CAP. 25 - LA FLAQUITA
Noah perduraba en su enojo con una determinación poco creíble en un niño tan pequeño. Emma tuvo que tomarlo en serio y tratar de descubrir lo que le resultaba tan grave… ¿por qué tanto apego, tanta defensa?
Para Emma, era un acto de justicia: nadie debía resolver sobre su hijo sin consultarla.
Para Noah, fue una traición: su madre había destruido el vínculo con alguien que él quería.
Noah apretó los puñitos. —No lo tenías que echar, mamá.
Emma lo miró, abatida. —Él no tenía derecho a llevarte de la escuela.
El niño bajó la vista, con lágrimas contenidas. —Pero era mi amigo.
-Conversación por ahora, terminada- dijo Emma y agarró la torta de chocolate y la mano de su hijo, y partieron a lo de Betty.
En el trayecto Emma pensó en las palabras de Noah, en verdad no
