CAPÍTULO 3

2172 Palabras
[Cecilia Pérez] Me fui muy enojada a la barra después de haber hecho el pedido para las mesas VIPS, ese hombre definitivamente me había puesto de mal humor. —Camilo, dame un shot de tequila, por favor.—me dirijo al bartender. —Hoy día está algo estresada, jefa. —Sí, ya sabes, me tocó un cliente que me está por reventar la cabeza— él ríe a mi expresión y me entrega el shot posicionándolo delante de mí. —Gracias —me lo bebo de golpe frunciendo el seño al fuerte y agradable sabor— lo peor de todo es que nos falta varias horas y ellos recién han llegado, esto será un tormento. —Paciencia jefa.— río con ironía. —Eso ya lo perdí, gracias a Dios que la situación, no se salió de control— Camilo negaba con la cabeza. —Siempre habrá gente así. —Lo sé, bueno retomo mis quehaceres, lúcete con tus cócteles.— guiñándole un ojo, regresé a la caja. Aarón, mi cajero, regresó a los pocos minutos de haberme hecho un conteo general que previamente se lo había pedido y retomó su puesto. Me quedé admirando que todo anduviera bien, hasta que llegó el pedido de los VIPS, entonces me acerqué a las mesas con Ana para entregárselos. El idiota, menos mal ya había parado de fumar. A cada paso que daba, me miraba con una cara de desprecio. “Tss” Lo nuestro claro que era mutuo, si los ojos dispararán rayos para matar, ya nos hubiéramos mandado al mismo tiempo, al Inframundo. Las horas pasaron y siempre que pedían algo, mandaba a Ana. Yo me encontraba súper ocupada ayudando en la entrada de la cocina para que los pedidos salieran más rápido. Estábamos completamente repletos de clientes y necesitaban una mano, pero a la ves, me mantenía observando todo lo que sucedía alrededor, también. Mi pobre azafata, estaba nerviosa porque aquel tipo jugaba con ella. Cada ves que pasaba por mi lado, no dudaba en preguntar que sucedía con los pedidos enteros que devolvía, y era que aquel descerebrado, le mandaba a regresar los cócteles, porqué decía que no era de su agrado, o sino pedía más hielo, o innumerables de cosas sin sentido para hacerla trabajar más. Hasta que me cansé de ver eso y cuando ya todo se había calmado, decidí ir yo a seguir atendiendolos para ver si se atrevería a hacerme lo mismo. Habían pedido una botella de Whisky Blue Label, entonces ya listo con todo en la fuente, me acerqué a ellos. —¿Quién es la dueña del local, esto está horrible.—vociferaba. —Marco, basta… — exclamó, el joven ondulado que me había dicho que este tipo se tranquilizaría. Yo solo me quedé en silencio, puse la botella en la mesa y comencé a limpiar las gotas de agua, sin embargo, a propósito mientras pasaba el paño, empujé el vaso del licor que se encontraba cerca de él, manchando consigo la pierna de su pantalón. —¿Pero eres idiota? — él se alzó refunfuñando.— ¡mira lo que hiciste! —Perdón.—dije sin tono de arrepentimiento. El diablo se veía reflejado en sus ojos. —¡Llamen de inmediato al dueño del lugar!— gritó altanero. —SOY YO.— le dije y puso un gesto de sorpresa. —Así que eres la que maneja, este horrible lugar... — se puso de pie limpiándose la pierna desesperadamente con una servilleta — jamás recomendaré, esta porquería de Restobar. —¡Por favor, Marcos! Es suficiente —hablo su amigo.— perdónenos señorita, ya le pedimos la botella así que la pagaremos, pero nos vamos. —Si, por favor, retírenme a este troglodita que no hace más que gruñir todo el tiempo.—exclame al tope de mi límite. —¿Qué has dicho pobretona? – me dijo, y yo exploté. —¡A mí no me habla así! —me acerqué a él, con mi mirada desafiante mientras sus amigos. “Uhhhhhhh”, “Qué mujer tiene agallas”, “sí, somos tus fans” — reían todos, en tanto comenzaron a salir del lugar, y se llevaban al idiota, que no separaba la vista de mí, totalmente furioso. —Perdónenos — me dice el tipo ondulado. —Está bien, suele pasar, pero creo que deben dejar en casa a los aburridos para que no hagan la vida imposible a nadie — exclamé enojada, y el chico comenzó a reír mientras nos dirigiamos a la caja, él sacó su tarjeta de crédito y me lo entregó. —Mis amigos tienen razón, tienes agallas, pero no le hagas caso, a mí si, me gusto el lugar — yo lo miré y le sonreí, él era el único agradable del grupo.