XIMENA
Oh, que alegría. La renombrada firma de marketing Wesson, Bruke y Barsol ha enviado un buitre. Y por alguna extraña razón, nuestra junta directiva accedió a dejarlo echar aire caliente a través de sus dientes amarillentos durante una hora y llamarlo “reunión de negociaciones”
Klein & Johnson ha sido rival de WBB desde el primer día. Así que, naturalmente, su director ejecutivo empezó a salivar tan pronto como olio la sangre. Oficialmente, el buitre es un “representante de adquisiciones” pero la formalidad de ese título en solo una cortina de humo. Esta aquí para intentar recoger el cadáver antes de que deje de moverse.
Conteniendo un suspiro de irritación, me muevo en mi asiento en la mesa de conferencias. No tengo tiempo para estas tonterías; tengo que rehabilitar una empresa entera. Reunirme con compradores potenciales es lo último que puedo hacer en mi lista de cosas por hacer. Especialmente porque no tengo ni idea de que está haciendo este idiota aquí, aparte de hacer perder el tiempo a todos y ponerme la presión arterial por las nubes. Pasaran noventa días, no, ochenta y seis horas, hasta que la junta directiva decida si quiere vender K&J, y mucho menos a quien se la venderá.
Tal vez todo este estrés me esté poniendo histérica, pero no puedo evitar que se me crispe la boca al ver el pelo del representante. Tiene, sin duda, uno de los peinados más grasientos, desaliñados y tristes que he visto. Y he formado parte del mundo corporativo de elite desde que tenía la edad suficiente para tomar la mano de papá en las cenas de empresas. Créeme, conozco mis malos peinados.
Que apropiado… un buitre calvo. Tal vez debería revisar sus manos en busca de garras. Tomo un sorbo de café solo para ocultar mi sonrisa.
Papá se aclara la garganta para interrumpir las divagaciones del representante. –Disculpe, Sr. Valmont, pero me gustaría aclarar algunos puntos–
El representante parpadea un par de veces, como si hubiera olvidado que había otras personas en la sala. –¿Si, Sr. Presidente? –
–Su oferta de compra parece muy baja. El valor total de nuestra empresa se ha estimado en más del doble de esta figura. Y los cambios de política planeados son bastantes extensos– Papá mira por encima de sus gafas su copia de la propuesta de WBB. –Sin mencionar los despidos universales. ¿seguro que no tienen que despedir a todos nuestros empleados actuales? –
–Las empresas recién adquiridas siempre se someten a alguna restructuración– El representante se ajusta la corbata. –Es una práctica estándar de la industria, como estoy segura de que ya saben. Los compradores tienen que asegurarse de que su nuevo activo encaje en su, eh…su cultura corporativa–
–Por supuesto– dice papá. –Solo me aseguro de que la junta lo entienda–
Oh, si, la junta lo entiende, de acuerdo. Nadie sentado en la mesa de referencia tiene incluso el atisbo de una sonrisa.
Miro de reojo a Tyler, que está sentado justo a mi izquierda. Se ve absolutamente miserable: ceño fruncido, labios apretados, hombros tensos alrededor de las orejas. Su lenguaje corporal es impactante, especialmente para un hombre que normalmente es tan sereno como una lechuga.
Una punzada de compasión me aprieta el pecho. Siento la inesperada necesidad de extender la mano y tomar la suya. Se va tan rápido como viene, pero el dolor subyacente permanece. Dios sabe que no soy su mayor fan, pero con compradores potenciales en la sala, mi elección es obvia. Por supuesto que me mantendré firme con Tyler. Después de todo, el enemigo de mi enemigo es mi amigo.
Excepto que Tyler no es solo el enemigo de mi enemigo. Realmente estamos en el mismo bando. Ambos hacemos esto por las mismas razones: por nuestros padres, por nuestro futuro, por todas las personas que dependen de los trabajos de K&J para alimentar a sus familias. Y corremos el riesgo de perder lo mismo. Se que Tyler no se rendirá sin luchar.
El dolor en mi pecho se profundiza, se suaviza hasta convertirse en algo que se siente casi como lealtad. Solidaridad.
Los ojos de Tyler se posan en los míos; debió haber sentido mi mirada sobre él. Tan sutilmente como puedo, inclino la cabeza y le dedico una pequeña sonrisa con los labios apretados. No quiero que el buitre ni siquiera papá vean lo que estoy haciendo. Este mensaje es solo para nosotros dos.
“No te preocupes. Vamos a ser más listos que estos cabrones. Lo juro por la tumba de nuestras madres, ganaremos”
El buitre se levanta de su silla con un crujido. Tyler lo mira interrumpiendo nuestra breve conexión.
