CAP. 30 – EL DOCTOR MENDEZ
Sophia estaba ahí, en una silla de ruedas, con la mirada fija en un punto invisible enfrente de ella. Emma sintió un vuelco en el pecho: la imagen era tan imprevista que por un momento se quedó paralizada.
-Sophia… -masculló, intentando sonreír mientras se aproximaba-. ¡Qué sorpresa verte aquí!
Sophia giró lento la cabeza. Sus ojos, antes cálidos, ahora eran fríos y tensos. -Sorpresa, sí -contestó con voz seca-. Aunque no sé si la palabra alcanza.
Emma se detuvo a una corta distancia, perturbada. -No comprendo… ¿estás enojada conmigo?
Sophia apretó los puños sobre el apoyabrazos de la silla. - ¿Enojada? -reiteró, con un tono que contenía más dolor que furia-. Estoy furiosa, Emma. Y tú, tú, tendrías saber por qué.
Emma parpadeó, confusa. -No… no lo sé. Si hi
