IV

1070 Palabras
Narra: Roger. Era jueves, las 9:30 a.m., mi madre había llamado a mi tía para avisarle de mi ausencia en clases, y cuando Emma se dio cuenta de ello, me bombardeó con mensajes hasta que le expliqué la situación... Mi madre me daría clases de baile, ya que yo no se, nunca fue necesario, en los bailes de la escuela no asistía, la única vez que he bailado fue con Emma en su habitación, ese día mis pies se movían por si solos, así que mejor practicaba si no quería pisar a Emma. En estos momentos estábamos practicando bachata, y yo ya había pisado a mi mamá más veces de las que puedo contar. — A ver Roger, son dos pasos a la izquierda y dos a la derecha, se repite no más de siete veces— se ve que estaba haciendo uso de toda su paciencia. Así lo hice, me moví como me indicó, y al final lo logré. — Perfecto, ahora me das tres vueltas, sin movernos de lugar— le di tres vueltas como me dijo, y salió bien— ok, ahora suelta un brazo y yo me moveré a la izquierda— solte el brazo izquierdo de mi madre y esta se movió a ese lugar, mi mano izquierda y la derecha suya estaban unidas— ahora voy a enrollarme en tu brazo, y me empujaras suavemente, esto lo repetimos tres veces, ten en cuenta que cada vuelta se repite tres veces, ¿ok?— asentí. Mi madre comenzó a enrollarse en mi brazo y a la hora que llegó a mi pecho la empujé suave como me dijo, lo hicimos tres veces. — Ahora toma mi mano izquierda y dame una sola vuelta para quedar frente a frente. Así lo hice y justo como mi madre lo predijo, quedamos frente a frente. — Ya sabes lo necesario, ahora es cuestión de aumentar el movimiento de cadera. Repetí las indicaciones que me dio y lo logré, aumente el movimiento de cadera como me indicó y logramos bailar una canción completa, Darte un beso de Prince Royce sonaba de fondo mientras mi madre y yo nos moviamos al ritmo de esta, hasta que la voz de mi padre nos interrumpió. — ¿Aprendiendo a bailar, Roger?— preguntó. — Así es, mañana es el baile de noche de brujas y no quiero hacer que Emma pase un ridículo— respondí. — De verdad te importa, ¿no es así? — Demasiado— admití. Y era la verdad, no llevábamos mucho tiempo hablando y cada día sin ella se pasaba lento, me torturaba a tal punto de observar la única foto que tengo junto a ella, la tomé el dia que bailamos en sj habitación, recuerdo cuando la estaba observando en las gradas el día que se disculpó. He de admitir que esos cuatro días me hicieron dar cuenta de algo... Quiero a Emma, me importa más de lo que quiero admitir; pero, ¿ella me quiere? No sé la respuesta, y tal vez nunca la sepa. — Pues si esa chica te hace feliz, pídele que sea tu novia— sugirió mi padre. — No haré eso— contesté, agachado la cabeza. — ¿Por qué no?— preguntó mi madre. — Fácil, no quiero ser egoísta con ella. — ¿Y eso? — Mamá, ella tiene una vida por delante, lugares que conocer, un chico al cual va a amar por el resto de su vida, ¿yo qué le puedo ofrecer? Mis días están contados, mi corazón cada día se agota más y más, no sé si podré sobrevivir lo suficiente para amarla como se debe. Mis padres callaron por varios minutos, por un lado estaba mi padre, meditando mis palabras con un semblante serio, y el otro estaba mi madre, a la cual se le habían salido unas lágrimas. — Hijo, aún quedan esperanzas— habló mi padre de repente. — ¿Cuál? ¿El trasplante de corazón? Llevo diez años esperándolo, doctor tras doctor, tratamiento y tratamiento, de hospital a hospital, escuela tras escuela, mi vida no consta de otra más que cambios, y en ninguna parte encontramos un corazón. Tengo fe en que encontrare un donante, pero algún día esa fe que tengo terminará... y yo caeré junto a ella. Mi madre comenzó a llorar cada vez más y abrazó a mi padre. — Lo siento por herir sus sentimientos, de verdad me arrepiento, pero no es más que la verdad, solo un milagro podrá salvarme. — No te disculpes, solo te diré una cosa— hablo mi padre, sus palabras no tomaron ese tono que es común cuando me reprende, sino que fueron dulces— Emma te ha cambiado, para bien obviamente, estas semanas que has pasado a su lado te he notado diferente, es como si Kevin estuviera con ella, nadie había logrado hacerte sonreír desde que no lo ves, pero ella llegó a tu vida como esa pequeña liza de esperanza, y ese corazón— señaló mi pecho— esta latiendo y sobreviviendo por y para ella. No te estoy diciendo que debes hacerla yu novia ahora, lo que quiero que entiendas es que debes de aceptar tus sentimientos hacia ella. Lágrimas comenzaron a salir desconsoladamente por mi parte, hablar de Kevin era doloroso para mí, pues fue mi primer y único mejor amigo, pero no solo eso hizo que mis ojos se cristalizaran, sino que mi padre tenía razón, mi corazón se aceleraba cada que veía a Emma, con esa sonrisa despreocupada, sus ojos azules como el cielo, los cuales brillaban cada vez que hablaba de algo que le gustaba. Se que en mis pensamientos admití que la quería, ahora me retracto... Yo amo a Emma. — Le pediré que sea mi novia— dije decidido. — ¿Enserio?— preguntaron mis padres impactados. — Si, amo a Emma, y quiero vivir mis últimos momentos junto a ella— era la primera vez que lo admitía en voz alta... y se sentía demasiado bien. — Yo te ayudaré— dijo mi madre mientras limpiaba algunas lágrimas de su rostro. Seguimos charlando sobre el tema, mi padre me daba consejos de canciones y lugares en los que le pediría ser mi novia, y mi mamá me hablaba de cartas, chocolates, rosas y muchas cosas más. Termino la platica y volvimos a bailar. Solo espero no equivocarme con mi decisión.
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