Prólogo
¿Quien no busca salir de su desastrosa realidad?
Ya sea porque pasas un mal momento, por tener algún tipo de trauma o simplemente no estas teniendo un buen día. Todos buscamos la manera de desaparecer de nuestra realidad de una forma u otra, algunos usan drogas, otros alcohol y fiestas, unos buscan sexo casual y estamos este porcentaje algo reducido que somos felices en nuestro mundo de lectura; dónde siempre está el protagonista de la historia haciendo de todo para estar con la mujer que ama.
Somos muchas mujeres que suspiramos al leer esas palabras super cursis que sabemos nadie nos las va a decir
Que triste.
Pero no importa, somos felices al ver que nuestros protagonistas son sumamente felices, por que lloramos con ellos, nos enojamos con ellos y hasta las mismas muecas que se expresan en letras la imitamos (no digan que no porque les va a crecer la nariz como pinocho). Cuando la protagonista frunce el ceño o voltea los ojos nosotras lo repetimos y por eso nos van a mandar al loquero ya van a ver.
Pero después llega ese terrible momento donde acabamos el libro y decimos... ¿y ahora?, por esos breves minutos nos quedamos reflexionado sobre que haremos con nuestras vidas ahora que el libro terminó, la respuesta nos llega rápido, empezar otro, y así el ciclo sigue infinitamente.
Pero gracias a una jugada del destino (creo) les voy a contar cómo el hombre que siempre idealicé gracias a mis empalagoso libros de romance salió de ellos, y no, no es una historia de ficción donde literalmente sale de las hojas de mi libro. Esta es la historia de una chica fanática del romance y la de un chico que... no tenía ni idea de lo que es pasar una noche viendo películas acurrucados.
Esta es mi historia.