PRÓLOGO. | ¿Dónde está mi príncipe?
¡Fue un error venir a este lugar!
Pensé mientras me sentaba en un taburete frente a la barra, acababa de visualizar lo terrible que sería mi futuro si alguien de parte de la seguridad nos llega a descubrir.
Resulta que me deje convencer por mi amiga Maya para venir a colarnos en un club nocturno de riquillos y gente de élite. La razón por la cuál lo hice es porque hoy estoy cumpliendo veintitres años de edad, jamás había estado en un lugar tan bonito y colorido como este, desde que llegamos me había enamorado tanto del sitio que me olvidé de tomar algunas precauciones como por ejemplo el consumo exagerado de alcohol.
No sé cuántos vasos bebí, pero supe que fueron muchos cuando quise moverme y sentí que todo iba en cámara lenta. Intente enfocar la vista en el cantinero y cuando me percate que veía dos y, por consiguiente, cuatro ojos mirandome fijamente, comprendí que era momento de parar.
— ¡Oye, Bris! ¿Quieres Bailar? — Maya gritó en mi oído, luego intentó tomarme del brazo para sacarme a la pista. El lugar estaba a reventar y la música retumbaba en las paredes.
— No, creo que disfrutaré un poco más de esto. — levanté mi vaso pretendiendo parecer normal pero la verdad es que ya no resistía, debía ir al sanitario con urgencia.
— Esta bien, si me necesitas estaré en la pista con las demás chicas. — Chocó su hombro con el mío. — Si tengo suerte puede que esta noche consiga un sexy millonario. — sonreí ignorando lo que dijo y apenas me dió la espalda me bajé del taburete, necesitaba ir al tocador.
No quería hacer un movimiento brusco pues estaba segura que caería al piso, me agarré de las paredes y de todo lo que pude caminando lentamente pero de un instante a otro todo se veía borroso.
¡Oh Dios mío!
Pensé en mojarme el rostro, sopesando, que tal vez así, podría reanimarme lo suficiente para salir de aquí y pedir un taxi.
«El problema era que ahora no sabía dónde me encontraba» seguí caminando hasta llegar a un pasillo que me guió a unas escaleras, subí a paso no tan seguro y cuando encontré la primera puerta, sonreí.
¡Por fin, lo encontré!
Giré el pomo de la pesada puerta, avance unos pasos para entrar pero gracias al movimiento errático de mis tacones trastabillé y caí al suelo.
— ¿Eh? ¿Quién anda ahí?
— ¿Este es el baño de chicas? — Pregunté temiendo lo peor, la luz estaba apagada y no podía ver nada.
— No... No lo es... — Escuché una voz ronca igual de ebria que la mía.
— ¿Estás bien, quieres que te ayude a levantarte? — Escuché que el desconocido dió un par de pasos y se acercó a mí, pero aún no puedo deducir de que lado se encuentra.
— No, no por favor, no te muevas. — Le pedí. — Podrías tropezar conmigo.
Mejor... Mejor yo abriré la puerta y tendremos luz para salir de aquí.
— De acuerdo, hazlo. — Dice mientras yo comienzo a moverme, me costó un poco porque pese a la oscuridad, sentía que todo daba vueltas.
En el momento que mi cabeza choco con algo duro sonreí y trepe con mis palmas buscando el pomo para abrirla.
— ¡Auch! ¿Que estás haciendo mujer? — Escuché un grito.
— Estoy tratando de abrir la puerta...
— Esa no es la puerta. — Respondió con una risita ebria.
— ¿Y, que diablos es? — Inquirí tratando de encontrarle forma al pomo, hasta que me di cuenta. — ¡Ay no! No me digas que esto es tu... — Clamé recorriendo el increíble grosor de lo que tenía en mi mano.
«Oh la la... Mr Anaconda»
— ¿Podrías dejar de tocarla así? Me la estás poniendo dura.
— S-santo cielos, lo siento... — Arrastre las palabras. — ¡Es enorme! ¡Jamás había tocado algo así! — Musité sintiendo la vergüenza y también sentí como esa cosa creció bajo mis dedos.
