabajo
novela policiaca
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Descripción

¡Devuélveme a mi hijo!

Cuando Ámbar despierta en el hospital su pensamiento de inmediato es preocupación por su esposo, todo en su recuerdo está borrado al menos todo lo que sucedió durante el accidente.

El sentimiento de devastación la inunda cuando le informan que a fallecido tras del aparatoso accidente y que ella además tiene casi siete meses en coma y cuatro meses de embarazo.

Tres años de matrimonio y jamás había logrado concebir ahora estaba sola, con un hijo que no sabía de quién era y el corazón hecho pedazos.

Pronto descubrirá que toda su vida fue un castillo de arena, que la muerte de su amado esposo fue una mentira, Piero está vivo con una nueva esposa y bebiendo feliz celebrando el nacimiento de su primogénito.

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DAMH Part_1
Capítulo 1 ~~~~~ Los ánimos estaban muy alterados, jamás podía conseguir que su marido estuviese contento con lo que usará o como se arreglará. Debía ser una muñeca y no hablar de más en las comidas de la empresa a las que eran invitados. Y hablar, había sido el problema esa noche --Me arruinaste – Piero estuvo a punto de golpearla, pero esquivar a un auto fue más importante en ese segundo. --De verdad perdóname—Ámbar no paraba de llorar—no me pareció mal… --No puede ser que seas tan insignificante, --la adrenalina corría por sus venas la furia la frustración enceguecían la razón –¿Por que tenías que hacerme ver como un idiota? --No vallas tan rápido…,-- el auto zigzagueaba, Piero había tomado de más, y había cometido errores frente a su jefe—¡¡por favor pará!! --Era una oportunidad para una vida mejor, era algo bueno para los dos, por qué todo lo hechas a perder, ¡¡hasta mi vida!! ¡¡¡Cuidado!!!—un golpe violento hizo detener el auto en seco. La parte delantera quedó compactada Abrió Ámbar los ojos frente al auto, de este salía un humo blanco, un auto color n***o con el frente destrozado, --Piero –ella lo busco su esposo estaba inconsciente con un la frente llena de sangre. ~~~~~ *** Unos brillos pequeños y redondos cuelan la luz entre sus párpados, suspira, el cuerpo duele como si estuviera lleno de moretones era evidente, tras el accidente que los llevo a estar ahí. Ámbar abre sus ojos pero sintiéndose venir con la pesadez de un sueño profundo, hay un sabor extraño en su boca, traga. Mueve sus dedos para llamar la atención de alguien, siente un agudo dolor en su cabeza. --Agua—pide pero su voz es un susurro –agua por favor Una enfermera que pasaba por fuera de la habitación noto el movimiento inusual del paciente, se acerca y ve la mano levantarse y mover los dedos. --¡Señorita!-- la juventud en el rostro le adjudicaba un estado de inocencia, Ámbar tenía solo veintitrés años cinco de conocer a Piero y tres años de feliz matrimonio. La enfermera que era recién egresada dicho sea de paso, al observar más movimientos de Ámbar abre su párpado y la iris gira hacia la ella –¿¡Despertó!?— Cloe la enfermera sale a la puerta llamando al médico a grito abierto --Por favor tengo sed—la mujer pidió nuevamente --Un doctor por favor de inmediato – salió a gritar a la puerta luego volvió para comenzaba a revisar sus signos vitales. Unos minutos después un hombre al pies de su cama --Hola Señora Ámbar Grassi, me presento soy Samuel el médico encargado de su cuidado, ¿Como se siente, señora?- era un hombre de barba blanca pulcramente afeitada está frente a la cama de la mujer. Trato de recordar cómo había llegado ahí pero solo había pequeños instante en una pequeña reunión con hombres de negocios y mujeres muy elegantes. Después de eso, todo estaba en blanco. --Doctor me siento fatal, me duele la espalda, las piernas, todo el cuerpo me siento agotada – reconoce Ámbar pues en cada movimiento siente que los músculos se le rompen. Incluso hablar es un poco tortuoso. --Es natural no ha sido fácil, es un milagro que haya despertado—sonríe el medico, con un nerviosismo presente --¿Donde está mi esposo? --Una mirada entre el medico y la enfermera -- ¿Doctor?,… ¿¿Piero está bien?? --Su esposo… --el silencio fue perturbador, inquietante, el retumbar de su corazón fue fuerte en sus oídos -- lo lamento señora su esposo no sobrevivió, hicimos lo que pudimos pero la fuerza con la que salió expulsado de aquel vehículo hizo que se golpeara contra el asfalto, fue muerte instantánea … lo siento La noticia fue cayendo sobre ella de una manera lenta y dolorosa hasta clavar una espina que quemaba su pecho era él quien llenaba su mundo --¡No!,-- el dolor entro como una aguda punzada -- No, no, no ¡nooooooo! ¡Nooooooo! -- la desesperación nació en su corazón comenzó a patalear y golpear con los puños en la cama, era el amor de su vida y ahora estaba muerto no podía creerlo. --Piero, noo, ¡¡¡Piero!!!