III

1765 Palabras
Hoy era lunes, lo que para muchos significa tortura, para mi era felicidad, ya que hoy estaríamos planeando el baile de día de brujas, y de eso nos encargariamos el consejo estudiantil y yo, que soy la presidenta. — Necesitamos más telarañas— dijo Ami a mis espaldas, ella es mi secretaria y consulta todo conmigo. — Hanna se encarga de eso, creo que tiene una caja con ellas, pregúntale, y si ya no hay, me lo comunicas para darle el recado a la directora— expliqué, anotando todo en una libreta que tenía. Ami asintió y se retiró, el viernes era el baile y todo debía quedar perfecto. Me dirigí a donde estaban los mellizos Eider y Abner para ver como iban, ya que ellos se encargaban de los murciélagos y calabazas. — ¿Que tal van? ¿Necesitan ayuda?— pregunté en cuanto estuve a su lado. — No gracias Emma, a menos que tengas una bruja o un zombie de verdad para ponerlos de porteros, no necesitamos nada— me contestó la graciosa de Eider. — Perfecto, cuando terminen me avisan para colocar el adorno del techo, esta un poco alto y no queremos que ocurra algún accidente— hablé mientras veía la hermosa decoración que habían puesto. — Ok— respondieron al unísono. Fui al fondo del auditorio para la prueba de sonido, de eso se encargaba Javier, el cual ocuparía el puesto de DJ el día del baile. — ¿Qué tal todo por aquí, Javier?— pregunté mientras observaba las bocinas que estaban colocadas en cada esquina del auditorio. — Todo perfecto, ya me han dado la lista de los artistas que serán escuchados ese día— contestó, colocando una USB en una mesa. — Dime por favor que Bad Bonny no está en la lista. — Lamentablemente esta en el lugar número unos, le siguen AVICII, Maluma, Karol G, Alan Walker y demás. — Bueno, al menos habrá uno que otro artista bueno. — Así es. — Voy a hablar con el conserje para que nos ayude con la decoración de arriba, sigue probando el sonido, ¿ok? — Así será. Salí del auditorio y me dirigí a la consejería, cuando vi a Roger caminar hacia a mi. — ¿No deberías estar en clases?— pregunté con una sonrisa en el rostro. — ¿Y tu no deberías estar organizando el baile?— contraatacó. — Voy a buscar al conserje para que nos apoye en algo, ¿y tu? — He terminado el trabajo de historia, y el maestro me ha dejado el resto del tiempo libre. — Que bien. Íbamos pasando por los baños cuando unas náuseas del tamaño del universo me invadieron, no aguanté más y entré a los sanitarios. Abrí el primero que se cruzo en mi camino y comencé a devolver. Dios, ¿qué estaba pasando conmigo? Como un poco o simplemente tomo agua y el estómago se me revuelve, devuelvo sangre, esto no es normal. Jale la manija y con ella se fue todo lo malo, la verdad ni siquiera me di cuenta cuando Roger entró. — Esto no es normal Emma, llevas días así, me estás asustando— habló mientras se recargaba en la puerta. Sabía que decía la verdad, la preocupación se veía en sus ojos, no eres el único, pensé. — ¿Qué haces aquí? No puedes entrar, te expulsaran si te ven— respondí, mientras tomaba un pedazo de papel y limpiaba mi boca. — No lo harán, mi tía es la directora. — ¿Cómo que es tu tía? Ni siquiera llevan el mismo apellido. — Mi abuelo tuvo una aventura con otra mujer, y nació mi tía, este no sabia de la existencia de ella ya que su madre la registró con sus apellidos haciéndola pasar por su hermana, hasta que mi abuelo se enteró de ella y pidió la custodiar legal de mi tía, mi padre y ella crecieron juntos, y ambos tienen una muy buena relación, así que mi padre le pidió que me matriculara en este instituto, y aquí estoy. — No lo sabía. — Eso no es lo importante Emma, debes ir al médico, y si no le dices a tus padres lo haré yo — sentenció Roger mientras se cruzaba de brazos. — No va a ser necesario, les diré hoy para que saquen una cita el fin de semana. — Prometeme que lo harás, no quiero que te enfermes, no es agradable estarlo— dijo, mientras tomaba mis manos entrelazandolas con las suyas, mirándome directamente a los ojos. En ese instante fue cuando lo supe, quería a Roger, me importaba más de lo que aparentaba, desde el primer día en que lo vi sabía que debía estar junto a él, que pasara lo que pasara, mi deber era ayudarlo, para que el me ayudara a mi. Lo jale hacia mi haciendo que quedáramos abrazados, y solo pude decir las dos únicas palabras que el necesitaba escuchar... — Lo prometo. Era miércoles, y nadie me había pedido ir con el al baile, aceptaría y con cualquiera, incluso con el insoportable de Josh... Bueno, tampoco así, yo solo quería ir con una persona, el cual estaba sentado en mi cama estudiando