— quizás me veas venir más seguido por aquí. —Será un placer, pero, por favor, ya no traiga a la mala compañía para que de esa forma lo pase más agradable— él reía mucho, tenía una linda sonrisa. —Está bien, lo tendré en cuenta— mi guiño el ojo, sosteniendo su tarjeta— nos vemos pronto ¿mmm...? —hizo un gesto como esperando mi nombre. —Cecilia… —le sonreí ruborizándome. —Yo soy Bruno, fue todo un placer Cecilia, nos vemos, gracias por todo. —Gracias a ustedes — le hice una reverencia en tanto él se iba con su otro amigo. Viéndolos irse, pude recién tirar un enorme suspiro de tranquilidad, pero me había dejado un pequeño cosquilleo ese ojiverde tan guapo, de tan lindo nombre, Bruno... Era media noche así que nos faltaba una hora para cerrar. La hora paso rápido y ya los clientes se habían ido. Estaba ordenando la últimas cosas de la barra de cobranza junto con el cajero y todas las luces se apagaron. Yo me asusté, todo había quedado en silencio, cuando de repente, salen con una torta desde la cocina, todos mis empleados “Happy Birthday to you” venían cantándome, me emocione al ver sus siluetas viniendo al compás del pastel. Comenzaron a aplaudir y al final de cantar, prendieron las luces para felicitarme. Estaba tan ajetreada que había olvidado que después de media noche ya era mi cumpleaños. —La queremos mucho — dijo Clorens, una de mis azafatas. —Jefa, usted se merece esto y mucho más.—añadió Camilo y así sucesivamente todos me iban deseando buenas vibras. Yo estaba al punto de las lágrimas y les comencé a agradecer. Después de ello, comenzaron a partir el pastel para todos, y Vilma la cocinera y mi mejor amiga, trajo una bolsa con un regalo dentro. — Esto es para ti — comentó ella. — Gracias no debiste… — Es para que lo uses dentro de un rato. — ¿Dentro de un rato? — ¡Sí...! — grito la desquiciada alzando las manos. — ¡nos vamos todos a la discoteca! — ¿Es enserio? — ¡Sí...! — gritaron todos en unisonada y se levantaron corriendo a los baños para cambiarse. Estos chicos tenían todo fríamente calculado. No terminaba de comer mi pastel, y Vilma vino a jalarme al baño para cambiarme, expuse el vestido de la bolsa y me percato que era un vestido demasiado sexy, acompañado de un encaje n***o. —¿Voy a usar esto? —Claro que sí, debes mostrar tus grandiosos atributos. —Bueno, no está nada mal —era un vestido demasiado hermoso, no lo podía negar.— ¿pero también me sirve el encaje? —Cierto, que sí, una nunca sabe que pueda ocurrir de una noche desenfrenada— yo rodeé los ojos y ella comenzó a reír. —Toda la vida Vilma...— negué con la cabeza observando a detalle cada prenda. Al probarme toda la vestimenta completa, vimos que me quedaba espectacular, mostraba completamente mi fina figura contorneada y el escote en V, me hacia demasiado sensual. Solté mi cabello ondeado, que lo mantenía en un firme moño e inicié a maquillarme. Delinee los parpados de mis ojos, utilicé la mascarilla de pestañas y al final pinté con un hermoso palo rosa, mis labios. — ¿Son la 1:30 de la madrugada enserio vamos a ir a esta hora?