Mi hermana está muerta
SERAPHINA POV
No puede ser. Una vez más no se puede estar repitiendo la peor historia de mi vida.
Frente al quirófano y con las ventanas oscuras, no puedo ver lo que pasa al otro lado de esa puerta. Solo sé que mi hermana se debate entre la vida y la muerte con la esperanza de poder tener al bebé que tanto ha cuidado. Al que tanto ama desde que supo que estaba embarazada. Al que le dio la última gota de amor que le quedaba en el corazón.
Las enfermeras dijeron que sería intervenida para poder tenerlo, pero que la operación sería riesgosa por los resultados de los exámenes.
Ahora me tomo mis cabellos a dos manos recordando la última conversación que tuvimos.
*
FLASHBACK
—Quiero que me prometas algo— me dijo Celeste, mi hermana mayor. Ambas estábamos en la sala de la casa.
—Si, claro, dime— ella estrechó mis manos llevándoselas a su enorme panza.
—Se que eres la mejor hermana de este mundo. Sé que hemos pasado por muchas situaciones difíciles y nunca nos hemos abandonado, por eso quiero que me prometas que si todo sale mal, cuida a mi bebé. Es mi tesoro, es lo único que me queda en esta vida— una lágrima derramó de sus ojos. Mi corazón se partía en dos con lo que me estaba pidiendo.
—Por favor, Celeste, no digas esas cosas. Hablas como si vas a irte de este mundo cuando ambas nos prometimos muchas locuras más— quise retirar mi mano de su panza, pero ella la aferró más.
—Te lo digo de verdad, Sera, quiero que lo cuides como si fuera tuyo y por nada del mundo quiero que los Thorne se le acerque, ¿ok?— asentí. No quería pensar en nada malo. Mi hermana era muy extremista.
—Está bien, pero dejemos de hablar de eso y mejor dime cómo le vas a poner. Me muero de ganas por saberlo— nos dimos un abrazo. Mi hermana se había convertido en madre y padre durante muchos años y solo le hecho de perderla me mataría.
*
PRESENTE
Mi corazón sigue acelerado. El tiempo pasa y ninguna de las enfermeras sale. Tampoco el doctor de turno. ¿Qué rayos está pasando acá? ¡Qué alguien me diga algo!
Me levanté y hasta intenté girar el pomo de la puerta, pero era imposible. Estaba cerrado.
Me senté en el suelo apoyando la espalda sobre la puerta. Recordando como nuestra infancia fue marcada por un trágico accidente.
*
FLASHBACK
—Celeste, Seraphina, quiero que se porten bien— dijo mi padre Víctor Vale. Un hombre generoso. Un hombre respetado por la sociedad, pero sobretodo, un grandioso padre. Nos amaba tanto que siempre que salíamos con ellos, era una cosa de locos.
—Celeste queda al mando— mi madre Isadora nos alborotó el pelo. Tan solo teníamos quince años cuando apenas se nos vendría el mundo encima.
—Pero mamá…— refunfuñé.— siempre dejan a Celeste a cargo. ¿Cuándo me dejaran a mí?— les pregunté haciendo mi mejor puchero.
Mi papá sonrió.
—Cuando tú seas mayor que ella— Celeste se puso a reír sabiendo que ella sería la mayor siempre.— ahora por favor pórtense bien.
Y se fueron, pero no sabíamos que esa sería la última vez que los veríamos.
MEDIA HORA DESPUÉS
Nos habían llamado del hospital central diciéndonos que nuestros padres habían tenido un accidente.
Celeste y yo salimos apuradas. No teníamos idea de cómo estaban las cosas por allá. Solo sabíamos que teníamos que llegar en cuanto antes.
Una enfermera nos salió al encuentro.
—Ustedes son hijas de la pareja Vale, ¿cierto?— Celeste y yo nos miramos. Ambas asentimos y caminamos hasta una sala en donde estaban nuestros padres. En camas separadas, pero uno junto al otro.
—Mamá— le dije. Ella estaba inconsciente. No decía nada. Su rostro estaba pálido.