–Mis jefes te instan a que consideres comprometerte con esta venta lo antes posible– dice Valmont. –Nuestra oferta es bastante generosa y no estará sobre la mesa indefinidamente–
–Nos aseguraremos de tener en cuenta a WBB si alguna vez decidimos vender– responde papá con suavidad, ignorando el intento de amenaza del hombre. –Gracias por venir a visitarnos hoy–
Doy una salto de alegría mental. ¡Diablos, si!. Pequeñas victorias.
El representante no parece impresionado por la cuidadosamente neutral sonrisa de papá. Probablemente porque sabe que “te tendremos en cuenta” es solo una traducción educada de “vete a orinar una cuerda”. ¿pero que esperaba WBB al intentar colarse por delante de la competencia de esta manera?
Se levanta la reunión. Papá se disculpa, probablemente para lavarse después de estrechar la mano viscosa del representante. Mientras regreso a mi oficina, Tyler me alcanza en el pasillo.
–¿Estás bien? – pregunta.
¿Tyler me está preguntando eso? Él es el que parecía a punto de estrangular a ese idiota de ahí atrás.
–Si, estoy bien– Suspiro. –Solo estoy enfadada–
–Pensé que siempre estabas enfadada– bromea.
–Solo cuando estoy cerca de ti– respondo automáticamente, pero sin ningún sentimiento real. Sigo demasiado distraída y estresada.
Tyler simplemente se ríe entre dientes, como si estuviéramos jugando al tenis en lugar de intercambiar insultos. Tengo que admitir que su risa es un sonido agradable, y me gusta verlo así mucho más que como lo vi en la reunión. Incluso si puede ser un pequeño imbécil molesto cuando esta alegre.
Caminamos juntos durante un minuto, con solo el suave ruido de nuestros pasos y el murmullo de la charla de la oficina de fondo.
–¿Y tú? – pregunto finalmente. –¿Estás bien? –
–Me siento mucho mejor ahora que hablo contigo–
Mas coqueteo. ¿Por qué tiene que seguir jugando conmigo así? ¿Y por qué mi estómago siempre tiene que dar un pequeño vuelco en respuesta? Odio la facilidad con la que puede hacerme reaccionar.
–Pero allá atrás no tanto– Tyler continúa. –Pensé que iba a golpear a ese imbécil en su cara de suficiencia. Esta empresa no son solo números en una hoja de cálculo. Son las vidas de personas que planean joder–
–Claro… como Margarita. Te preocupas mucho por ella– ayer supe que eran cercanos, pero ver a Tyler tan molesto realmente me hace darme cuenta de lo importante que es para él.
Su suspiro es profundo y preocupado. –¿Cómo no voy a hacerlo? es una de las personas más dulces que jamás ha caminado sobre la tierra. Y tiene una familia de la que preocuparse–
De repente, se detiene y me mira, las comisuras de sus labios se curvan de nuevo, pero sus ojos me dicen que todavía está preocupado por la reunión y lo que supimos. –Bueno, este soy yo. Supongo que es hora de volver al trabajo–
Miro a mi alrededor y veo que tiene razón: estamos parados frente a la puerta de su oficina.
¿Ya estamos aquí? ¿Cuándo caminamos todo este camino? El tiempo debe haber volado.
Siento una extraña punzada de decepción, sin querer terminar esta conversación todavía. No sé que más decir. Solo tengo ganas de hablar con Tyler un poco más.
O tal vez simplemente no quiero estar sola ahora mismo. Quiero aferrarme a ese momento que compartimos en la reunión. La sensación tranquilizadora y vigorizante de que estamos luchando codo con codo. Aliados en las trincheras. Supongo que la miseria ama la compañía.
Pero mi lista de tareas pendiente es demasiado larga como para prestar atención a una sensación tan pequeña y nebulosa. Así que me deshago de mi reticencia y me despido de Tyler con un gesto de la cabeza.
–Te veo luego–
–No mucho más tarde, espero– con un guiño, Tyler desaparece en su oficina.
Ah…voltereta, justo en el momento justo. Que le jodan, no, espera, no olvídalo. Y su pene monstruoso. Tengo un millón de cosas que hacer y ya he desperdiciado la mitad del día.
Doy media vuelta y me dirijo a mi oficina. Tal vez mis sentimientos se calmen una vez que empiece a trabajar. Me hundiré en problemas financieros difíciles, conseguiré un buen ritmo y dejaré que todas las distracciones desaparezcan.
Pero la idea de la soledad, normalmente dichosa, todavía me molesta por una razón. Y mientras mi mente divaga, también lo hacen mis pies. Me encuentro frente a la puerta de papá en lugar de la mía.
