Shana. Observaba la deslumbrante selección de vestidos frente a mí. Mi madre se había tomado esta invitación de Zaki con una seriedad casi ceremonial. Quería que mi presencia en la celebración fuera un evento en sí mismo, un despliegue de nuestra verdadera cultura donde el lujo, los brillos, la riqueza de los colores y una sensualidad implícita convergían en cada tela. —Aún me cuesta creer que aceptaras su invitación —escuché la voz de mi madre, suave pero inquisitiva, detrás de mí. Me giré, la mano rozando un brocado carmesí. —Estoy agotada de mendigar afecto a quienes no tienen la menor intención de ofrecérmelo. He decidido darme la oportunidad de ver otras opciones, de buscar algo... apenas un poco mejor, porque en el fondo sé que mis hermanos son la excelencia. Mi madre deslizó sus