La verdad es que no había estado tan cerca de un hombre, esto era algo nuevo para mi y no sé si fueron los tragos pero algo dentro de mí se encendió.
— Ven te ayudaré a levantar. — dijo el desconocido y sentí como sus enormes manos tomaron mis brazos.
Con lentitud me fui incorporando pero en ese instante la luz del sanitario se encendió...
— Oh, lo siento. — Dice una persona que pretendía entrar al sanitario pero al vernos juntos se dió vuelta y cerró la puerta.
— Wow si que eres hermosa. — El desconocido bajó su rostro hasta mi cuello, automáticamente yo deslice mis manos por su pecho. «El cuál se sentía muy duro. — Y, tambien hueles muy bien. — Dice y percibo sus manos recorrer mi cintura.
"No sé, por qué no soy capaz de moverme"
Era un hombre muy guapo, tan atractivo como un príncipe de cuentos, tenía unos impresionantes ojos grises. Además, estaba fibroso, pomposo y muy tentador. Se suponía que debía apartarme de sus brazos, si es que en alguna parte dentro de mí, muy en el fondo " tras la borrachera que tenía" radicaba un poco de cordura para detener todo esto, pero no lo hice.
Por el contrario ví como sus labios se acercaban a los míos y lo dejé avanzar...
Es que no podía negarme, la excitación que me abordó inmediatamente me consumió. Gemi desbocadamente mordiendolo en el proceso y sentí que todo me daba vuelta con más intensidad, era muy torpe e invasiva pero estaba disfrutando de aquel beso como nunca. Percibí su risa en medio de aquel del beso pero jamás me soltó, y en cuanto me tuvo recostada sentí sus manos apretar mis pechos. Me sacudí entera al sentir su boca succionando mi pezón con hambre y firmeza.
Me sentía muy confundida por la sensación. Sin embargo, era adictiva...
— ¿Benjamín? — Alcance a oir a un hombre detras de la puerta. — Viejo, se que estás ahí...
— E-Eztoy muy mareado. — Murmuró agitado en respuesta a la voz, yo no podía dejar de temblar, de jadear, ni de presionar mis uñas en su costado.
— Vamos, Ben, te necesitamos allá abajo. Solo será un momento.
— Joder... — Se quejó. — Vuelvo en un minuto nena. — Susurró muy cerca de mi oído, luego torpemente me levanto para dejarme sobre el lavabo.
— Regresaré por ti para continuar lo que empezamos en un lugar más privado. — Me mordí el labio inferior, estremecida ante aquella deliciosa posibilidad y aunque la ebriedad no me dejaba moverme muy bien, recosté mi espalda y mi cabeza en el espejo.
— No te V-vayas a ir... — Escuché la voz alejándose, seguido del reflejo de las luces intermitentes y la música en alto.
—No me iré... — Le hablé tan alto como pude, pues el adormecimiento que comenzaba a dominarme se llevaba mis fuerzas.
.
.
.
[...]
El escandaloso grito de alguien me sobresaltó e intente abrir los ojos pero no pude. Los tenía muy pesados.
— Senorita, ¿Se encuentra bien? — No reconocí la voz, ni tampoco el rostro moreno de la mujer que me veía con preocupación cuando logré levantar los párpados.
— ¿Disculpe quien es usted? ¿Dónde está mi príncipe? — Pregunté sintiendo una punzada horrible en la cabeza.
— Soy la encargada de la limpieza, entré a realizar mi trabajo y la encontré aquí tirada. Creí que estaba muerta. — Respondió y fruncí el entrecejo prestando atención a mi alrededor.
Me encontraba sola en un baño público, mi apuesto príncipe no regresó por mí anoche, sino que me engañó y me dejó aquí tirada.
¡Oh por todos los cielos, que tonta! ¡Maya va a matarme!
.
.
.
Nota Autores: NiNa G. / LjAmesty.
Hola, hola mis niñas perversas!!!! Acá estamos de nuevo nosotros con otra maravillosa y picante historia. Esperamos que sea de su agrado, déjanos saber si te gusto el inicio en los comentarios!
Nuestras r************* son:
@Ninagescritos
@Ljamestyescritor