Entro en su oficina, saboreando el silencio de iglesia, los aromas calmantes del pulimento para madera, el café y el papel. Desde que tengo memoria, siempre me he sentido como en casa, en esta oficina. Después de todo prácticamente me crié aquí. He leído todos los volúmenes de todos los libros y revistas de negocios en sus estantes. Conozco cada centímetro de esta habitación, y su familiaridad calma mis nervios alterados.
La puerta se abre de nuevo con un suave clic y papá dice: –Sabía que te encontraría aquí–
Puedo oír la sonrisa en su voz sin siquiera girarme. Lo cual es bueno, porque de repente estoy demasiado cansada para hacer algo mas que respirar. –¿Hay algo de lo que quieras hablar? –
Pasando por alto su escritorio de caoba y el imponente trono detrás de él, papá se sienta en el sillón de cuero junto a la mesa de café. Tomo el brazo del sillón al otro lado. hace el mismo ruido incomodo de pedo que ha hecho durante los últimos dieciocho años.
–No. Quiero…– suspiro. –Tal vez–
Ni siquiera sé que necesito ahora mismo. Mis pensamientos siguen volando en todas direcciones: El buitre, de alguna manera desdeñoso y hambriento al mismo tiempo. La tensa mirada en la pose de Tyler. El rostro preocupado de papá, con sus arrugas profundizándose día a día. La loca fecha límite de la junta. Todo el trabajo que tengo por delante, de nosotros. La mera palabra. “nosotros” la idea de que pronto me convertiré en un nosotros en lugar de un yo.
Pero tal vez ese no sea un destino tan terrible. La asociación tiene sus puntos buenos y malos. He visto esa sinergia de primera mano, en la forma en que papá y Will Klein dirigieron esta empresa juntos.
Y recuerdo la mirada que compartí con Tyler en la sala de conferencias. Esa fracción de segundo de comprensión mutua, donde vi directamente a través de los ojos de Tyler. Pude decir exactamente como sentía: solo, abrumado, y de repente ya no me sentí tan sola ni tan abrumada. Ponerle cara valiente reforzó mi propio coraje. Incluso ahora, me siento más fuerte y más tranquila por haberle sonreído.
En realidad, es asombroso lo poderosa que puede ser una mirada. Cuanto puede comunicar. Como puede secarme de la desesperación, incluso ralentizar o acelerar los latidos de mi corazón. Como lo que pasó entre nosotros en el pasillo hace unos minutos. O la reunión donde me beso la mano.
Por Dios, ¿Se me va a apagar alguna vez la libido? Ahora no es el momento. Uf, espera. Mala elección de palabras.
–¿Sigues ahí, cariño? – pregunta papá.
Parpadeo y vuelvo a la realidad. Mierda, me perdí en mis pensamientos otra vez. Es bastante fácil perderme en mis pensamientos estos días.
Lo siento. Es solo que…no sé por dónde empezar–. Eso definitivamente no es mentira.
–Voy a servirnos un café– Se inclina hacia adelante con un gruñido.
–No papá, no te levantes. Puedo hacerlo yo– Me levanto y camino hacia el aparador para encender la cafetera de una taza.
Deja escapar un pequeño suspiro por la nariz. –Se que ya no soy un jovencito, pero…–
–Está bien. No me importa–
Papá está orgulloso y no quiero que se sienta impotente, pero sé muy bien cuanto dolor y fatiga esta padeciendo. Y para ser honesta, estoy desesperada por levantarme y hacer algo. Lo que sea. Solo necesito acción.
Así que me ocupo del café. Avellana para mí, tueste oscuro colombiano para papá. Con edulcorante, pero sin crema para mí, crema, pero sin edulcorante para papá. El ritual en si es casi tan relajante como los ricos aromas que emanan de nuestras tazas.
Esperaba que hablar fuera más fácil así, con las manos ocupadas y de espaldas para no tener que preocuparme por lo que cruza mi cara, o lo que podría cruzar la de papá. Pero las palabras que salen de mi boca nos toman a ambos por sorpresa.
–¿Por qué Will Klein nos hizo esto? –
Papá suspira de nuevo. Este es tan fuerte, pesado, saliendo de lo más profundo de su pecho.
Abro la boca de golpe para disculparme. Pero luego la cierro de nuevo. Porque, ¿sabes que? incluso si nunca tuve la intención de exigir respuestas, a la mierda, realmente quiero algunas. De hecho, tengo derecho a ellas. Yo fui la que se vio obligada a elegir entre la sartén y el fuego, después de todo.
–Lo siento, cariño– dice papá. –Nunca imaginamos que resultaría así. escribimos esas clausulas juntos, en nuestros testamentos, porque queríamos mantener todos los términos y condiciones en la familia, y sabíamos que ustedes, hijos, estaban destinados a estar juntos–
Asiento con un poco de impaciencia mientras le entrego su taza de café y me siento con la mía. Ya conozco la mayor parte de esta parte de la historia. Una empresa conjunta, en más de un sentido de la palabra.
