Eva, 23 años. (Actualidad)
—Ay, cariño. —Mamá me abraza mientras ayuda a guardar mi ropa en la maleta, son casi las 5 de la madrugada y hace nada que recibió una llamada de Rosa (la mamá de Mark) diciendo que murió la tía abuela Petunia (Una señora muy amable, cariñosa que estuvo gran parte de nuestra infancia evitando nuestras bromas pesadas y sin sentido de niños) pero ella nunca llegó a molestarse en serio como para contarle a nuestros padres, no, nunca. Siempre terminaba riendo y dándonos galletas y muchas más ideas para seguir con nuestras travesuras.
—Recuerda llevarle las orquídeas a Rosa, le van a encantar —Dice mamá dejando caer un ramo de las flores que menciono dentro de la maleta, no sé cómo en su cabeza cabe que van a sobrevivir ahí adentro, —Oh, aquí están los fideos para Iris y Edgar (los padres de Evan y Lizzy) y la salsa mágica para Carlos (ex marido de Rosa con el que pasó mayor parte casada para luego dejarlo por una infidelidad) Suspiro. Hace mucho, 7 años para ser exacta que le pidieron esas cosas, ya ni deben de recordar que existimos y ella aún se aferra a la idea de que son sus amigos.
Termino de empacar para ponerme en marcha, coloco mi abrigo de tela negra que me llega hasta por encima de las rodillas, unas pantis del mismo color y un vestido n***o con detalles dorados. Reviso una última vez mis tacones bajos, están bien lustrados, hago una cola alta para recoger mi cabello pero me da la sensación de ser una persona distinta así que opto por soltarlo y dejarlo ser. Cómo siempre.
Aplico un poco de color en mis mejillas, un labial rosa pálido en los labios y me pongo unos aretes dorados.
—Cariño, ya llegó Victor. Te va a llevar pero de regreso tienes que tomar el tren ¿Entiendes? —La miro y le alzo el pulgar. Ya estoy grande como para que me explique que debo y qué no, hacer. Hace nada ni siquiera vivía con ella, sino Hanya mi compañera de habitación desde que empecé en el internado de chicas. Luego me gradué y decidimos irnos a vivir un tiempo a otro lado para explorar nuestras posibilidades y al final, ella terminó por marcharse con su novia Prisca y yo, regresé a casa con un título en mano que hizo muy feliz a mi progenitora.
—Le dije a Víctor que no se pusiera histérico, que te deje tranquila y se venga. —Mamá conoció a alguien hace un par de años y es con quién tiene una bonita relación, lo único malo es que el tipo es medio cu-cu y quiere siempre tener el control de todo y todos, cuando algo no va como lo planea empieza a hiperventilar y sino se calma, cae al suelo desmayado.
Subo al auto y le sube volumen a la radio. No quiero tener que escuchar sus pláticas acerca de la delincuencia, de que debo tener mucho cuidado y no confiar en nadie.
—Recuerda, si no puedes regresar porque te quedaste sin dinero, se extravió tu cartera, no conoces a nadie —ya empezó a enumerar— tu teléfono no tiene carga, no te prestan un teléfono para llamar, no tienes para un cibercafe o mandar un correo —respira profundo, —ten, este es un dinero extra. —Me tiende una bolsita con efectivo, —y un teléfono extra —tomo aparato para no tener que escuchar su lloriqueo. —Aquí está mi dirección irás a la estación de policía más cercanas y pedirles que me llamen, no te muevas de ahí hasta que llegue, si no llego rápido no te desesperes y no te muevas de la estación ni estés sola. Eres una posible víctima igual que todo mundo, no te hagas la valiente.
Dejo de escucharlo y presto atención al camino, es mucho más interesante ver cómo de autos de lujos y casas de moda, todo se va volviendo bosque, bicicletas y autos que ya no deberían estar circulando por ahí.
Victor parlotea todo el camino, tanto que no se da cuenta que ya hemos llegado, y que pasamos hace tres horas por la gasolinera dónde debe recargar sino se quiere quedar varado.
—¡No puede ser! ¡Van a cerrar! —esta estresado, así que aprovecho a bajar y caminar a la entrada. Me gustaría decirle que son las 9 AM y que aún le queda muchas horas para recargar el tanque, pero eso nos llevaría a tener una charla larga e intensa y yo detesto eso con el alma. Me resto a despedirme con la mano y giro, para tocar la puerta.
Rosa abre, sus ojos están hinchados pero se iluminan cuando me ven.
—Mi más sentido... —Me abraza fuerte, tanto que siento que me cuesta respirar.
—Eva, qué grande estás. Y muy hermosa, —besa mi frente. —Pasa por favor, pasa.
Y eso hago casi que a empujones, las personas se me quedan viendo como si un bicho raro hubiera llegado al lugar. Logro ver a Iris y Edgar así que les entrego lo que mamá les envío y de verdad, me sorprende que lo esperarán incluso llegaron a preguntar por ella y el cuándo vendría de visita. A quien no ví por ningún lado fue a Carlos así que tuve que preguntar y me lleve la amarga noticia de que se había vuelto a casar y se fue del pueblo.
—Guarda tus cosas por aquí, yo le dije a Vera —mi mamá —que te quedarías en la habitación de Mark, porque él se va a quedar a dormir con Lizzy—la miro y ella sonríe con picardía y con un juego en sus cejas— ya sabíamos que tarde o temprano ese par iban a terminar juntos. Solo les faltaba un empujoncito —sorbe por la nariz,—Petunia siempre decía que hacían una hermosa pareja. —Solloza, —lo siento, sé que era evidente que tarde o temprano no seguiría con nosotros pero... Es Difícil sabes, llevo toda la vida con ella, desde mis 12 años y ahora tengo 45 imagínate... Mis días sin ella van a ser muy complicados.
La abrazo y ella sonríe con lágrimas cayendo por sus mejillas.
—Vamos, te voy a llevar con los demás estoy segura que les va a encantar volver a verte.
Caminamos entre las personas que solo hablan o comen botanas como si de una fiesta se tratara. Hasta que llegamos a una de las mesas en la cocina y es ahí, dónde siento que el mundo se me viene encima.
Todos en la mesa quedan en silencio cuando reparan en mí.
Lizzy sorbe de un vaso con café que tiene en la mano, los adultos a los lados sonríen, hace nada que hable con ellos y les di el obsequio de mamá y Evan... Bueno, él está muy callado mirándome de arriba hasta abajo,es sorprendente como alguien puede cambiar tanto. Quizás sea porque tiñó su cabello de blanco, porque se ve más musculoso y definido o porque está más pálido que antes.
Está perfecto, tal cual.