… -- no quería creerlo --Cálmese por favor señora Grassi, ….un tranquilizante – ordena el médico –ahora debe calmarse no es bueno que se altere – la sujeto de los brazos -- debemos cuidar al bebé pon el tranquilizante ¡¡ya!! -- la enfermera estaba torpe era nueva y estaba tardando en suministrar el medicamento. --¡¡Piero..noo, no está muerto!!-- la enfermera metió un líquido en la vía del suero poco a poco toda la ansiedad fue bajando -- No, nooo Piero, ¡¡mi amor no es verdad!! – el tranquilizante comenzó a actuar de manera rápida, las fuerzas se le acabaron. --Debe tranquilizarse por el bien de su bebé—asegura la enfermera, el doctor le hace un horrible gesto de que ha cometido una imprudencia y que se calle pero es tarde Ámbar a escuchado. --Yo no estoy embarazada –musita con el tono adormilado. Lleva su mano a toca su vientre y siente anormal el pequeño bulto en su vientre apenas perceptible-- ¡U beb…!-- balbucea Ámbar --¡Lo esta! Felicidades— celebra la enfermera con una sonrisa de oreja a oreja Ámbar pierde el conocimiento preguntando; --¿Cuando tiempo ha pasado?—El tranquilizante la haría dormir hasta la siguiente mañana. ***. Los doctores le explican el tiempo que había estado ahí una vez que ha despertado, ella mira a un punto x sintiendo que nada tenía sentido ya. Samuel habla sobre un hombre de buena voluntad el cual estuvo pagando su atención médica y desea mantener su nombre en total discreción. Volvieron a insistir en que Piero salió por el parabrisas pues no llevaba cinturón de seguridad, cuando llegaron fue demasiado tarde. Un pequeño flash de Piero colocándose el cinturón llegó y se esfumó rápidamente. --Casi siete meses -- repite Ámbar -- por eso mismo, yo no puedo tener solo cuatro meses de embarazo. -- nada parecía ser real, cuánto lo había intentado con su esposo y ahora despertaba con esta sorpresa. Era mujer que podía concebir... --Desconocemos señora como ha sido posible eso, incluso ofrecemos disculpas espero podamos llegar a un trato, somos una clínica reconocida un escándalo de este tipo no sería bueno --lo que pensaba Ámbar era aterrador pero la única explicación lógica era que alguien había abusado de ella mientras estaba en coma. --¿Eso es lo que le importa? -- él hombre encogió los hombros. ¿Quien era el padre?, ¿Quién se aprovechó tan vilmente? Había un marea de sensaciones dentro de ella llena de impotencia coraje, tristeza, pero al tiempo alegría, esperanza, ilusión, todo perfectamente licuado entre su estómago y su corazón pero con un ingrediente predominante, miedo. Pero al médico solo le importaba que no dañaran su reputación. --Todo se solucionara. --Déjenme sola… ¡¡lárguense!! La actitud despreocupada de Samuel era detestable pero la vida dentro de ella era la mejor noticia. ¿Si hacia una denuncia podrían quitarle al bebé? Ámbar aunque era hija primogénita de una de las familias más importante y adineradas de Florencia, Franco Leone y su esposa Antonella de Leone, poseían una cadena de boutiques por toda Italia y una acciones de empresa de textiles, su vida era solo ya un bosquejo de lo que fueron sus padres. A lo más que conservaban era una pequeña cantidad de dinero en el banco y su apellido. Ámbar y Elisa sus dos únicas hijas eran las joyas de los Leone, criaron a sus dos tesoros con los más estrictos valores. Y la mejor educación esperando que se conviertan en el mayo orgullo. Pero cuando Elisa tenía 17 años quedó embarazada de un hombre que la abandono sin mirar atrás. El señor al sentirse defraudado la corrió de la casa, a pesar de las súplicas de su madre Antonella no consiguió apaciguar a su esposo. Elisa era fuerte y salió sin mirar atrás. Unos meses después al salir a una cena por su aniversario un conductor ebrio arrojo el auto de los Leone por un acantilado, el final fue trágico, al leerse el testamento toda la herencia fue para Ámbar, el coraje que tenía el padre por Elisa tuvo como recompensa dejarla como ya estaba, en la calle. El testamento se había cambiado recientemente. Ámbar no despreciaba a su hermana así que dividió el dinero, la casa en que se criaron y le aseguro que compartirían las ganancias