Nate
Entré en la habitación de Lena con la sensación de que cada paso me acercaba un poco más a casa. Su voz, llena de curiosidad y picardía, me recibió como una cálida caricia en medio de la oscuridad.
—¿Hay algún hechizo para encoger cosas? —me preguntó, y su sonrisa traviesa iluminaba la habitación.
Una risa escapó de mis labios mientras cerraba la puerta tras de mí.
—¿Planeas castigarme a mí también? —respondí en tono juguetón, acercándome a ella, quien estaba sentada frente a su escritorio.
Su mirada chispeante se encontró con la mía, y en ese instante supe que no había otro lugar en el que preferiría estar.
—No descartaré la idea... —replicó, su tono sugerente provocándome una sonrisa.
Me incliné sobre ella, dejando un beso suave en su cabeza, sintiendo su cercanía como un bá
