Capítulo 2

2007 Palabras
—Príncipe —dijo una sirvienta, mientras entraba en mi habitación— Es hora de prepararse, la señorita llegará pronto —siguió diciendo ella y comenzó a buscarme la ropa. —Ve Annie, yo me ocupo de bañar al Príncipe —dijo de repente otra sirvienta, eso me consoló bastante. Annie no sabe de mi identidad, pero la otra sirvienta que recién llegó si y hay que ser precavidos. El baño fue bastante dulce y me puse a pensar en tantas cosas, que casi no tuve tiempo de meditarlas demasiado. Hoy era mi segundo día como príncipe y ya estaban pensando en casarme, eso me daba bastante miedo. Pero más allá de todo, sabía que tenía que tomarlo con calma e intentar manejar las cosas de la mejor forma posible, así nadie lo notará. Luego del baño volví a fajarme los senos y a vestirme con las ropas reales del príncipe. Nunca imaginé que me vería más guapo como hombre que como mujer y de cierta forma, es una manera de darle algo de gracia y optimismo a mi depresiva vida. El cabello corto me ocasionaba shock. Todavía no podía creer que había cortado mi largo y sedoso cabello castaño, era algo irreal. Caminé con tranquilidad por los jardines del palacio y pude ver a una distancia prudente, que se encontraba la señorita tomando té en una mesa. Madre la estaba acompañando y me dediqué a caminar con cuidado a ellas, nada podía salir mal. En cuanto me acerqué, ella se puso de pie y me hizo una reverencia. A simple vista se veía bien, era bellísima y tenía un perfecto cabello rubio cenizo. Era evidentemente, la primera mujer rubia en la familia real. Casi todas las mujeres que estuvieron en la realeza, eran o morochas o pelirrojas. Yo también le di una sana reverencia y mi madre se fue para dejarnos a solas. —Buenos días alteza, gracias por haberme recibido —dijo ella, mientras volvía a sentarse y me servía algo de té. —Buenos días y está bien, gracias por venir Annabelle —el nombre me salió con algo de gracia y ella me quedó viendo con curiosidad— Te llamas igual que la muñeca diabólica —le expliqué y a ella también pareció hacerle gracia. —Me lo dicen a menudos —fue lo único que dijo y yo me dediqué a tomar el té. —Madre te hacía compañía —dije observándola, quería traer un tema de conversación. —Si, la reina es encantadora. Toda la familia real lo es, ya no tengo tanto miedo de unirme a ella —sus palabras me dejaban en pensando, era evidente que era como yo. Tenía miedo de enfrentar la realidad de lo que es ser de la realeza. —Te entiendo, asumir este tipo de roles es algo difícil. Pero créeme, te acostumbras cuando menos te des cuenta —dije intentando hacerla sentir mejor y creo que realmente fue así. El resto del tiempo lo pasamos bien y nos dedicamos a charlar, luego admiramos el jardín y me di cuenta que tenía mucho en común con ella. Si no fuera porque soy el príncipe y ella es mi prometida, estoy seguro de que seríamos grandes amigos. No tengo ninguna duda de ello, pero ahora soy el príncipe y no puedo hacer amistad con mi futura princesa. Creo que el hecho de que nos lleváramos bien, alteró un poco a mi padre. Terminó decidiendo que la boda sería en una semana y aunque a mi me pareció muy pronto, mi madre dijo que en realidad es muy tardía. Por lo general, los miembros de la realeza se casan en cuestión de días y yo me quedé totalmente impactado. Ellos comenzaron a planificar todo para la boda y yo me preocupé por otras cosas en ese momento, como averiguar más sobre la muerte de mi hermano. Teníamos que descubrir de quien se trataba, claramente estaba infiltrado entre nosotros y era peligroso que supiera algo de lo que realmente ocurrió en ese momento. Si el sabe que lo mató, también debe saber que yo no soy el príncipe y eso es peligroso dadas las circunstancias, hay que encontrar a ese sujeto. Por eso decidí ir a averiguar algo, pero no fui solo o sería peligroso. Llevé conmigo a la persona, que se dedicaba a proteger al príncipe cuando sucedieron los hechos y me mostró el lugar exacto donde fue encontrado. Nos tomó bastante recorrer ese bosque y no encontraba ningún lugar. Tenía la esperanza de que alguna persona viviera por ahí, alguien que hubiese visto algo en ese momento. La verdad, es que no había nada ni nadie que nos diera una pista. —Nico, ¿qué escuchaste ese día? Quiero detalles exactos —le dije, necesitaba claramente más detalles, para saber en que punto buscar. —Yo estaba por allá —dijo llevándome al lugar— Escuché los gritos por allá y simplemente corrí, hasta que lo encontré muerto —contestó el y decidimos volver al punto de partida. Nos tomó más tiempo observar el suelo. Había algunas manchas de sangre que no se habían terminado de limpiar, aunque nadie sospecharía, esto es zona de caza de animales. Pero la cosa se volvió interesante cuando encontré huellas, huellas de zapatos. Seguimos despacio las huellas, no se veían porque se habían medio borrado. Digamos que el tiempo no es el mejor amigo para las huellas. Las huellas nos llevaron a un lugar con varias casas y me llamó bastante la atención, no tenía idea que había casas por aquí. Comencé a preguntar si habían visto algo raro ese día, pero al parecer nadie. Solo dijeron que escucharon varios balazos de escopeta, pero que no era raro dado que era una zona de caza. Todas las personas importantes cazaban ahí, no había razón para sospechar. —Alteza —dijo un señor, estaba en la puerta de un bar— Si