Luego de ese domingo en la casa de la abuela —ese en el que fingí que no pasaba nada, sonreí como idiota y después lloré hasta quedarme sin lágrimas—, han pasado un par de días. Hoy es jueves, y solo puedo decir que dormí mal. O no dormí. No sé. Solo sé que cuando abrí los ojos y la luz se filtraba por la ventana, sentí que me habían exprimido el alma.
Nunca me había pasado y ahora era un clásico en mi historial emocional.
Igual me obligué a moverme. Ducharse, vestirse, salir.
Plan básico para no pensar.
Y cuando digo “no pensar”, claramente quiero decir “pensar obsesivamente mientras pretendo lo contrario”. Soy un desastre altamente funcional.
Tenía turno en la Booktique. Último verano antes de empezar la universidad, primer verano trabajando ahí. Y aunque suene raro, esta es mi def
