1. Magnus debe morir
Levante la vista, la puesta de sol mostraba los más hermosos tonos naranjas, comenzaría a anochecer pronto, miré hacia el campo y traté de recuperar el aliento mientras seguía hincada, apoyándome en mi espada.
No veía a Folken cerca de mí, tenia un par de horas que nos habíamos separado. Aún así no me preocupe.
Respire hondo y me levante con algo de dificultad. Estaba cansada. Limpie la sangre de mi espada con la manga de mi armadura para después guardarla en su funda.
Miré de nuevo los cuerpos que estaban esparcidos a mi alrededor, rostros desfigurados, miembros amputados, la guerra no era un escenario agradable, no era para los débiles. Por fortuna yo no soy débil.
Comencé a buscar sobrevivientes, indicando a los médicos donde se necesitaba su asistencia. Gritos y gemidos de dolor era todo lo que se escuchaba a mi alrededor. Traté de concentrarme en la información que podía recopilar a simple vista.
Habíamos derrotado al ejército principal de mi tío, pero él no estaba por ningún lado. Suspiré molesta, y continué mi camino. Nuestras líneas de soldados seguían con buenos números, a grandes rasgos podía calcular un 25% de nuestra fuerza muerta o herida, una cifra aceptable dadás las circunstancias.
Cuando alcancé la cima de la colina pude observar a Folken andar a caballo rugiendo órdenes a los médicos y generales. Parecía molesto, hasta que alzo la mirada y sus ojos se posaron en mi, alivio cruzó por su rostro. Le sonreí, y comenzó a cabalgar hacia mi.
“Hermana estás bien? Te hirieron?” Pregunto urgentemente mientras bajaba del caballo, moviéndome a los lados buscando heridas en mi cuerpo.
Lo empuje un poco y lo observé de igual manera.
“Estoy bien! Y tú? Alguna cicatriz que valga la pena ?”
Comenzó a reír y negó moviendo la cabeza a los lados.
“Solo tu puedes pensar que las cicatrices son hermosas”.
“Es porque lo son..” lo abracé por un momento para después tomarlo del brazo y emprender nuestro camino al campamento.
“Tío Magnus no estaba en el campo de batalla” le dije entre dientes.
“El cobarde huyó en cuanto vio cómo aplastábamos a su línea frontal, aunque no llegara lejos, mande un grupo de rastreadores detrás de él”. Dijo Folken sonriendo.
“Ordenaste que lo trajeran vivo? Padre es quien debe tener el placer de matarlo”
Folken suspiro molesto y se giró a verme.
“Claro hermana por quien me tomas? Apurémonos, debemos llegar al campamento antes de que anochezca. El frío comenzará a ser incómodo en una hora”.
Asentí en acuerdo, solté su mano y jale la cuerda de su caballo.
“Adelántate, buscaré a Freiris, debe estar cerca de aquí”.
Se subió a su caballo y giró hacia mi.
“Sigue caminando, ella te encontrará, siempre lo hace”.
Con un movimiento de sus pies, Maximo su n***o corcel comenzó a correr con rapidez fuera de mi vista.
Miré a mi alrededor y comencé a silbar una tonada dulce, melancólica, el pequeño recuerdo de la melodía que mi madre solía cantarme de bebé. Era la señal, la que ella reconocía dónde fuera, mi llamado. Siempre lo respondía.
A lo lejos escuché su relinche, se acercaba hacia mi galopando alegre de encontrarme. Su blanco pelaje lleno de lodo y sangre.
Así es, Freiris mi leal compañera.
*
Llegue a mi carpa y en cuanto entre vi una figura sobre mi cama.
“Vesper” dije suavemente. Parecía estar dormida, o al menos eso pensé ante su falta de movimiento.
Comencé a quitarme la armadura, tirándola sobre una de las mesas, tomé un poco de agua de un bote que se encontraba a un lado de la entrada de mi tienda, derrame un poco sobre mi cara y cuerpo para limpiarme un poco, después me acerqué a ella.
“Vesper, despierta, ve a tu carpa, quiero privacidad”.