—Papá— dijo celeste abrazándolo, pero ninguno de los dos reaccionaba. Estaban conectados a aparatos que solo se escuchaba el ritmo cardiaco.
—Se que te vas a mejorar— abracé a mi madre. Después fui con mi papá. Quería estar en el lugar de ellos. Celeste estaba mal.
Estuvimos con ellos por unos minutos más hasta que primero a mi madre empezó a descompensarse. La máquina hacía pitidos horribles. Las enfermeras entraron con otro médico. Luego mi padre empezó a empeorar. Las enfermeras nos sacaron y solo pude ver al final que el doctor estaba sacando unos desfibriladores.
La espera fue eterna, hasta que una enfermera nos dijo que nuestros padres no habían resistido.
Nuestro mundo se vino abajo. No teníamos idea de cómo saldríamos adelante. Éramos unas adolescentes.
Y desde ese entonces, Celeste, se había convertido en mi padre y mi madre a la vez. Ella se jugó la vida conmigo. Nunca me desamparó. Por eso nuestro amor era inmenso.
*
PRESENTE.
Ahora las situaciones se repiten y ella es quien la está pasando mal. ¿Qué le pasa a esta vida? No le bastó con llevarse a mis dos padres de golpe y ahora también quiere a mi hermana…
—Por favor Dios, sé que me escuchas. No te la lleves aún— imploré, sé que no era merecedora de la misericordia, pero mi hermana tenía un sueño: ser madre. Porque no muchas mujeres sueñan con eso.
Suspiré. El aire estaba pesado, dentro de mi corazón sentía una espina, un mal presentimiento. Cruce los dedos para que nada de lo que estuviera pensando se hiciera realidad.
La puerta se abrió. Yo me puse de pie. Dos enfermeras habían salido. En sus brazos escuché los llantos de un bebé hermoso. Ese sin duda era el bebé de mi hermana. No se pierde la genética.
Estaba envuelto en sábanas blancas.
—Seraphina Vale— me dijo una de ellas. Al instante me acerqué y por instinto estiré mis brazos para tomar a ese pequeño granito de amor.
Ahí estaba… mi sobrino. Tenía los ojos cerrados y se miraba sumamente tierno. Jamás había sentido esta sensación antes.
—Eres el bebé más hermoso del mundo. Te pareces tanto a tú madre— le dije haciéndole cosquillas en la cabeza. El esbozo una sonrisa tierna y tan pequeña que casi no se notó, pero eso bastó para que me robara el corazón desde ya.
—¿Tiene idea de cómo se llamará?— me preguntó la otra enfermera con un papel en mano.
—Por supuesto que sí— respondí con alegría en mis ojos.— él se llamará Cassian Vale. Si madre siempre lo quiso así— ellas asintieron. Mientras yo era la tía más feliz del mundo.— ¿Y mi hermana?— les pregunté con una sonrisa en mis labios. Quería verla y felicitarla por la hermosura que había traído a este mundo.
—Su hermana…— trastabilló la enfermera.
—Si, claro, ella misma, supongo que debe de estar cansada por la anestesia y por eso sigue dormida, ¿no?— me acerqué a la enfermera que me estaba hablando para notarla que ella estaba muy nerviosa.
—Señorita, lo sentimos mucho— me dijo la otra apartando la cara.
—¿Cómo que lo sienten mucho? ¿de que R…— me quedé a medias sabiendo que llevo a este bebé en mis brazos— …Estás hablando? ¿Dónde está mi hermana?— entre ellas se estaban mirando de manera cómplice.
—Las cosas no salieron a como queríamos. Hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance, pero…— se quedó a mitad de la frase. La quería tomar del cuello. La desesperación podía más que yo.
—Habla de una vez por todas porque no puedo estar en esta zozobra— le grité temiendo despertar a Cassian.
La otra me miró y soltó las palabras que marcarían mi vida:
—Su hermana no pudo resistir al parto y ha fallecido. Los sentimos mucho, señora Vale— me aferré a Cassian como mi único soporte. No podía perderla a ella. No ahora. No cuando tenía entre mis brazos su sueño de la vida.