biología. — No entiendo porqué estudiamos el cuerpo humano, si al fin y al cabo yo medicina no voy a estudiar, y tu menos— se quejó Roger dejándose caer en la cama. — Totalmente de acuerdo contigo— apoyé a mi amigo. — Deberían quitar esta materia y colocar una más productiva, o al menos aumentar más horas de literatura. — Si quieres verme más tiempo solo tienes que decirlo— dije, acostandome a lado de el. — No por eso, sino que quiero que hablen de mes libros, como El Caballero De La Armadura Oxidada. — Pensé que te gustaba estar conmigo— contesté haciendo un puchero. — Si me gusta, pero hay prioridades Emma— dijo, guiñendo un ojo. Era momento de sacar el tema del baile. — Ote Roger... — ¿Si? — ¿Vas a ir al baile de la escuela? — La verdad no se, nunca he ido a un baile escolar, en mi antigua escuela los hacían, si, pero no asistía — Mmm... ya. — ¿Y tu? — No tengo con quien ir. — ¿Enserio?— preguntó incorporándose. — Sip. — Bueno, pues... se que ya había dicho que nunca he ido, así que... ¿Emma? — ¿Si?— contesté con el corazón en la mano. — Bueno, yo... quería preguntarte algo— dijo, agachado la cabeza para ocultar los colores que se le habían subido a la cara. — Claro, ¿qué es?— pregunté. — Bien, yo... yo quería saber si... si, ¡mierda! ¿Por qué es tan difícil decirlo?— gritó mirando al techo. — Solo dilo y ya— dije alzando los hombros. — Bueno, ahí voy... Emma... ¿ir al baile conmigo quieres?— preguntó mientras se le enredaban las palabras. — ¿Cómo?— contesté entre risas, obviamente había entendido perfectamente, pero quería ver como se ponía colorado. — Ya lo dije Emma, no me hagas volver a decirlo— me hice la desentendida y este volteó los ojos— esta bien, te pregunté si... No lo deje terminar y lo abracé fuerte, haciendo que ambos quedáramos tumbados en la cama, y como consecuencia, nuestros ojos conectaron, azul y café en una perfecta combinación. — Si quiero ir contigo al baile— dije, todavía abrazandolo. — ¿Enserio? — Sip, no quiero que el vestido que compré se quede guardado. — Pero todavía no tengo disfraz. — No te preocupes, las personas que o se quieran disfrazar pueden usar un antifaz... Wow, hice un verso sin esfuerzo— dije mientras rompía a carcajadas, Roger solo volteó los ojos. — Pero necesito comprar un traje. — ¿Tu mamá está libre?— pregunté al momento que desacia el abrazo y me incorporaba. — Si, así le pedimos que nos lleve al centro comercial para comprar el traje. — Pues no perdamos tiempo, el viernes es el baile. — Andando entonces. Bajamos las escaleras y vimos a mis padres sentados en la sala viendo una película. — Mamá, papá, vamos a casa de Roger— avisé en cuanto los vi. — ¿A qué?— preguntó mi padre. — Necesitamos a su mamá para ir a comprar un traje para el baile del viernes. — Ok, pero no llegues tarde. Asentí— Nos vemos. Salimos de mi casa y nos encaminamos a la de Roger, la verdad estaba súper emocionada de que iría al baile, y más con la persona que más me importa en el mundo... Si, lo admito, quiero a Roger, más de lo que imaginan; aunque, ¿el me querrá a mi? Se preocupa por como estoy, eso es obvio, ya que los últimos días los mareos y las náuseas van en aumento, vomito sangre y he perdido el apetito, y eso lo ha visto Roger, y es algo que no puedo ocultar, así que, ¿me quiere o se preocupa por mi? Nunca lo sabré. ¿O tal vez sí? Llegamos a su casa y su madre aceptó gustosa, subimos a su auto y nos dirigimos al centro comercial, cruzamos todas las tiendas y por ninguno nos decidimos; es que, o sea, Roger es un Adonis, y con todo se veía bien. Su madre me preguntó de qué color era mi vestido, y yo le respondí n***o con dorado, así que probamos con la mayoría de trajes negros, y en mi mente se repetía la misma pregunta, ¿por qué ver cada traje cuando son prácticamente iguales?. Pues era cuestión de gustos, ya que yo los veía igual, pero su madre no. Así que entramos a la última tienda y encontramos el ideal, era un traje n***o con el chaleco, la corbata y un pañuelo dorado. — ¡Es perfecto!— gritó la mamá de Roger. — Es verdad— concordé. — Yo me compraré el que sea con tal de terminar— respondió un Roger agotado. — No es necesario probarlo, es de tu talla. — ¡Gracias!— gritó Roger. La dependienta lo quitó del mostrador, nos lo entregó h pagamos, salimos de la tienda y nos dirigimos al estacionamiento, después de dejarme en mi casa se retiraron, yo subí a mi habitación sin cenar, ya que no tenía hambre, me sentía satisfecha a tal punto de no querer ingerir ni una gota de agua. Ya mañana me sentiría mejor.
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