Escuché un gruñido y unas manos aparecieron para quitar la sábana de su rostro.
“Te estoy esperando desde hace horas! Qué te tomo tanto?”
“Fui al frente esperando encontrar a mi tío pero no tuve suerte, lo que si obtuve fue una buena historia de guerra para cuando regresemos al palacio”. Le dije sonriendo. Se levantó de la cama, me abrazo por un segundo para luego soltarme haciendo una cara de disgusto.
“Hueles horrible, mandaré a que preparen tu baño, te veré más tarde, solo quería asegurarme que llegarás completa”. Me tomo por los hombros y asentí.
“Y completa estoy, deberías estar acostumbrada, no se porque siguen teniendo esta reacción Folken y tu”. Me soltó y comenzó a caminar hacia la entrada de la carpa y se detuvo un segundo antes de salir.
“Siempre nos preocuparemos por quien amamos”.
Los sirvientes llegaron después de unos minutos y prepararon mi tina. Les indiqué que me ayudaran a remover el resto de mi armadura, en cuanto quede en paños menores se pusieron nerviosos y comenzaron a ver al piso, me reí por su actitud.
En innumerables ocasiones, estando al mando de un ejercito, me ha tocado bañarme junto a mis hombres, nunca me han faltado al respeto, y desde hace tiempo que dejo de ser un tema de vergüenza o timidez para mi. Claro que aprecio la vista de alguna buena anatomía masculina cuando la tengo enfrente, solo soy humana después de todo!.
“Adelante! No teman, no rodarán cabezas el día de hoy” los vi sobresaltarse por mis palabras y comencé a reír más fuerte, estos sirvientes eran nuevos, no entendían mis chistes. Decidí dejar de burlarme de ellos y los excuse para terminar con su sufrimiento.
Me metí en la tina y disfruté por unos minutos del calor del agua en mis músculos adoloridos. Alcancé la esponja y me apresuré a terminar de asearme, ya había perdido mucho tiempo y pronto tendríamos una reunión con los generales en la carpa de mi hermano.
Me puse mi traje de combate n***o, y un abrigo de piel encima, ya era de noche y la temperatura estaba descendiendo rápidamente. Seguí el camino saludando a los soldados que hacían reverencia a mi paso. Lucían cansados pero alertas, habían sido muy bien entrenados para soportar las inclemencias del clima así como los tiempos duros de guerra, con poco o nada de alimento y agua. Estaba orgullosa de cada uno de ellos.
Llegue a la carpa de Folken y esperé que anunciaran mi entrada.
“Princesa Ilenia Halvorsen, solicita permiso para entrar!” Grito el mayordomo de mi hermano.
“Adelante” respondieron rápidamente abriendo el extremo de la carpa para darme paso.
Al entrar sentí la calidez de la pequeña hoguera al centro, miré a la esquina donde se encontraba la gran mesa, alrededor de ella de pie estaban nuestros generales, lores, duques, Vesper y mi hermano. Me acerqué a ellos e hice un movimiento con mi mano indicando que continuarán la reunión.
“Llegas tarde” murmuro mi hermano en cuanto me coloqué a su lado.
“Sshh, pon atención” le dije mientras golpeaba sus costillas con mi codo. Soltó un leve gemido seguido de una risa, que al parecer nadie notó.
“Logramos acabar con su fuerza más grande, hay pequeños grupos ubicados en estos flancos antes de llegar al pueblo que los pescadores, y la ciudad Esmeralda, debemos mover un pequeño contingente para protegerlos de cualquier amenaza”. Dijo Blas, nuestro gran general.
Miré el mapa y recordé que a unos kilómetros de ese lugar, hay una zona montañosa a la que solíamos ir a escalar con mis primos, los hijos de Magnus, tenía un par de cavernas que serían perfectas para esconderse.
“General, en esta zona hay una formación rocosa, tiene cavernas naturales y flora y fauna que permitiría la supervivencia de quienes se escondieran ahí, creo que debemos mandar un grupo de asalto en búsqueda del duque”. Dije señalando un punto justo entre el pueblo y nuestra posición.
“Los rastreadores ya regresaron sin buenas noticias..” gruñó Folken. “Podríamos intentarlo”.
