Justo hoy cumplo veinticuatro años y sinceramente no siento ganas de festejos en grande, ni comidas con nadie, de hecho, estaría tirada en mi cama viendo alguna comedia romántica en la televisión mientras acabo un litro o quizás dos de helado de choco menta, eso sería un festejo de ensueño para mí.
Pero para mí "mala suerte" a mi mejor amiga Miranda, se le ha metido en la cabeza que debemos salir está noche, por lo tanto, eme aquí terminando de acomodar mi blusa blanca de seda con apliques en dorado dentro de mis pantalones negros plisados mis favoritos. No conozco en esta vida nadie que merezca más mi esfuerzo que ella, podemos ser dos polos opuestos, pero eso es lo que más nos hace compenetrar.
— Sigo sin entender porque te vistes como si fueras a cenar con la Reina Isabel, estás demasiado arreglada Ellie para el sitio al que vamos y lo que va a pasar ahí — Miranda sigue mis movimientos desde el umbral de mi puerta mientras engulle un emparedado.
Ruedo los ojos ante su comentario — y yo querida rubia sigo sin saber por qué debemos salir y más aún a un sitio como ese cuando sabes perfectamente que soy antiviolencia — checó en el espejo que pendientes van más con lo que llevo puesto — aparte, como siempre te he dicho — tomo mi perfume favorito de mi tocador Sole Di Positano de Tom Ford y doy un aplique en cada muñeca antes de seguir hablando.
— Sí, si ¡lo sé! "Nunca se está demasiado arreglado en esta vida" — grita llevando sus brazos al aire dramáticamente.
— Amelie sigo sin saber por qué somos mejores amigas, eres demasiado diva y recta, relájate un poco — se da la media vuelta y la observo, ella solo lleva unos jeans deslavados, una camiseta casual y sus inseparables balerinas, he intentado un millar de veces que se esfuerce un poco por su manera de vestir, pero nunca he obtenido éxito alguno, según ella la comodidad es primero.
— Estamos a tiempo de pedir algo de comer y ver televisión — ofrezco de nuevo, mientras me pongo un par de anillos en los dedos de mi mano izquierda.
— ¡Olvídalo Rodhes! Iremos a la O2 Arena y punto, lo vas a disfrutar lo prometo — se escucha el grito maullido de mi rubia amiga desde cualquier lugar de la casa.
Bien Amelie haz esto por Miranda, ella ha hecho mucho por ti, tolera solo está noche, son solo un par de horas, me repito a mí misma mientras tomo las llaves de mi auto.
Por ninguna jodida razón voy a dejar que Miranda lleve su auto o peor aún regresarnos en taxi o en metro, ya que eso significaría que ella querrá beber como si no hubiera mañana.
El camino se vive tranquilo, la música suena suave a un volumen moderado, mi amiga está demasiado emocionada puedo ver el ánimo en su rostro, yo en cambio voy a sabiendas que estaré tapándome los ojos cada dos minutos y es que no tolero ningún tipo de violencia, no después de lo que viví con Logan.
Solía pensar que cuando somos jóvenes creemos que el amor todo lo puede, vivimos historias sobre castillos de arena, suponiendo que podemos volar si nuestro ser amado así nos lo piden; no somos más que un puñado de ingenuos.
— ¿Cómo dices que conseguiste accesos VIP? — hago la pregunta a la par que tomo unos de los enormes gafetes que desentonan con mi outfit de hoy.
— Un amigo de papá se los dio a él, pero él sabe que amo estos combates y me los ha cedido ¡Gracias por venir conmigo Ellie! — sonríe y yo con ella, la verdad no haría esto por nadie más que por ella— digo a pesar de todas esas mierdas — y solo asiento no quiero hablar de eso. No está noche.
Estacionó mi auto en uno de los pocos espacios que quedan libres, me sorprende la capacidad de convocatoria que tiene este tipo de actos, para mí es algo retrógrada,
pero no pienso arruinarle la noche a mi amiga. Ella ha estado conmigo cuando mi propia familia dio la espalda.
Caminamos hasta la reja de acceso, los guardias de seguridad al ver lo pases
escanean el holograma para verificar que no sean falsos, me cruzo de brazos, esperar no es lo mío.
Al terminar con su protocolo uno de ellos nos encamina por un pasillo largo y
feamente decorado en colores negros y rojos, se detiene en seco y de manera tosca nos da un par de instrucciones — sigan derecho y donde topan abrirán la puerta de la izquierda así habrán llegado al palco platino — terminado su discurso, nos da la espalda y nosotras comenzamos a caminar mis tacones replican por todo el pasillo, a lo lejos que escucha música de rock y gritos, muchos gritos.
Llegamos hasta donde se nos indicó, abrimos la puerta y quedamos maravilladas, todo es ostentoso por todos lados, podemos tener acceso a la vista del ring, a través de un enorme cristal que nos muestra como está todo el recinto.
Doy un gran suspiro pesado, los gritos enardecidos, la música estruendosa, me
siento totalmente fuera de lugar, oficialmente este era mi debut y despedida de los combates del circuito de artes marciales mixtas.
Doy un intento por relajarme y observo la canasta con frutas, la tabla de carnes
frías y quesos sobre una mesa, todo lo contrario, a lo que se ve bajó nosotros.
— Papá se ha lucido con estos pases, este palco es una cosa increíble — Miranda
suelta un ligero silbido, está simplemente encantada, ver su cara tan asombrada por todo es muy lindo, de pronto me siento mal por juzgar tan negativamente este sitio.
— Sí, creo que tienes un poco de razón — me llevo un trozo de jamón serrano a
la boca.
— Ni siquiera finjas que te gusta, sé cuándo mientes — me apunta con el dedo — sé que no es tu elemento, pero te apuesto mi par de botas camel tipo cargo que tanto
te gustan, a qué después de hoy cambia tu opinión sobre los combates y el circuito —
sonríe satisfecha poniendo un gran halo de seguridad a lo que ha dicho.
Quisiera verle el lado positivo a lo que ha dicho, pero la verdad es que
simplemente estoy esperando que esto terminé lo antes posible.