Una semana después Kublai se encontró con Trash revoloteando un sobre que a simple vista era muy fino e impecable, el blanco puro brillaba en las manos sucias de Trash. —¡Esto es para ti! —se lo clavó torpemente en el pecho. —¿Para mí? —Kublai repitió con un aire de incredulidad. ¿Pero quién podría mandarle algo a él? —. Debe ser un error... Trash se encogió los hombros. —Eso fue lo que dijo el fadeí que me lo entregó. Me dijo: "Entrega esto al gardiano de pelo oscuro y despeinado, al que llaman Kublai" ¿Y qué crees? ¡Ese eres tú! ¿No es cierto? Porque yo no veo a otro por acá... —¡No lo abras! Puede que sea una bomba... —el tono desconfiado de Tager lo mantuvo a raya. La carcajada de Trash resonó en las cuatro paredes. —¡Tonterías! ¿Quién gastaría dinamita para matar a un gardiano

