Eva.
En algún momento de su adolescencia.
Falta poco para que las vacaciones acaben y aún no sé cómo voy a decirle a Lizzy que no la volveré a ver. Mamá acepto un trabajo en la ciudad y ya hizo todos los arreglos para irnos al salir el sol de mañana, suspiro.
—¡EVA!
Escucho la voz varonil de Evan llamarme, debe de estar del otro lado de la ventana como siempre. Saco la cabeza y lo veo allí, con una bonita sonrisa en el rostro pero con la mirada un poco rara.
—¿Puedo subir? —Asiento, mamá no está porque dijo que compraría varias cosas para el viaje. Lizzy está en clases de danza y Mark, supongo que anda tras de ella cuidando de que ningún rufián se le acerque.
Evan entra luego de escalar por la ventana, cierra con seguro y luego hace lo mismo con la puerta de entrada.
Él y su manía de mantener todo en secreto. Se ve tan bien en cada paso que da, desde que cumplió la mayoría de edad siento que se hace más llamativo.
Carraspea y se deja caer sobre la cama. Hago lo que él y lo acompaño tomando asiento a un lado suyo, le echo una miradita, de esas que no matan a nadie.
Evan lleva el cabello húmedo, las mejillas rojas y las pupilas dilatadas. Entre abre los labios rosas y carnosos y los cierra sin decir nada. Se está debatiendo entre lo que debe o no decir, supongo que yo debería estar así, pero simplemente les diré a todos "hey, un gusto conocerlos, me voy" y ya, sin mucho rodeo.
No sé en qué momento con exactitud todo da un giro, caigo boca arriba con Evan sobre mí besándome con torpeza.
Pasando sus manos por todo mi ser, tanteando con miedo. No voy a negar que sé que está pasando, mucho menos voy a decir que no me agrada porque he fantaseado con esto desde que supe que él me gustaba.
Las chicas en el colegio siempre hablaban de lo mismo, de lo que se sentía estar con un chico pero no llegué a pensar que pasaría por ello, digo, soy la chica a las que todos apodan el Iceberg. Una persona sin sentimientos que de no ser por Lizzy estaría más sola que la 1, así que no creí que mis pensamientos llegarían a hacerse realidad nunca.
—Lo siento... —El aliento de Evan hace que arrugue la nariz, reconozco ese olor gracias a mi padre, el hedor a alcohol.
Con torpeza saca un preservativo del pantalón que lleva puesto. Parece desesperado y fuera de sí, no lo culpo, yo también quisiera poder expresar lo que estoy sintiendo justo ahora, pero lo único que tengo para dar es una mirada fría y cero expresión en el rostro, como siempre.
Se nota de aquí al otro lado del mundo de que mi amigo no sabe que está haciendo, rompe el envoltorio y se voltea supongo para colocarlo sobre sí mismo.
Que bueno que vimos clases de educación s****l sino sentiría mucha pena, tanto por Evan como por mí, ambos somos nulos en lo que está por pasar.
Me cubro con las mantas porque sé qué es lo que sigue, él entra bajo de ellas hasta que sus labios quedan a centímetros de los míos.
Rozamos nuestras bocas y siento como una corriente de energía recorre todo mi cuerpo, Evan muerde mi labio inferior y no le correspondo porque siento un dolor agudo por el cual comienzo a respirar con dificultad.
Él se mueve sobre mí, el dolor se propaga más y más hasta que llega un punto dónde deja de doler y siento cosquilleos en mi vientre. La sensación es nueva, me gusta lo que estoy sintiendo, me aferré a él clavando mis uñas en su espalda. Gime y el cosquilleo se intensifica, acelera el movimiento de caderas, retengo un gemido porque no quiero que me escuche y piense algo malo de mí.
No quiero ni escucharme. Solo quiero seguir sintiendo todo esto, que es una nueva y necesaria experiencia para ambos, el sonido de la cama chocando contra la pared debe de escucharse por toda la casa. Imagino que mamá aún no debe haber llegado sino ya habría tirado la puerta para ver quien carajos está haciendo mujer, a su hija.
Evan cae sobre mí, los cabellos sobre su frente están cubiertos de sudor. Tiene una expresión boba en el rostro y cuando me ve, sonríe.
¿En qué momento llegamos a esto? Está mañana tuvimos una conversación acerca de llegar virgen al matrimonio, como algo que quedaría para la historia y de la nada ¡Pum! Se aparece y decide estar conmigo.
—No soy muy bueno en esto, pero iré mejorando. —Promete, ni idea de que le hizo pensar en decir eso. Me llegan unas ganas inmensas de decirle "Oye que bien, eso dicelo a la mujer con la que llegues a estar después de mí, porque a partir de mañana no vas a verme nunca más" pero nada sale de mi boca.
—Enserio es un poco incómodo cuando te pones en plan "silencio absoluto"
Escucho una puerta y Evan también porque de inmediato sale de debajo de las mantas, se sube el pantalón y murmura un "te veo más tarde" antes de salir por la ventana.
Me cubro con las mantas justo a tiempo, mamá abre la puerta y con una enorme sonrisa entra.
—Cariño, no es hora de dormir. —Asiento y ella mira la habitación con pesar. —Como nos costó arreglar este lugar para que estuvieras a gusto —hace una mueca y sus ojos se cristalizan. —Fueron tantos momentos lindos, —respira hondo. —voy a llorar porque sé que tú no lo harás hija, —hace una pausa, —necesito que recojas lo que queda. Nos darán un aventón esta tarde... —Fuerza una sonrisa, por eso está tan sensible. No sabía cómo decirme que no tendré tiempo para despedirme de mis amigos. —No te preocupes, pronto vas a volver y podrás pasar todo el verano con tus amigos ¿Si? No vas a notar que te fuiste.
Escucho que alguien grita desde abajo, supongo es la persona que nos dará el aventón porque le dice a mi mamá que debe llegar antes y pregunta, si podemos apurarnos.
—¡Si! ¡Ya mi hija está casi lista! —susurra para mí, —vamos amor, lo que quede lo vendremos a buscar en vacaciones.
Dicho esto, cerró la puerta para salir, tomé las sábanas manchadas y haciendo caso omiso a la incomodidad entre mis piernas, las escondí en lo más profundo del armario. Mamá no tocará mis cosas sin permiso, de eso estoy segura, así que volveré por ellas luego.