2. Scott

933 Palabras
— ¿Listo? — me pregunta el entrenador Winter mientras termina de masajear con una clase de ungüento de mentol a lo largo de mis brazos y mi espalda. — Nací jodidamente listo — muevo mi cabeza de un lado al otro intentando estirar cada músculo de mi cuerpo y a manera de calentamiento. Aprovechando para relajar mi cuello. — Hermano afuera esta abarrotado y te aseguro que un noventa por ciento vienen a verte a ti, hay muchas playeras con tu foto — una sonrisa arrogante se filtra en mis labios ante el comentario de Tyler, al que considero mi hermano de vida no de sangre, asistente personal, manager y sobre todo mejor amigo. — ¿El noventa por ciento? — pregunto con una media sonrisa ¿de dónde se ha sacado ese puto número? él dice que si con la cabeza — eso es poco todos vienen por que quieren una parte de mi ¡soy su maldito Dios! — le digo de manera sería, por qué sé que es cierto, Tyler me ayuda a ponerme los guantes ligeros de dedos abiertos. — Eres un maldito hijo de perra ¿sabías? — Tiro un beso en su dirección — ¿vas a querer diversión está noche? — él sabe la jodida respuesta es un gran ¡SI! — para que pregunto si sé que sí, ¿solo una o variedad? — saca su celular de la bolsa de su saco tipo sastre hecho a la medida. — Está noche vamos por variedad, pero busquemos algo aquí ¿te parece? — regresa su iPhone cuando ha terminado de revisar algo en él, se ajusta el saco y cuando está por ir a dar una ronda buscando lo que le encargué le llamó — ¡Oye Ty! — Se gira a verme — búscame una chica linda — él asiente cerrando la puerta. — Scott sabes perfectamente que jamás te diré que hacer fuera del ring ¿cierto? — ahora es la voz del entrenador Winter la que estoy oyendo — solo cuídate muchacho eres demasiado bueno en lo que haces, así que no lo eches a perder — y quiero golpearlo y decirle que no es nadie para decirme lo que debo o no hacer, pero fue puesto en mi camino por Carl Evans, papá de Tyler y quien ha sido como un segundo padre para mi desde los quince años. Así que solo asiento y comienzo a saltar y mi propio lugar. Necesito mantener mi cuerpo caliente. Treinta minutos después ya con Tyler a un lado mío soy llamado para bajar a la jaula, un octágono de sesenta y nueve metros cuadrados, que se ha convertido en un hogar para mí y es que fue idea del tío Carl que sacara toda mi ira y rabia entrenando en las artes marciales mixtas y resulta que lo hago increíblemente bien y es con lo que ahora pago mi estilo de vida. Nunca creí hacerme profesional, para mí era solo sacar todo ese resentimiento que le tenía a la vida por haberme arrancado de mi lado a mi familia, cada que subo a la jaula es el mismo pensamiento "hacerlo por mamá, papá y mis hermanas" beso mis muñecas y elevo la vista al cielo, porque, aunque sé que soy un bastardo que irá de lleno al infierno, sé que ellos están en el jodido cielo. — Palco Platino — me anuncia Tyler cuando regresa a mi lado, giro mi vista ahí — castaña, veintitantos, bien vestida según me dice Dillion es bastante atractiva — me explica mi amigo al llegar a la entrada al ring, sigo dando golpes al aire, atento a lo que me está diciendo. — Sabes que hacer — no es pregunta, es afirmación, ir por ella y tenerla lista para mí. Y de pronto eso deja de tener importancia, en el ambiente todo se vuelve silencio y rechifla, han presentado al retador con el que me voy a medir hoy ¡pobre idiota! viene por mi título de peso ligero y no sabe en lo que se ha metido. Acto seguido toda la arena se queda a obscuras, han apagado las luces, solo se escuchan murmullos y es ahí cuando los acordes de Symphony of Destruction de Megadeth llenan la arena por los parlantes. El presentador está en el centro de la jaula micrófono en mano — "DAMAS Y CABALLEROS PERSONAS QUE ESTÉN HAMBRIENTOS DE SUDOR Y SANGRE, TRAIGANLO AQUÍ AL ÚNICO, AL INCOMPARABLE, AL CAMPEÓN DE CAMPEONES SCOTT "DEMON" JAMES" — los gritos han comenzado, Tyler sube la capucha de mi bata y yo entro a paso lento por el estrecho pasillo que conecta todo, los dejo disfrutar de mí, esos gritos hacía mí, alimentan mi ego. Llegó a la jaula y puedo escuchar los jadeos de las mujeres al verme, más de una prolífera algo sobre saborear o montar mi polla. Me deshago de la bata que me cubre y la luz vuelve al recinto. Mi mirada está en jodido cabrón que tengo enfrente, quiere intimidar sosteniendome la mirada, la verdad es que solo me ha hecho reír. El circuito es mío, está jaula es mía y después de un par de patadas él lo va a entender. El referí nos llama al centro, nos da las indicaciones de siempre, nos pide chocar puños a manera de cortesía, pego duro sobre los suyos, que vea un poco de lo que le espera, el de rayado se aleja y suena la campanilla, lo siguiente es lo que todo el mundo ya sabe, ¡soy el puto amo!
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