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La Sobrina de la Señora Harriet

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escapar mientras embarazada
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GRATUITA Y FINALIZADA!!!

Dicen que el amor llega cuando menos lo esperas, pero nadie menciona lo caótico que puede ser su camino. A veces, se esconde detrás de una mentira, un malentendido o un encuentro improbable al otro lado del mundo. Para Evie, una joven en apuros, y Oliver, un hombre solitario, el destino parece haber elegido la combinación menos convencional… y, sin embargo, perfecta.

En una historia llena de enredos, desilusiones y sorpresas, ambos descubrirán que el amor no siempre llega de la manera correcta, pero sí en el momento indicado. Porque, al final, el corazón siempre encuentra su complemento, por más inesperado que parezca.

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1. Años y desengaños, hacen al hombre huraño.
Oliver Silman, como todos los días iba de regreso a su casa en las afueras de Londres en su Alfa Romeo Stelvio Veloce ti blanco conducido por su elegante chófer, era un trayecto de poco más de dos horas diarias de ida y de regreso de su casa a las oficinas de su corporativo pero para un hombre como él realmente lo valía. Hace más de 10 años había decidido vivir, mejor dicho refugiarse, en la finca familiar, un lugar bastante grande y alejado; una mansión, en toda la extensión de la palabra, muy antigua pero restaurada y perfectamente preservada con un gran jardín, un pequeño lago e incluso una parroquia, en la que además del servicio solo vivía él. A sus 43 años Oliver aún era soltero a pesar de ser un hombre educado y adinerado, incluso se podía decir que era uno de los hombres más ricos de Inglaterra, físicamente también era muy atractivo y varonil, tenía una tez blanca, cabello abundante, ligeramente largo y quebrado color castaño claro aunque ya empezaban a pintar unas ligeras canas, ojos verde con un toque de color miel, era un hombre alto, 1.82 de estatura, atlético, todo un caballero inglés.....y a pesar de ello era soltero; a qué se debía?, bueno los rumores respecto a eso era muchos y muy variados y él los conocía perfectamente, algunos mencionaban que era gay, otros que tenía extrañas prácticas sexuales, que tenía miedo al compromiso, que era violento con sus parejas, unos más mencionaban que tenía vicios ocultos, que había tenido relaciones tormentosas e incluso que tenía romances prohibidos, a Oliver no le importaba nada de eso le daba igual que la gente hablara, todos parecían saber mas de su vida que él mismo y la historia dependía de a quien le preguntarás, se hizo a la idea que esos rumores lo iban a acompañar el resto de su vida por ello decidió vivir tan alejado de todo, evitar preguntas e intromisiones a costa de un largo trayecto, un bajo costo realmente, y también se acostumbro a la idea que iba a pasar solo el resto de su vida o al menos era lo que él pensaba.....claro que el destino tenía otros planes. No todos los rumores eran falsos, bueno algunos tenían algo de cierto aunque muy poco, su relación con las mujeres nunca había sido la mejor, así fue con su abuela Agatha, al ser una mujer muy estricta y conservadora y la encargada de su educación, se paso su niñez y juventud en clases de piano, esgrima, idiomas, equitación, finanzas o todo aquello que le sirviera, según su abuela, para ser un gran hombre de negocios y de sociedad mientras que otros se divertían y jugaban o iban a fiestas para él eso nunca fue opción además de que no hubo una relación verdadera con su abuela; su madre por otro lado, no era apegada o cariñosa fue una figura ausente que nunca quiso ser madre y a quien no le importaba hacérselo saber a sus hijos a los cuales dejo al cuidado de su abuela para poder continuar con su vida, y respecto a sus relaciones sentimentales tuvo novias y muchas a decir verdad, pero parecía que todas se negaban a tener una relación seria con él, sin importar todo lo que podía ofrecerles, por lo que se vió involucrado en estafas, engaños y hasta un aborto. Los constantes desengaños lo volvieron así, que mas daba. El trayecto siempre se hacía en total silencio sin charlas y sin música, Joseph, el chófer, lo sabía y nunca intentaba ir en contra de las reglas, pero tenía que recordarle el cambio de planes que ocurría cada último viernes del mes ya que Oliver parecía olvidarlo, así que sin más interrumpió a su jefe de lo que sea que estuviera haciendo en su tablet. -Señor Silman - se aclaró la garganta con un pequeño carraspeo sin apartar la vista del camino. - Sí?