Diseñando el Amor

Nyla… Mi boda con Currie sería el día más feliz de mi vida, pero se convirtió en mi peor pesadilla. —¡Y que no se te ocurra aburrirte en la cama, Nyla! —bromeo Jenna entre risas, alzando su copa de champaña mientras las chicas sonreían. Yo también reí. O al menos fingí hacerlo, porque estaba empezando a sentir un nudo en el estómago. No por el discurso subido de tono de mi mejor amiga, eso era típico de Jenna, sino por los nervios. ¡Iba a casarme! Pronto llegaría la organizadora de bodas y me llevaría al salón con Currie, después de cinco años de novios decidimos casarnos, tardamos otro año buscando el lugar perfecto y obtener la reservación, luego los adornos, las flores, la ceremonia, fue demasiado trabajo y tal vez se extendió más de lo que pensé, pero era mi boda perfecta, aquella con la que había soñado. Jenna terminó su atrevido brindis con un guiño exagerado y se sentó a mi lado, sacudiendo el tul de mi vestido. —Estás a punto de tener se.xo legal —bromeó en voz baja. —Qué romántica —le dije rodando los ojos. Fue justo entonces que mi teléfono vibró en la mesa. Lo tomé sin pensar, y en cuanto desbloqueé la pantalla, el mundo se detuvo. El número era desconocido, pero reconocí inmediatamente a las personas que estaban en las fotos, tres fotos y todas eran de Currie con una chica, yo conocía a esa chica, era Annie, su supuesta mejor amiga, se estaban besando primero en la fiesta, luego en el hotel, reconocí el lugar porque me dijo que ahí iban a descansar con sus amigos, pero no fue así, estaba acostándose con ella. Sentí que el corazón se me salía del pecho y luego volvía a estrellarse contra mis costillas. Me faltó el aire. Una punzada caliente me subió por la garganta. —No... no puede ser —murmuré, mis manos empezaron a temblar. —¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó Jenna, alarmada, acercándose a mirar. Intenté girar el teléfono, pero ya era tarde. Ella me lo arrebató de las manos y lo vio. Su sonrisa desapareció enseguida. —¿¡Pero qué mierda...!? —explotó—. ¡Es Annie! ¡Es Annie, esa perra! Yo ya estaba de pie, con el vestido medio enredado en mis zapatos, sintiendo que todo el maquillaje se me derretía junto con la dignidad. —Lo voy a ma.tar —gruñí intentando tragarme mis lagrimas, ese maldito, ¿por cuánto tiempo me había hecho esto? Todo fue mentira. Lo odio. —¡Nyla, espera! No esperé. Salí de la habitación rápidamente, esquivando a la organizadora que ya venía a la habitación. Me llamo y la ignoré. Me di cuenta que algunos conocidos estaban ahí preguntandose que sucedía, pero los ignoré, no era una boda grande, apenas si eramos algunos amigos y familia cercana, especialmente la de Currie… Currie, lo voy a mat.ar. Abrí la puerta que daba al pasillo del salón principal. Ahí estaba él. Mi prometido. En traje blanco. A punto de entrar sonriendo. ¡Estaba sonriendo! Seguí mi camino hacía él, ya había abierto la puerta principal cuando me miró. —Nyla, ¿qué haces? —dudó —. Es de mala suerte verte antes de la ceremonia. No lo pensé, fue como un impulso cuando mi mano se estrelló en su mejilla, el sonido era fuerte porque los invitados nos vieron y los murmullos se dieron de inmediato. —¡Eres un maldito idiota! ¡Cerdo infiel! ¡Te odio! Mi padre llegó rápidamente y me apartó de Currie. —Cielo, cariño, por favor cálmate —pidió preocupado —. Estás arruinando tu día. —Él arruinó nuestra boda. ¡Se acabó! ¡No me voy a casar con este imbécil! Las personas se levantaron de su lugar, Currie intentó acercarse y tomarme del brazo. —Claro que sí hay boda —comentó —. Estás nerviosa, vamos a hablarlo. Jenna llegó a tiempo con el teléfono en la mano, lo levantó de inmediato primero para que Currie viera y luego a los demás. —¡Ahí tienen a su amigo y familia! —gritó —. Está con ella. Señaló a Annie que estaba justo detrás de Currie, tenía su vestido rosapastel con cara de santa y rimel perfecto, aunque las manos empezaban a temblar viendo a los demás preocupada. Unos se taparon la boca, otros hicieron una mueca, los amigos de Currie sonrieron, esos malditos imbéciles seguro lo sabían. Currie intentó sujetarme de nuevo. —Nyla, no sé quién te envió eso, pero es falso, no es nada —expresó con cinismo —. Fue un error, estabamos borrachos y no significo nada, vamos a casarnos, hemos pagado mucho por está boda, por favor, ven conmigo. Me sacudí con brusquedad y eso hizo que me soltará. —¡¿No significa nada?! —grité con furia—. ¡¿Borrachos?! ¡Yo también lo he estado y no te hago esas cosas! ¡Esto solo es la prueba de lo imbécil que eres! Mis ojos ardían. Sentía cómo el pecho me palpitaba con rabia, pero me controlé lo suficiente para no llorar. No le iba a dar una sola lágrima frente a todos. —Solo fue un error, por favor, perdóname. —Perfecto —dije, y me quité el anillo con fuerza—. Entonces cásate con tu error. Se lo lancé. No me importó si le pegaba o no. Ni lo vi caer. Solo giré, tomé aire, y caminé rápido hacía afuera incluso con mis tacones altos, no sabía a dónde iba, pero solo quería estar lejos de todos ellos, escuché a mi padre llamarme… a Jenna también, tal vez alguien más, pero no quería volver…