CAP. 22 – TE VÍ… La amenaza sobre Emma se insinúa como una lobreguez que la sigue sin rostro ni seudónimo. Es una sombra que no se muestra. Pero está cerca, siempre. Emma lo percibió antes de saberlo. Una presencia diferente en el bosque, un crepitado que no es rama, una mirada que no tiene ojos. No era el viento, tampoco fue el dolor en el estómago. Es otra cosa. Un aviso. La nota llegó sin rúbrica, doblada esta vez, en el porche de Mrs. Betty, como si supieran que allí Emma iba. Te veo. Sé lo que hacés. Y si continuas, no vas a volver a casa. Emma no se inmutó, pero el bosque sí. Las hojas se agitaron y no hubo viento, los pájaros enmudecieron. Desde aquel momento, hay pasos que no dejan rastro, ramas rotas donde nadie transita, y una silueta que a veces surge entre los árboles y