- contestó Oliver con esa voz profunda que lo caracterizaba y sin levantar la vista de su tablet. - Como sabe, mañana tengo que llevar a la Señora Harriet por las compras mensuales de la mansión, ya solicité a uno de los chóferes de la empresa que lo recoja a primera hora para que lo lleve a la oficina. Omitió el hecho que el chófer era nuevo en la empresa pues sabía que eso no le iba a agradar para nada a su jefe, aunque Joseph como encargado de los choferes siempre les mencionaba claramente las reglas los conductores parecían olvidarlas y Oliver se veía envuelto en conversaciones que, aparentemente, no le interesaban pero a las cuales y por ser muy educado no se negaba, y terminaba conociendo a toda la familia y sus desencuentros ante los que tenía que emitir una opinión sobre algún problema que parecía difícil de resolver, así como la vida sentimental, los gustos musicales y hasta la calidad vocal del chófer en turno. - A qué tortura piensas exponerme ahora?- preguntó con evidente fastidio. - Oh no Señor descuide, Paul ya conoce las reglas - dijó en un tono muy serio. - Si claro, como los otros 10 que me han llevado en los últimos 10 meses, me pregunto si la pequeña Beth fue la estrella de la obra escolar como su madre quería o qué paso con la abuela Susan y sus escapadas al bar local, ya habrá nacido el hijo de Benjamin si no mal recuerdo su esposa estaba en el último trimestre y su carácter empeoraba cada día- hizo una pausa y llevo su mano a la sien dando un pequeño masaje - o mejor aún, dime que género musical me toca el día de mañana así podría investigar de una vez y tener un tema de conversación. Joseph sonrió de manera burlona pues sabía que en el fondo su jefe disfrutaba de esas conversaciones aunque significara dejar un poco de lado las obligaciones que un hombre tan importante como él tenia sin embargo era muy complicado no terminar preocupado por sus empleados y sus problemas. - Descuide Señor Silman, fuí muy claro no habrá tortura para usted mañana- terminó por soltar una pequeña risa. Oliver dejo escapar una sonrisa y giro la cabeza a modo de negación pues sabía que eso no eran buenas noticias después de todo, pero no podía hacer nada al respecto y conducir él personalmente no era una buena idea, para el resto de los conductores por supuesto. - Y con respecto a lo otro - continuó Joseph con un ligero toque de burla ya sabía que su jefe no quería profundizar más en esos temas- Beth tuvo que conformarse con ser hada número 5, la abuela ya no frecuenta el bar ahora esconde licor por toda la casa y efectivamente ya nació la pequeña Olivia- levanto la vista para observar a su jefe a través del espejo retrovisor y pudo notar el cambio en el semblante de Oliver. Era bien sabido por todos los empleados más cercanos a Oliver que el tema de los niños representaba un dolor para su jefe pero quería que supiera que Benjamin lo apreciaba tanto y agradecía lo que había hecho que decidió nombrar a su primer hija en su honor, Oliver por su parte desvío la mirada hacia el camino y pensó en aquello que no pudo ser y que aún anhelaba. - Que más da- dijó Oliver casi en un susurro acompañado de un pequeño suspiro. - Disculpe señor?- cuestionó Joseph. - No, nada, espero que no me engañes y no me torturen, empiezo a creer que disfrutas mi sufrimiento mensual. - Señor, sería incapaz de hacerlo pasar por algo así, lo hago por la Señora Harriet- dijo fingiendo preocupación. Oliver vió a Joseph a través del espejo y levanto una ceja con una pequeña sonrisa de lado en el rostro. - Creo, Señor Silman- continuó Joseph- que debería visitar a Benjamin y a su esposa, han estado preguntando por ust..... - Encárgate de que le envíen unas nuevas zapatillas de ballet a Beth, sé que sus padres no las han podido comprar- interrumpió Oliver, sabiendo a dónde quería llegar su chófer con aquella conversación- a la abuela Susan asegúrate que nunca le falten las flores que tanto le gustan y con respecto a Benjamin y su......- hizo una pausa- mándalos con el pediatra en el hospital familiar, nosotros correremos con todos los gastos, entendiste? Joseph asintió a las palabras de su jefe y no continuó ya que sabía que con esas ordenes solo había dado por terminado el tema, y no pensaba insistir, conocía la historia a la perfección y lo doloroso que podía ser además que estaban por entrar a la mansión Silman, un gran portón n***o les estaba dando la bienvenida. El conductor presionó un botón y las puertas de la mansión se abrieron de par en par para que el lujoso auto ingresará, atravesando un largo camino adornado con pinos y rodeando una pequeña fuente hasta estacionarse justo en la entrada de la imponente casa, Joseph bajo de su lugar y rápidamente abrió la puerta trasera para que Oliver descendiera del automóvil, hizo lo propio y se dirigió a la entrada de la casa, antes de entrar giró en dirección al carro en el que se estaba subiendo nuevamente Joseph. - No hay otra opción?