Laura.
Siento que la cabeza me va a estallar, me molesta mucho ver a Alexa en esa posición de confianza con el gorila. Riendo los dos en confianza, con esa cercanía.
—Respondía a preguntas de James…—dice nerviosa.
—Alexa, sal por favor, tienes trabajo que hacer. Ya hablaremos—digo, ella sale nerviosa sin mirarme a la cara.
Me acerco a James quien me mira con suficiencia, deja la Tablet sobre la mesa y se para detrás del escritorio,
—¿Se le ofrece algo señora?
—Te voy a aclarar algo: Eres un sirviente, ni creas que de verdad te puedes meter entre las bragas a Alexa, es mi asistente y eso no lo voy a tolerar, nada de fraternizar ni socializar en el trabajo, y ella es mucho para ti—escupo, aunque pude omitir la última parte, pero me provocaba humillarlo por atrevido.
Asiente, baja la cabeza y regresa con la mirada de sus ojos color caramelo a los míos.
—Entiendo, no espero fraternizar en el trabajo, no acostumbro hacerlo, no lo haré.
—¿Qué hacía aquí?—pregunto odiándome porque me escucho como una perra celosa. No era mi intención, mi interés es puramente laboral, me digo mentalmente.
—Le hacía algunas preguntas sobre su rutina, ahora chequearé dos veces su agenda—dice retándome con la mirada.
—¿Te gusta?
—¿Disculpe?
—¿Qué si Alexa te prende? ¿Te gusta? ¿Te la quieres follar?
—No, son totalmente inapropiadas esas preguntas señora. Estoy para protegerla a usted, no para socializar con otros empleados.
—Pero no eres un androide, ¿Te gusta? Responde.
—Es una chica linda—dice y se toca la camisa a la altura del cuello, noto que traga grueso me acerco más.
—¿Y yo?
—Basta señora, si esto es una prueba, esta demás, estaré aquí si me necesita para algo serio, por ahora reviso el cierre de seguridad de su casa, si me permite—dice con las pupilas dilatada, lo pongo nervioso.
Me molesta que este gorila don nadie, me alborote las hormonas como lo hace, obviamente se las está alborotando a Alexa también, esa ya me va a oír. Trago grueso tratando de recobrar la compostura, no pude ponerme tan mal al verlos conversando así, lo harán a menudo, ella trabaja junto a mí como él, no entiendo porque me molesta verlos juntos, me siento como una colegiala, aspiro aire con fuerza.
Sí, está muy bueno pero es un sirviente, un vulgar. Alexa es libre de hacer lo que quiera aunque no aquí en mis narices, no quiero que fraternicen por temas laborales, no son celos, me digo, horrorizada por la sola sugerencia de mis pensamientos de que pudiera estar celosa de Alexa y este vulgar.
—No eres nadie para ella, ni te hagas ilusiones. Tu lugar es el de escolta, no te acerques ni por error a ella, no creas que puedes terminar en la cama con alguna de las dos, mantente en tu puesto—digo con firmeza.
La vena de su cara se tensa, asiente sin hablar.
—¿Venía a algo más?—pregunta.
—Sí, salgo de aquí a la misma discoteca de ayer—digo.
—Entendido.
Me odio por haberle preguntado si yo le gustaba ¿Qué te pasa Laura? Me pregunto camino a mi oficina, soy una idiota tan básica, me odio totalmente por la escenita que le hice al gorila, quedé como una perra insegura arrastrada. Abro la puerta de la oficina de Alexa, ella se sobresalta. Se levanta de su silla y me mira con su mirada de terror.
—¿Qué hacías?
—Respondiendo preguntas de James ¿Qué dijo él?
—¿Y las risitas?
—Solo era amable con él.
—No tienes que ser amable con él ¿entendido? No quiero que creas que te puedes acostar con mi escolta y lo voy a permitir, si quieres follar búscate un vago fuera de aquí—grito.
—Claro, si, no, es decir, no quiero nada de eso, solo era amable, él me agrada.
—Distancia con él a partir de ahora, o lo haré echar. A los dos.
Afirma con la cabeza. La dejo sola.
A la hora de ir a la discoteca, James me espera frente al auto, abre la puerta para mí, me siento tratando de relajarme, el día fue largo y pesado, aún debía ir a la discoteca a verme con el idiota de Orlando, le conté por teléfono del proyecto de Puerto Mar y él mismo se ha ofrecido a hablar con su padre por los permisos que requeriría, me dijo que le pediría asesoría para mí, idiota, ya sé que necesito.