“Tiene sentido, debe ser un pequeño contingente para no llamar la atención y moverse rápido, no podemos permitir que escape” concordó Folken mientras veía el mapa. “Unos 15 hombres serán suficientes, mientras movilizamos parte del ejército de vuelta a la ciudad capital, no podemos mantener a todos aquí durante el invierno. Quien se ofrece para liderear el grupo?”
“Yo” dijimos al mismo tiempo Vesper y yo. La observé por unos segundos esperando a que se retirara pero no lo hizo. Hice una mueca, quería capturar a mi tío, quería hacerlo sufrir un poco por su atrevimiento y ofensas hacia mi padre, sin matarlo por supuesto, pero tendría mi merecida parte de venganza.
“Vesper necesito que te quedes organizando los grupos que pasarán una semana más aquí, claramente el príncipe Folken tiene que regresar a la ciudad capital, No hay mejor candidato para esta tarea que yo. Debo recordarles mi gran habilidad para rastrear?”
“No es necesario Princesa, pero al ser un grupo tan pequeño, me preocupa su seguridad en campo abierto, no sabemos si pueda haber alguna trampa”. Respondió inteligentemente Vesper. Le di una mirada molesta, para luego mirar a mi hermano. Sabía que con ese argumento Folken no se atrevería a ponerme en peligro. Porque no podían confiar un poco más en mi?! No soy una débil princesa qué hay que rescatar!
“Concuerdo con Vesper, Blas te quedarás con el ejército una semana más, Vesper busca a los hombres que te acompañarán en esta misión y sal de inmediato, y princesa, usted viajará conmigo hacia la ciudad capital mañana a primera hora”. Miré molesta a Folken y luego lancé una mirada asesina a Vesper quien cubría una sonrisa con su mano. Esta me la pagará!
“Que?!” Le exclamé un poco más fuerte de lo que pretendía, me miró exasperado y traté de tranquilizarme, “no veo porque debería viajar mañana.. perfectamente puedo quedarme en el campamento..” me interrumpió Folken en ese momento.
“No creas que no te conozco bien, sé que estás tramando escabullirte en la misión, prefiero tenerte cerca de mi vista, donde te pueda proteger, padre se enojará conmigo si regreso sin “la princesa dorada”. Di un bufido molesto. Odiaba que me llamara así. Como si fuera una muñeca frágil.
Por años, desde que tengo memoria comencé mi entrenamiento junto a mi hermano, estaba decidida a que no dependería de nada ni de nadie. Mi alma y espíritu siempre me pidió más, mi madre nunca entendió, siempre quiso que encontrara un buen hombre para casarme y tener muchos hijos, pero eso no estaba en mis planes. No quería jugar a la casita, ser el trofeo de alguien por interés, desde pequeña aprendí que la mayoría de las personas se acercaban a mi buscando un beneficio. No ayudó el hecho de que me desarrolle físicamente de una manera que, modestias a parte, lograba robarle el aliento a todo hombre que conocía. Mi largo cabello rubio, mis ojos azules, piel blanca y suave al tacto, curvas en los lugares correctos. Si, lo admitía, era muy bella, herencia de mi madre. Pero no quería que las personas me encasillaran en este personaje, siempre me interesó todo los deportes y actividades que realizaban Folken y sus amigos. Gracias a los dioses, mi padre entendió que no habría forma de cambiar mi forma de pensar.
Creo que también fue su manera de lidiar con la muerte de mi madre, dándonos todo lo que pedíamos.
Solo así 15 años después pude convertirme en esta valiente mujer, fuerte, decidida, he tenido una buena vida y estoy agradecida.
Decidí dejar de pelear, porque de todas formas intentaría irme con el grupo de asalto, no importaba lo que él dijera.
“No estoy de acuerdo pero acataré tu orden hermano”. Dije finalmente. Folken me sostuvo la mirada por unos segundos, tratando de leer mi pensamiento, para luego mirar a los demás.
“Bueno, eso sería todo, prepárense para el día de mañana”.
“Así será mi príncipe” dijeron todos en unísono.