Toma un sorbo. –Aún así, intentamos asegurarnos de que tuvieras otras opciones. Si tu y Tyler no querían casarse para cuando nos jubiláramos, un día que creíamos lejano en el futuro, el control pasaría a manos de la junta directiva. Y, aún así, no perderías la empresa. Te habrían concedido puestos en la junta y habrías recibido un bueno salario con las ganancias de K&J. Así que no tomamos esta decisión a la ligera. Pero nunca anticipamos…–
–Que no habría ganancias– digo en voz baja. Y tal vez ninguna empresa en absoluto.
–Correcto. Porque todo sucedió a la vez, en el peor momento posible. La muerte prematura de Will. Mi cáncer… y lo rápido que avanzó. K&J rezagada con respecto a su competencia, entrando en números rojos. La crisis de fe de la junta directiva– otro suspiro profundo. –Siempre pensamos que ustedes, los chicos, tendrían muchos años más para aceptar la idea–
Se lo mucho que papá ha intentado salvar esta empresa por su cuenta. trabajó hasta que su cuerpo físicamente no se lo permitió más. Para cuando admitió la derrota, el problema había alcanzado proporciones de vida o muerte. No estoy enojada con él por eso, porque sé que no habría hecho nada diferente. Estamos cortados por la misma tela orgullosa y terca.
Papá deja su café apenas tocado con un suave ruido metálico.
–No voy a estar aquí para siempre, cariño–
Levanto la vista, sorprendida por el cambio de tema. De repente se ve tan demacrado que me rompe el corazón.
–Yo…lo sé, papá, pero–
–Que te cases con Tyler no es solo por el bien de la empresa. ¿A quién le importa la compañía si mi pequeña no es feliz? Confió en que Tyler te cuidara–
–No necesito que me cuiden– digo automáticamente.
–Todos necesitan a alguien cerca. No hablo de dinero ni de poder, hablo de amor. Un oído que escuche, u hombro en el que llorar. Una pareja que comparta las cargas de la vida. sí sé que tienes eso, cariño, entonces puedo descansar mucho más tranquilo–
Me trago un nudo en la garganta y lo bajo con café caliente. No quiero pensar en papá descansando.
–A pesar de todo, sigo creyendo que tú y Tyler pertenecen el uno al otro– continúa papá. –Están hechos el uno para el otro. Y necesitaran la fuerza del otro para lo que les espera. El testamento de Will Klein acaba de dar un pequeño empujón en la dirección correcta–
Miro mi taza, el líquido oscuro brilla bajo las luces fluorescentes.
–Esto todavía se siente tan irreal. No tengo ni idea de que esperar. ¿Cómo es estar casada? –
Ni siquiera estoy segura de que tipo de respuesta quiero oír. ¿Qué anécdota linda o perla de sabiduría podría tranquilizarme? Todo estará bien. El matrimonio no se tragará toda tu vida. todavía puede ser tu misma: una empresaria primero y una esposa después.
–Bueno, en mi experiencia, fue maravilloso– papá sonríe con cariño. –Tu madre fue lo mejor que me haya pasado. Mi roca, mi sol. Mi mejor amiga. No éramos dos mitades de un todo, cada uno éramos una persona independiente, y eso es lo que nos hizo tan increíbles cuando nos unimos– Niega con la cabeza. –No soy poeta, así que todo lo que puedo decir es que fue mágico–
Papá se inclina hacia adelante en la silla, con los codos sobre las rodillas y los dedos juntos. –Se que las circunstancias están lejos de ser ideales, cariño. Pero intenta al menos darle una oportunidad a Tyler. Nunca te pondría en una situación que no pudieras manejar. Eres mi niña…Solo quiero verte con un buen hombre. Y ese hombre es Tyler–
No comparto del todo la entusiasta opinión que papá tiene Tyler. Todavía no, aunque espero que eso cambie para finales de este mes. Pero recuerdo lo mucho que se preocupa por el bienestar de Margarita y su familia. No hay duda de la fuerza de su convicción.
Como mínimo, sé que puedo contar con Tyler para que dé un paso al frente y luche por K&J. Puedo confiar en que trabajará tan duro como yo. Lo cual es bueno, porque pasaremos los próximos tres meses juntos en el infierno de las horas extras. Al menos tendré algo atractivo para admirar durante todas esas horas en la oficina. Pero ahora que sé sobre ese poste de teléfono entre sus piernas, no sé cómo volveré a mirarlo de la misma manera.
Que el cielo me ayude.