De regreso a casa la veo pensativa. Sé que llora un poco, se aparta las lágrimas. No le digo nada. —James—suspira—, mañana debo ir a Puerto Mar, pero deberé quedarme, hablaré con los concejales locales. —Entiendo señora. —Alexa hará las reservaciones del hotel. Indícale cual es el protocolo. Como necesitas las habitaciones y eso. —Lo haré. —Lo siento, sé que me comporté como una perra más temprano en tu oficina, detesto cuando me desobedecen y hay una buena razón por la que no quiero que socialicen de más en el trabajo. —Yo lo entiendo, no tiene explicarme nada. —Debes pensar de mí, lo peor. —No es mi trabajo juzgarla, lo que yo piense, no debería importarle. —Pero si tienes una opinión de mí. —Por supuesto, soy un ser humano ¿Qué esperaba? Ríe. —Eres muy amable al no decir lo