de la sociedad de la empresa textil, también una suma considerable de millones en el banco. Por alguna razón las boutiques fuera de Florencia desaparecieron o no existían. Elisa hizo su vida muy aparte de Ámbar, le dejo la totalidad de las acciones empresa y la casa, solo se quedó con el dinero que por supuesto no supo administrar. Le pidió a su hermana que volviera a la casa pero no quiso hacerlo. Ámbar no sabía nada de la empresa aún cuando intento aprender, los demás socios hicieron lo que pusieron para quitarle esa participación, ella no tenía que hacer. Con su dinero monto una boutique con el dinero que tenía. Así fue como conoció a Piero, un príncipe de cabello castaño claro casi rubio, ojos color avellana. Este para llamar su atención al verla en la boutique que tenía cuidando del único ingreso que tenia, fingió resbalar y romperse el tobillo para que ella acudiera a su auxilio, y lo consiguió al igual que su número de teléfono y una cita esa misma semana. Piero le bajó la luna y las estrellas, le ofreció una buena vida llena de amor. La llevaba a restaurantes caros le daba joyas y flores cada vez que podía. Cuando unieron sus vidas Ámbar le dio autorización a Piero de manejar su cuenta y la boutique. Le dio poder para manejar su fortuna, con la promesa de mantenerla y multiplicarla. Ámbar se dedicó a ser buena esposa, a lucir hermosa ella tenía bien atendida la casa para Piero y este la mantenía llena de detalles y estabilidad, con el tiempo el fue dejando de ser detallista. Parecía vivir tenso algo en los negocios no estaba bien. Hasta que el le informo que había pedido todo lo que tenía, invirtió el dinero y algo salió mal. Vendieron la boutique ¿Cómo se haría cargo ahora con un ser indefenso estando sola? No tenía estudios nunca vio la necesidad, se valoraba independiente así tendría que buscar un empleo. *** En una de las revisiones que hacía la enfermera pregunto al ver también al doctor acercarse; --¿Cuando me dan de alta?—la angustia sería mayor cuando tuviera que enfrentar el mundo ella sola. Pero acepta quedarse en silencio un ser indefenso estaba dentro, no quería ser señalada. Y era quizás la única cosa que le estaba dando una señal de seguir adelante. --Debemos realizar algunos análisis, tomara algunas semanas – eso parecía extraño, no debería ser necesario su estadía ahí ella podía ir y venir cuando fuera necesario. --¿Semanas?. --Si, semanas – exclamó el doctor, parecía más una orden que una sugerencia. -- Descanse, en una hora le traerán sus alimentos. No tenía mucho que hacer mientras transcurría una hora dormito, acariciaba su pancita imaginaba como sería, si en esa carita podría ver al padre. Borro esa idea y el recuerdo de Piero colocándose el cinturón brinco en la oscuridad de sus ojos. Algo estaba mal. Escucho voces cerca de la habitación, sintió curiosidad, bajo de la cama y se acercó para escuchar, al final del pasillo estaba una enfermera y el doctor que le explicó toda su situación, este parecía preocupado y como si ocultara algo. --Después de la comida hazla dormir, --no era claro lo que hablan ni de quién ---debe perder la noción del tiempo. Esto se salió de control –el doctor parecía muy molesto –Debiste sedarla no llamarme, si ellas nos demanda estamos perdidos. --Lo siento doctor –La enfermera tenía la cabeza abajo – por favor no me despida necesito mucho el trabajo --Debería hacerlo, esto nos puede costar la cédula --No, Doctor mi mamá está muy orgullosa de mi --Niña tonta—apretando la quijada sentía deseos de insultarla, y despedirla pero eso también traería problemas, serían dos las demandantes. --No debería haber despertado y si así fue debía seguir sedada por unos meses más deje la indicación puesta en la hoja de enfermería… --la voz del doctor mientras seguía discutiendo fue haciéndose más pequeña. Ámbar comprendió que hablaban de ella, si permanecía ahí la siguiente vez que desertara ya no tendría al bebé,. No sabia de quién era, ni que haría con el pero sabía que deseaba tenerlo más que nada en el mundo y que ahora que estaba cerca de su corazón no permitiría que se lo quitará. El ruido de unas llantitas de un carrito se aproximaron, esa conversación encendió su alarma esto no le daba confianza. Busco con la vista algo que pudiera servirle para defenderse, la habitación estaba vacía, le costaba moverme lo hacía lento, sus piernas estaba tullidas, volvió a la cama. --¿Como se siente? --Mejor – la enfermera coloco frente a Ámbar un poco de fruta, un recipiente de vidrio con flan y un vaso de agua, los cubiertos era de acero. Mientras comía todo el tiempo la enfermera estuvo ahí cuidando. Por momentos solo pico la comida fue difícil ingerir, sentía un malestar por todo el esófago, como si no estuviera acostumbrada, como si hubiera pasado más de seis meses. Cuando termino de comer Ámbar se dejo el cuchillo entre las sábanas de cama, la enfermera retiro el plato y saco de su bata una jeringa con un líquido. --¿Que es eso?