Capítulo 8

1042 Palabras
—¿Estas segura Clarisa? Recuerda que una vez ya firmado no podrás cambiar nada.  —Lo estoy alteza, confío en usted. >.  El heredero sonrió y tomó el contrato ya firmado. Observaba cada facción de sur rostro, como este cambiaba, mas en estos momentos con lo que acababa de hacer la pelirroja. —Entonces, Clarisa, creo que si vamos a comenzar a convivir es apto que comiences a llamarme por mi nombre.  Clarisa solo asintió con la cabeza, no quería verlo, su rostro le intimida a por completo y la ponía con los nervios al cien, mas cuando su facciones eran demasiado tensas. —Está bien alteza, digo Eduardo.  Eduardo la miro unos segundos más, después tomo el folder con el contrato y abrió un cajón de su mesa, lo guardo y lo cerró con llave, al parecer ahí había cosas importantes guardadas ahí.  —Por el momento es todo Clarisa, Patricio dentro de unos días se pondrá en contacto contigo para el primer evento al que asistiremos. Será el cumpleaños de mi hermana menor, la princesa Anastasia, por lo cual tu presencia es fundamental. Por razones de seguridad no puedo darte mi celular, tal vez más adelante te lo de para poder arreglar mejor los eventos, por el momento el que te informará de todo será Patricio. —En cuestión de ... - a Clarisa le era difícil decir que llevaría puesto a esos eventos, si con trabajo ganaba lo indispensable, bueno y algo más cuando hacía horas extras.  —No dudes en preguntar Clarisa, te voy a responder tus dudas.  —Me refiero a la ropa, ¿que vestiré para esos eventos?  —De la ropa, peinado, joyas no tienes por qué alarmarte, yo ya tengo todo planeado, no gastará absolutamente nada de tu dinero, todo eso corre por mi cuenta - Clarisa sonrió y asintió, al menos eso era un peso menos de encima, ¿De donde iba a sacer joyas que costaban miles de dólares? Porque eso ella lo sabía, todo era de diseñador y pagado en dólares.  —¿Algo más que quieras preguntar?  Clarisa negó, tomo su bolso que había dejado en el asiento de a lado y comenzó a levantarse, el heredero la imitó, camino más rápido que ella y como todo un caballero le abrió la puerta.  —Entonces te veré hasta el evento adiós, Clarisa.  Clarisa sintió como el vello de sus brazos se eriza a por la profunda voz del Eduardo. Volvió a pasar por la sala, hasta llegar a la entrada principal, donde bajo unos grandes escalones y fun que Patricio la esperaba.  —Su alteza ordenó que yo le llevara a casa—Clarisa solo abrió los ojos—así que suba señorita.  Clarisa estaba aún confusa con todo este nuevo ambiente, subió a la camioneta, seguida de Patricio quien encendió la camioneta y tomó camino a su pequeño departamento.  Cuando por fin piso el suelo de su humilde morada se sintió muy relajada. Observó a su alrededor y se imaginó como sería vivir en el Palacio. ¡Dios! Ella no estaba acostumbrada a tantos lujos, con el hecho de haber entrado a la sala de oro, era más que suficiente para darse cuenta de que tanto poder económico tenía la realeza.  Por su mente paso que estaba a punto de entrar a todo ese mundo que casi nunca le gustó y no le interesó. >.  Se dirigió a su habitación, busco su ropa para dormir, se cambió y bajo nuevamente para cenar algo, aunque no tenía tanta hambre con todo lo que había pasado. Busco unos huevos en el refrigerador, pero justo cuando cerraba la puerta de este, Clarisa recordó que no había recibido copia del contrato para tenerlo como respaldo, así que regreso a su habitación buscando su móvil y marcó el número de Patricio. —Señorita Hansson, buenas noches, ¿qué sucede? —Buenas noches, le marcaba para decirle que acabo de recordar que no obtuve una copia del contrato, solo para respaldo.  —Lamento mucho que no lo recibiera, mañana lo tendrá en su casa a primera hora señorita.  —Está bien Patricio, gracias, hasta luego —Clarisa dejo su celular en la mesa y se dedicó a hacer su cena, para después irse a dormir ya que su cuerpo lo necesitaba. .  .  .  .  .  .  . . . —Alteza, permiso—Patricio tenía minutos de hablar con Clarisa acerca del contrato, era justo hablarlo con Eduardo. —¿Qué sucede Patricio? —Eduardo coloco su mano en su frente, como si le molestara la presencia de Patricio.  —La señorita Hansson acaba de solicitar una copia del contrato, por lo que quería pedirle de favor si me lo prestará un momento para fotocopiarlo y enviárselo mañana a primera hora. Carlos asintió, tomo la llave de su cajón, inserto la llave y una vez ya abierta agarro el folder, iba a extendérselo a Patricio hasta que recordó lo que debía decirle. —¿Hablaste con la corte real? ¿Les pediste más tiempo? —Lo hice alteza, aceptaron, fue algo complicado, pero aceptaron—Patricio sonrió.  —¿De cuanto es el plazo? —Dos meses y medio alteza, no más.  El heredero suspiro y asintió rendido ante las órdenes dadas por la corte.  —Puedes retirarte Patricio.  Este asintió hizo una reverencia y salió del despacho. Eduardo estaba poco a poco saliendo de control. Sus planes se estaban yendo a la basura, ahora con el plazo de la corte tenía que acelerar sus planes, tenía que hacer que Clarisa contraerá matrimonio con ella lo más pronto posible. Aunque ella no sabía que acepto estar comprometida con él, debido a que no había leído el contrato por completo, ya no había vuelta atrás, lo único que faltaba era hablar con ella de todo este asunto, para poder ir por lo que deseaba. La corona. >.  Y toda Moldavia sería suya…   Los días en el Palacio comenzaban a ser fastidiosos para Eduardo, con la fiesta de celebración de la pequeña princesa Anastasia, todos estaban de un lado a otro con los preparativos. Eso le trajo a la memoria a Clarisa, la mujer que a partir desde el momento que firmó el contrato, aún sin leerlo en su totalidad, acepto de forma legal convivir con el y además de ser su prometida.  Todas las piezas estaban tomando lugar, tal y como él lo tenía planeado.  > Si, eso dentro de poco todos lo llamarían así. El poder estaba a punto de estar en sus manos y no había nada que lo pudiera detener.           
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