Rubí le quitó el ladrillo al chico. Luego, casualmente tomó el manual de instrucciones de su mano y lo colocó entre los dos. El niño frunció el ceño, pero no se resistió. Rubí estaba encantada con este desarrollo y sonrió cuando dijo: —Juguemos juntos.
El chico se quedó paralizado por un momento. Luego, asintió con la cabeza. Rubí nunca había estudiado nada sobre psicología infantil. Por lo tanto, no pensó mucho en lo que implicaban las acciones de este niño. Simplemente lo consideró como una reacción normal. Por lo tanto, los dos se pegaron juntos y se concentraron en ensamblar la estructura...
Antes de que se diera cuenta, el cielo ya se había oscurecido. Los dos, uno mayor y otro menor, permanecieron en la sala armando el modelo. A mitad de camino, bebieron un poco de agua y comieron