- pregunto Ámbar con normalidad. --Medicamento, todo está bien es algo de rutina – solo dejo que la enfermera introdujera la aguja en el suero --No, nada está bien—saco el cubierto de entre la bata, la clavándolo sobre su misma costilla –aléjate de aquí,- Ámbar se arrancó el catéter del brazo --¡Ya, calma! – exclamó la enfermera, dio unos pasos atrás pegándose a la pared --¡Inyéctatelo!—ordenó Ámbar caminando a la puerta, --Es solo un sedante –Ámbar apunto al vientre propio, ese embarazo era lo más extraño de todo y era lo que quizás lo que más les preocupaba a los encargados de este lugar. Eran su salida --Entonces dormirás por un buen rato, ¡inyéctatelo!– Ámbar logro que la joven enfermera metiera la aguja en su cuerpo. --No llegarás lejos...– comento la chica con la lengua adormeciendo y abanicando sus párpados, el sedante actuó rápido haciéndola caer al piso. Ámbar salió hacia el otro lado del pasillo, siempre el médico salía hacia la derecha, era mejor entonces ir a la izquierda. El hospital parecía vacío escucho voces acercándose, para esconderse se metió en la primera puerta que tuvo al alcance. Era un habitación con uniformes de enfermería se sujeto el cabello oscuro aún su vientre no era muy abultado, pudo fácilmente cambiarse cubrirse el cabello con una cofia y la cara con un cubre bocas así salió sin muchos problemas por la parte de atrás del hospital. Estando fuera se pregunto ¿a dónde ir?, Seguramente al saber su nombre tendrían su dirección, no había nadie junto a ella en el hospital eso era también algo extraño. Por que su hermana no estuvo al pendiente o los doctores no mencionaron que le avisarían de su recuperación. El mundo parecía irreal y normal al mismo tiempo, no había pasado tiempo para ella y aún así el mundo giró sin detenerse, se quitó la cofia y el cubre bocas, el aire era fresco como de primavera no estaba segura en que mes estaba. Cayo en cuenta que estaba perdida, vio un teléfono público y corrió a él pero no tenía con que utilizarlo. --Puede regalarme una moneda – pidió sin pensar a una joven que caminaba junto a ella. La chica observo su estado anímico y su desalineado aspecto no lo pensó saco unas monedas y se las dio –gracias… gracias Entro en la cabina deposito las monedas, espero que alguien le contestará del otro lado apenas escucho el descuelgue se apresuro. --Hola Elisa –marco al único familiar que tenía en ese mundo, su hermana --¿Ámbar?—aquella pregunta sonó como quien siente la sangre caer al piso –¿Ámbar estás viva? ¿Que estaba pasando?, Que broma de tan mal gusto, todo era un caos. --¡Si, si estoy viva!-- la hermana de Ámbar se quedó en silencio, cayendo en cuenta que era verdad Ámbar le estaba hablando por teléfono y tenía que hacer algo rápido. --¡Oh Dios santo Ámbar eres tú!—había una relación cortante entre las dos. Provocada por el shock de enfrentarse con un extraña realidad. --Elisa estoy asustada – sollozo Ámbar --¿Donde estás? voy por ti. ***. Una hora entera recorriendo el hospital y su alrededores, enfermeras y médicos corriendo de un lado al otro. El desprestigio estaba jurado y la furia de un hombre estaba sobre ellos. El médico temeroso sostenía el teléfono, la mano le temblaba --Señor …ella… ella despertó La voz del médico se cortaba, las referencias que tenía de aquel hombre con quién ahora hablaba no eran de honor; frío, cruel y despiadado era lo que lo imponía ante la sociedad. --¿Y? -- respondieron del otro lado con una voz calmada --¿volvieron a dormirla?--la voz del médico se hizo muda, 45 segundos de silencio denso, el miedo corrió por sus piernas haciéndole sentir débiles aún cuando estaba sentado. -- ¿¡Doctor!?-- parecía que aquella voz sonría calmada. --No sabemos dónde está, la enfermera estaba en el piso y sedada la señora Ámbar no está por ningún lado … --¿Que quieres decir imbécil? -- aún la voz pregunto sin alteración. --Escapó señor D’angelo … El corte de llamada sonó con un bip, bip, ininterrumpido.

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