— preguntaba mientras guardaba mis cosas a la cartera. — Claro ya hicimos la reservación, además estaremos hasta las 5 o 6, ya sabes en estos lugares, nos sirven el desayuno 'jajaja' Al menos unas horas de baile, no nos hará daño Cecilia, diviértete un poco— ella me recriminaba, en tanto se terminaba de delinear sus labios rojo vivo. Vilma tiene 27 años y es una mujer peliroja, muy hermosa, es nuestra cocinera estrella, porque hace unos platos gourmet deliciosos. Yo la conocí en la Universidad y nos volvimos muy amigas, ella me apoyó cuando quise poner este negocio y accedió a ser mi socia. No sé, qué haría sin su apoyo definitivamente, la considero como una hermana mayor, y mi madre la quiere mucho también como una hija. —¿Bien todos listos? —¡Sí...! — gritaron, los chicos emocionados, ante la pregunta de la loca de Vilma. —Gracias a todos por prepararme esta sorpresa, sé que no serán muchas horas que no iremos a divertir, pero disfrutémoslo al máximo— todos comenzaron a aplaudir. — ¡¡Jefa!!, ¡¡jefa!!, ¡¡jefaa…!! —gritaban con entusiasmo en unisonada animándome. Sentía un sentimiento muy bonito, al ser reconocida por ellos. Nos fuimos a una Discoteca cercana, ya que el Boulevard estaba a 15 min de nosotros. Las personas aún seguían caminando como si nada, es sábado y de hecho la noche era joven. Llegamos al lugar y la música resonaba con fuerza, entre tanto todos bailaban desenfrenadamente. Para ser sincera ya llevaba conmigo unas copas encimas, debido a que no había tenido un buen día. Pues la verdad, el día de ayer me hablo mi ex diciéndome que se iba a casar, me afecto mucho y mi historia con él es muy aparte y diferente. Kevin y yo, fuimos mejores amigos desde la secundaria, estuvimos cuando teníamos 19 años, pero después de haber estado por 1 año juntos, terminamos. Él me dijo que no iba a funcionar, ya que me veía como una mejor amiga, más que otra cosa. Me dolió definitivamente, pero me callé e hice como que tenía razón y le hice creer que estaba de acuerdo con lo que decía. Después él viajo a estados Unidos a seguir sus estudios, y desde hace dos años estuvo saliendo con una chica que incluso me la presentó, cuando vino a Perú a visitar a su familia con ella. Decirme que se casaría es la gota que derramó el vaso, llevo enamorada de él casi 6 años y aún no lo olvido. Quizás soy masoquista de mi parte, pero es algo que claramente no lo puedo evitar. Nos fuimos a sentar a una mesa común, y todos comenzaron a bailar. Yo suelo ser una persona de más charla, me gusta conversar y beber algo en el trayecto, soy muy poco de bailar, pero eso sí, si en caso me encuentro ebria, es otra cosa, me convierto totalmente en otra. Pasó una hora, y mi vaso de whisky era mi compañía de la noche a todas mis penas, mientras todos se divertían. Cuando de repente una mano se extendió, delante de mí. —¿Señorita acepta un baile conmigo?— un hombre muy apuesto, ojos negros y penetrantes, y cabello castaño, me extendía la mano. ¡Dios! Pero que atractivo. Estaba ya un poco subida de tono, y Vilma por detrás me dio un pellizco para que aceptara. —Está bien— respondí sosteniendo su mano. Iniciamos a bailar al compás de las músicas sensualmente, no nos separamos como dos canciones, habíamos tenido un click, a mi parecer. Al rato me acompaño a mi mesa y el regresó a la suya, estaba con un amigo más, pero no dejaba de quitarme la mirada encima, y yo le correspondía, imposible no mirar un hombre así de corpulento y sexy. —Voy al baño— les aviso a las chicas y me alzo. Me dirijo a mi destino tambaleándome un poco, cuando de repente la pequeña tira de mi taco que rodeaba mi pie, me comienza a hacer doler. Entonces me detengo, me lo acomodo rápidamente doblando mi pierna a mi alcance y sin mirar adelante, sigo mi recorrido sin contar que había alguien ahí, y que al final nos terminamos chocando bañándonos a su paso con su bebida, tanto él, como yo. —Perdón — repliqué y alcé mi vista hacia arriba para seguir disculpándome con el hombre que era muy alto. Él y yo, fruncimos el rostro al mismo tiempo al reconocernos. —¿¡QUÉ HACES AQUÍ!?— gritamos en unisonada, el arrogante que estuvo hace unas horas en mi local y yo. Algo me decía que esta noche, no acabaría nada bien.
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