quiere saber algo de ese día, venga conmigo. La verdad es que no se mucho, pero seguro con algo le pueda ayudar —siguió diciendo esté y ambos entramos en su bar, sea lo que sea que pueda decir me será útil. —¿Qué sabe señor sobre ese día? —pregunté yo. El me tendió una taza de café y no decliné su oferta. —Se escucharon cuatro disparos, pero ningún animal fue traído a esta zona. Por lo general, todos los que cacen en el bosque deben traer la mitad y dársela a los dueños del bosque. Se que suena raro, pero ese bosque tiene dueño y somos nosotros. Pero sea quien sea el que cazó ese día, no lo hizo —comenzó a decir y tenía sentido, aunque yo no lo sabía porque no era el príncipe— Pero eso no es todo. Vimos a un hombre correr por esté lugar y luego dirigirse al norte —sus palabras me estaban dando a entender, que el hombre sabía más de lo que nos decía. —¿Sabe quien era el hombre o como lucía? —preguntó mi guardaespaldas y el asintió. —No se quien era, pero usaba ropa como la que usted trae. Sea quien sea, trabaja para el rey —explicó el y yo asentí agradecido. Le dejamos un buen dinero por la información y le pedimos que si recordaba más, me buscara en el palacio y recibiría más recompensa. Que cualquiera que aporte información para encontrar al topo, recibiría una gran recompensa. El hombre nos agradeció y luego simplemente nos fuimos, no teníamos mucho a donde ir o que hacer. El lado bueno es que sabíamos algo, era un topo y estaba infiltrado entre los guardias del palacio. Cuando se lo conté a la reina, pareció bastante molesta. No debe ser sencillo saber esto, saber que tu hijo fue asesinado por un infiltrado del palacio y pensar que pudiste evitarlo si tan solo hubieras sido más precavido. La culpa es el peor enemigo de las personas, siempre te hace sentir cosas que no hubieras sentido de no ser por ese momento de debilidad. Pero no importa, aún tengo mucho tiempo para encontrar al culpable y asesinarlo en silencio, como hizo con mi hermano. —Deberías ir a visitar a Annabelle, está duchándose —dijo de repente mi madre y yo me alteré. —Madre, no creo que sea buena idea que me bañe con ella o algo así, sería peligroso —dije yo y a ella pareció darle algo de gracia. —Hijo, tendrás que lidiar con ello en algún momento y es hora de encontrar una manera. Si ves que no lo puedes ocultar, díselo, ella lo entenderá —tras decir eso se fue y yo pensé si realmente era buena idea darle una visita, pero no tenía opción. Si madre dijo que lo hiciera es por algo. Le hice caso y fui directo a la habitación de Annabelle. Fui a tocar la puerta, pero las voces impertinentes de las sirvientas me llamaron la atención. Hablaban de que yo jamás visitaría a Annabelle y que tampoco tendría intención de bañarme con ella o de estar cerca de ella. Que se notaba a la distancia que no la quería en absoluto y que tampoco la deseaba como mujer. Me molestaron esos comentarios, claramente quieren humillarla y yo ahora tengo que ayudar a que eso no pase. Toqué la puerta y me dejaron entrar nerviosas. —¿Qué necesita alteza? —preguntó una de ellas. —Vine a ver a mi prometida, espero no importunar —contesté yo, ellas de inmediato fueron a avisarle a Annabelle y me dejaron entrar al baño. Ella estaba en una tina repleta de espuma, que lindo se veía eso. No había nada más perfecto que la tina de espumas, es lo que más había disfrutado desde que entré al palacio. Ella se veía algo decaída y yo me senté a su lado para ver que era lo que la deprimía tanto. —¿Ocurre algo Anni? —pregunté yo y ella me sonrió ante mi apodo. —Viven hablando de mi, es un completo fastidio ver que siempre piensan que no soy suficiente para usted —contestó ella y yo asentí. —Tranquila, yo me ocuparé de que no vuelvan a pensar ello —dije tranquilo y ella me sonrió. Me tomó unos minutos llegar hasta esas personas habladoras y decirles lo que pensaba. Quería que dejaran de pensar así de Annabelle. Era evidente que para lograr eso, tenía que comportarme más cariñoso con ella y públicamente ser un magnifico y amoroso esposo, pero estaba dispuesto. No podía dejar que humillaran a mi prometida. —Quería pedirles que dejen de hacer ese tipo de comentarios sobre Anni, ella va a ser mi esposa y vuestra futura reina, les pido algo de respeto. Yo seré su esposo y por supuesto que me comportaré como uno. Quien se atreva a volver a hablar de ella, será despedido de inmediato —todos entendieron mis palabras y fueron acatadas. Regresé junto a ella y se veía completamente complacida. —Gracias —suspiró aliviada. Me fui a levantar para irme, pero ella me sujeto del brazo de repente y acabé resbalándome, al final caí dentro de la tina y sobre ella. Me sujetó con sus suaves brazos y en ese momento no fui consiente, de que debajo de mi camisa tenía una venda que ocultar. Pero en ese momento era demasiado tarde para notarlo. Ella se veía algo liviana debajo de mi, ambas teníamos una anatomía similar y aún así lo sentía demasiado extraño. Pero ya era algo que no podría ocultar, mi cuerpo se había visto desnudo ante los ojos de esa mujer, no se si fue un accidente o que, pero todo estaba dado vueltas. —¿Qué es esto? —preguntó ella y yo en ese momento, supe que todo se había vuelto en mi contra.  ¿Qué le diré ante está verdad evidente? No lo se, ahora solo queda esperar y rezar porque no sea quien nos hunda.
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