- cuestionó. - Lo lamento Señor - respondió el conductor sin mucho afán. - Realmente soy su jefe?, empiezo a preguntar quien ordena a quien. - Buenas noches, que descanse -se limito a responder Joseph con una sonrisa para terminar con su labor. Oliver suspiró nuevamente y se dispuso a ingresar a la casa, al interior ya lo esperaba una rica cena preparada por Carol la cocinera y esposa de Joseph, lo sabía por el delicioso olor que llegaba hasta el recibidor, como siempre subió a su recámara a dejar su tablet, asearse un poco y cambiarse de ropa para bajar, ya era un rutina bien conocida por todo el servicio y estaba todo listo sin demora, Oliver bajó a cenar vistiendo un pantalón de chándal y una playera tipo Polo, un atuendo cómodo, la mesa de caoba ya se encontraba preparada con un solo servicio a la espera del único habitante, se sentó e inmediatamente la Señora Harriet entró al comedor para atender a su jefe, le brindo una calida sonrisa e inició una pequeña charla con la esperanza de hacer mas ligera la cena para él. - Qué tal tu día Oliver?. La Señora Harriet era la única que podía hablarle de modo tan informal a su jefe puesto que era la empleada de mayor confianza y también la más antigua. - Como de costumbre, nada nuevo que reportar mi querida Señora- dijó con un pequeño suspiro. La Señora Harriet pudo notar el tono melancólico en las palabras de él, "mi pobre muchacho, es un hombre tan solo" pensó y eso le dolía, no nada más a ella sino a los empleados de la casa que eran los más cercanos a Oliver y los que llevaban más tiempo al servicio de los Silman, a pesar de los múltiples intentos que todos habían hecho para remediar el estado sentimental de Oliver nada parecía surtir efecto ante la situación de su jefe. - Espero que te agrade la cena de esta noche, es uno de tus platillos favoritos - Se da cuenta que cada que me roba a mí chófer me prepara mi comida favorita?- cuestionó levantando su ceja y dirigiendole una mirada inquisidora - Así que lo recordaste?, parece que ya no podemos manipularte con comida- inquirio la Señora Harriet- pero qué otra cosa podemos hacer?, nadie más sabe hacer las compras en esta casa y vivimos muy alejado de todo, si viviéramos en la casa de Knightsbridge, todo serí... - Señora Harriet, sabe que eso no está a discusión- interrumpió Oliver- por favor no insista, aunque si usted lo desea puedo arreglar lo de su jubilación. - Jubilación?!, ja, no lo menciones.....yo aún puedo manejar esta casa y a ti, soy una mujer muy fuerte. - Eso lo sé......pero si usted está cansada de vivir tan apartada de todo bueno.....yo lo entendería. - Jodido muchacho, a caso te estas desquitando por lo de Joseph?- cuestionó dando un fuerte golpe en la mesa mientras acompañaba a Oliver en la cena, quien al escucharla dió un pequeño respingo. - Así que se dió cuenta?- respondió a modo de juego para evitar una posible discusión. - Jubilación? ja, mi trase..........ves lo que provocas?! - Mi querida Señora usted ya hablaba como camionero antes de esta cena. - No seas insolente muchachito del demonio, o conocerás mi boca de camionero- contesto dirigiendole una mirada amenazante aunque llena de ternura, después de todo para la Señora Harriet, Oliver era como su hijo y siempre lo veía como su pequeño niño. - Muchachito?!, acaso olvida que tengo 43 años, ya soy un hombre y su jefe, aparentemente nadie sabe eso en esta casa, debería hacerme respetar de otro modo? - cuestionó Oliver mientras seguía degustando su cena. - Ya soy un hombre- dijo la Señora Harriet imitando el tono de voz de su jefe, Oliver respondió con una gran carcajada- si, si como sea, vas a necesitar algo del mercado, tal vez el número de la chica de los quesos? - Va de compras o a conseguirme una cita?. - Si podemos conseguir queso con un descuento estoy dispuesta a negociar. - Me va rifar?, querida Señora. - Si pudiera lo haría, esa mujer parece muy interesada en ti podríamos darle una oportunidad, que dices?. Oliver agachó la mirada y evitó responder, él deseaba más que nadie volver a sentirse amado, claro, tenía con quien satisfacer sus necesidades carnales pero no era suficiente, no quería solo sexo, quería más, quería poder compartir su cama, hacer el amor, tener el calor del cuerpo de una mujer durante más que un par de horas, quería sentirse vivo, no pudo más que suspirar, por su parte la Señora Harriet anhelaba que en algún momento todo cambiara para él y que hubiera alguien con quién compartir su vida, su riqueza y tener la posibilidad de formar una familia, aún mantenía la esperanza pues sabía que Oliver era un buen hombre que merecía ser amado. Y sí, todo estaba a punto de cambiar y más rápido de lo todos esperaban.

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