—¿No pasará por la casa antes? —pregunta James.
—No. Dije discoteca. Vamos a la discoteca.
—Entendido.
Sube conmigo como el día anterior. Ya Orlando me espera, nos abrazamos, James se ubica en el mismo lugar de antes, se queda de pie, nos da espacio pero se mantiene atento, Orlando lo mira mal.
—¿Por qué necesitas andar con este guarura? ¿Sabes que es un insolente?
—Insistencia de mi padre, así se queda tranquilo y quiero complacerlo, sabes que no fue el mismo desde que mataron a mi tío.
Orlando hace una mueca con la boca.
—Si lo recuerdo que caso más terrible, muy triste y preocupante.
—Sí, y es el pasado, hablemos del futuro ¿Sí crees que puedas hablar con tu padre para que me reciba? Es un senador muy importante, yo solo tengo este proyecto en mente, no sé cómo…
—Claro, hablaré con él, cuéntame ¿Ya tienes compañía constructora?
—Sí, he conversado con algunos, nada concreto—miento.
—¿Sabes que con eso podemos ayudarte también?
—No sabía. Me interesa —digo fingiendo interés.
Me toca oír media hora de sus supuestos éxitos en alianzas con diversos empresarios de la ciudad, y el país entero, lo único que me queda claro es que son corruptos, y esperan hacer algo así conmigo, no me cierro a la posibilidad, a veces hay que manchar un poco a la ley. Llama a su padre delante de mí y le cuenta de mi proyecto y sobre mí, dice que soy su novia y quiero vomitar.
—Listo, en par de semanas tendrás una audiencia con el senador Orlando de Lima padre.
—Gracias, es fabuloso, eso fue muy rápido, pero eres un abusador, mira que decirle que soy tu novia, mi divorcio aún no sale, ¿Qué dirá tu padre? ¿La gente?
—Oh, no lo sabía—dice contrariado.
Se inclina para besar mis labios, lo recibo y nos besamos un par de veces más. Se ve emocionado y se acomoda para iniciar una tanda de besos sensuales que no me apetecen, él mira a James y me hace señas de que nos alejemos. Niego con la cabeza.
—Mañana debo trabajar desde muy temprano bebé, te prometo que este fin de semana la pasaremos muy rico los dos solos—digo, lo beso en los labios y dejo que me acaricie un poco.
Después de un par de tragos y conversaciones poco trascendentales, me levanto y le anuncio que debo irme, él se queja, me aprieta a él, besa mi cuello y acaricia mis glúteos, finjo estar ebria para que James repita la acción de la vez anterior, sacarme de encima a este tipo. Trastabillo a propósito y como imaginé en un segundo lo tengo sosteniéndome del brazo, le lanza un mirada de perro rabioso a Orlando.
—¿Se encuentra bien señora?—pregunta.
—No, creo que estoy un poco mareada, quiero ir a casa—digo con la lengua arrastrada fingiendo estar ebria.
—Enseguida—dice, aparta a Orlando que lo ve furioso.
—Nos vemos caramelito—digo lanzándole besos a Orlando, quien relaja la expresión y sonríe, se acomoda el paquete en su pantalón y se despide resignado.
James me lleva en brazos hasta la parte de abajo, dejo que me cargue y me coloque en la parte de atrás, aspiro su olor masculino y sensual, siento sus brazos duros, me imagino su cuerpo musculoso desnudo y lo que sería tenerlo embistiéndome, solo en una fantasía, es mi sirviente, me recuerdo. Cierra la puerta y ocupa el puesto del piloto, pone en marcha el auto.
—Te dije que no volvieras a ponerme una de tus sucias manos encima—le recuerdo ya sin fingir ebriedad.
Me mira sorprendido por el espejo retrovisor.
—Lo siento, pensé que estaba muy ebria, no sabía si podía subirse al auto sola.
—Es una excusa para manosearme—lo acuso.
—Solo seguía órdenes. Podemos incluir una chica en el equipo, yo solo conduciré y ella que la cargue cuando finja emborracharse.
—Insolente–espeto.
Veo que suelta una sonrisa, sonrío yo también y nuestras miradas se cruzan cómplices en el espejo retrovisor.